Bocacalle / Arcadio Acevedo

Día de los tantos inocentes

Siempre demorado (a causa de las francachelas y de su peculiar manera de administrar el tiempo), Juan Sabines Guerrero decidió postergar en el 2010 la celebración del Día de los Santos Inocentes. Conocedor de la cruz de su parroquia, eligió para ello el 4 de febrero, Día Mundial de los Humedales. (La inesperada buena nueva haría chorrear lágrimas a sus sentimentales y cándidos gobernados, lo sabía el vivillo. Iba a decir «de sus paisanos», pero aún no sé por cual oriundez optó).
Apelotonados los incautos en las riveras del emblemático río –estandarte hediondo, mancillado, de los auténticos conejos-, Juan se mantuvo a buen recaudo. Delegó a funcionarios del ramo la grata misión de hacer diluviar chaquiras en tierra árida: secretaria del Medio Ambiente, subsecretario de Infraestructura («Es proyecto de todos, es ciudad de todos) y especialistas del Laboratorio de Hábitats Bioéticos (éticos a más no poder).

Se me hace poco el Sabinal para echarme un buche de agua

De un «romplón» hubo anuncios sobrados ese día para anegar la fosa del escepticismo: descontaminación del paupérrimo caudal, rescate del manto acuífero, generación de corredores de desarrollo, áreas de convivencia deporte y comercio, parques lineales, dos embarcaderos, fuentes espectaculares. Y glub, glub, glub.

Como un Cristo me quedé

La realización de ese inodoro, incoloro e insípido cuento de hadas, estaría a cargo de la Fundación Hombre Naturaleza A.C., cuya primera voz (¿solista?) era Emmanuel Solimán, quien pronto nos concederá el honor de visitarnos, mediante módicos honorarios. En tierra de ciegos…
En su turno, el oey (no agravio, así hablamos los chavos) chorreó espejitos encandiladores. Luego de jugarnos el dedón en la boca al hacer mención de los vehículos anfibios (alimentados con biodiesel, of course) que surcarían el renacido Sabinal, se la restiró al punto de arrancársela: «Antes en Chiapas los gobernadores le daban la espalda a los problemas y hoy Juan Sabines los encara y propone soluciones».

Quiero llorar (por penitente)

He aquí el edulcorado remate del coach televisivo de La Voz Kid: «Los mayores volverán a sonreír cuando vean su río nuevamente navegable (¿alguna vez lo fue?, me pregunto), un lugar donde todos podamos caminar y donde tengan sombras, en donde no haya contaminación y vuelva a haber peces, tengan agua cristalina y recuperemos lo que una vez dios nos regaló».

Moraleja

Al final, aprendimos que el baladista no canta mal ni gratis las rancheras. Que no tiene la culpa el cantante sino quien le paga por adelantado con la lana de la Prole. Que eso y más merecemos por apáticos y confiados. Que nos conformaríamos conque devolviera los 300 millones «que una vez Dios nos regaló».

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