Chamula, poeta, joven y feminista: Susi Benzulul

Susana Jiménez Pérez nació el 12 de julio de 1995. Es poeta y promotora de los derechos de la población indígena. Es una de las ganadoras del Premio Estatal de la Juventud

Sandra de los Santos / Aquínoticias

San Juan Chamula está a 11 kilómetros por carretera de San Cristóbal de las Casas. La distancia parece corta, pero la vida entre un lugar y otro es diferente. Susana Jiménez Pérez nació el 12 de julio de 1995 en la zona norte de San Cristóbal, un sitio que es conocido por ser habitado por indígenas de municipios cercanos sobre todo de Chamula. Ella es la tercera generación de migrantes.

«Mis abuelos migraron para venir a trabajar a la ciudad, mis papás todavía nacieron allá, pero se vinieron a vivir acá muy pequeños y nosotros (hermanos y primos) ya nacimos acá» cuenta la ganadora del Premio Estatal de la Juventud en la categoría de Fortalecimiento a la Cultura Indígena.

Susana es mejor conocida como «Susi Bentzulul» porque quiso retomar el apellido de uno de sus bisabuelos. Bajo ese nombre firma sus poesías y se presenta en diferentes recitales.

Ella se autonombra como mujer indígena maya tsotsil, pareciera algo obvio, pero no siempre ha sido así. Cuando estaba en la primaria su mamá le dijo que ya no le hablarían en tsotsil para evitar que la molestarán en la escuela, y así aprendiera bien el español porque eso le iba a dar más oportunidades. Tuvo que abandonar su lengua materna, aunque nunca dejó de escucharla porque las personas mayores de su entorno la seguían hablando.

«Mi generación (jóvenes de veinte años) ya no hablan la lengua en mi familia, aunque todos siempre lo hemos entendido porque escuchamos el tsotsil todos los días» cuenta Susi. Aunque después ella misma reflexiona y aclara que saben hablarlo, pero no lo hacen por el estigma que existe hacía las personas indígenas.

 

Susana Jiménez Pérez nació el 12 de julio de 1995 en la zona norte de San Cristóbal, un sitio que es conocido por ser habitado por indígenas de municipios cercanos sobre todo de Chamula.

La idea de la mayoría de las personas migrantes de Chamula que viven en San Cristóbal de que al hablar su lengua son más discriminados está bien fundamentada. En esta ciudad conviven extranjeros, indígenas de diferentes municipios cercanos y los llamados «coletos», que llevan generaciones viviendo ahí. Pero, el trato es diferente para cada grupo, y Susi lo supo estando en la escuela. «A mí me decían que era chamulita de manera despectiva. Había mucha discriminación» recuerda.

Susana se reencontró con su lengua materna cuando ingresó a la Universidad Intercultural de Chiapas (Unich) y cursó la Licenciatura de Lengua y Cultura. Ahí empezó a hablar tsotsil y aprendió a escribir en su idioma materno.

Durante los cuatro años que llevó clases de gramática tsotsil incursionó a la literatura y empezó a escribir poesía en su lengua. «Empecé a hacerlo como una herramienta para saber más de mi lengua, pero siempre lo que he escrito ha sido desde la lucha y la protesta, hablo de las injusticias, los feminicidios y los abusos que existen».

Mientras estudiaba la licenciatura, tuvo el acompañamiento de la organización civil Desarrollo Educativo Sueniño AC, quien ofrece apoyo económico y de alimentación a estudiantes indígenas de diferentes niveles educativos.

«Para que yo siguiera estudiando fue decisivo que mis padres siempre me apoyaron y me estuvieron impulsando y también el apoyo de la organización, porque me daban dinero para mi inscripción y sabía que era un lugar a donde podía llegar a comer» relata la poeta.

En ese lugar también ofreció talleres de gramática tsotsil para que niños y niñas hablantes de la lengua aprendieran a escribirla porque en las escuelas no lo enseñan.

Después de egresar de la licenciatura, Susi trabajó durante dos años con una organización civil que se dedica a trabajar por los derechos de la infancia. Fue educadora en la calle, dando talleres a niños y niñas que trabajan en los mercados.

Susana, al igual que sus padres, ha servido como traductora ante la Fiscalía de Justicia o personal médico. Ella lo ha hecho en caso de niñas y mujeres que han sufrido abuso sexual o han tenido complicaciones de salud ginecológicas.

«En una ocasión me decían los paramédicos pregúntale si cuándo fue la última vez que se hizo el papanicolau, esa palabra no existe en nuestra lengua, una tiene que interpretar para darle un significado».

Susi tiene apenas 26 años de edad, pero su andar ha sido largo. Actualmente estudia la maestría en intervenciones feministas en el Cesmeca.

Ella se descubrió feminista en la cotidianidad, nombrando las opresiones que ha padecido desde su ser una mujer indígena maya-tsotsil y también traduciendo las injusticias por las que atraviesan como personas de los pueblos originarios que viven en las ciudades.

Está convencida que quiere seguir incidiendo desde la educación, el feminismo y la literatura. No solo le interesa lo estético del arte, sino también la gran capacidad que se tiene para dar a conocer las injusticias y sensibilizar a las personas.

Cuando habla de futuro se le escucha esperanzada, tiene un sinfín de proyectos. Qué bueno, qué bueno que es joven y que su vida es larga porque aunque lleva mucho recorrido, apenas, esto es el principio de todo lo que anhela hacer.

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