Chiapanecos de Segunda / Álvaro Robles Cameras

Fuego amigo…desde el congreso

Cuando existe una falta de firmeza en el timón de un barco, los marineros, pinches y grumetes se gritan entre todos cuando la nave arrima al arrecife. Peores cosas suceden si ésta encalla. Literalmente todos, a falta de capitán vertical, culpan al de enfrente.
Que no haya capitán en una nave o que su inteligencia esté reñida con el rigor del orden, provoca igualmente que entre todos hagan sucumbir al barco y cuando éste comienza a zozobrar, huyen con sus pequeños botines en mano y no se duelen del naufragio.
Algo similar está pasando en estos momentos en Chiapas. Desde el tormentoso proceso electoral en el que los de casa se pelearon entre sí, dejando una sensación en la ciudadanía de encono, timo y abuso. Todo revuelto con las millonarias compras de votos, que le dieron al proceso la indignidad que a muchos sigue doliendo (y digo que a muchos les sigue doliendo, por qué lo más lo han dejado este trance en el pasado, acostumbrados a la pillería de los polacos y obviamente a su complicidad cuando estiran la mano y se dejan sobornar por pesitos). Pero según yo, de esa etapa deviene el reagrupamiento de quienes ven el 2018 la siguiente etapa de «sus carreras» y las hostilidades entre ellos, mientras utilizan a los ciudadanos inconformes.
Lo que se percibe hoy, al menos en redes de como Facebook es una suerte de pérdida del miedo a la prepotencia; de una insolencia procaz de los enanos. Los grumetes y los pinches no solo están respondones, sino que además se siente capaces de guiar al barco. Para ello, a espaldas del capitán, patean a los adversarios, arman infiernitos y sacan los trapitos al sol de quienes pueden ser peligrosos para sus proyectos personales.
Del congreso estatal, se tira línea, se fraguan chicanadas y se avienta la piedra mientras esconden la mano. Desde ahí aseguran que ellos son incapaces de eso, que su lealtad es granito que no se marchita con veleidades. See como no. La realidad es que, movidos por intereses particulares, porque ni a grupo llegan, filtran datos, imágenes bochornosas, mandan a grupos a protestar por rivales y los guían con cuidado mientras permanecen en la oscuridad, dan ideas para memes y con ayuda de diseñadores tratan de engañar mostrando supuestos diálogos entre patanes y afectados por la falta de valor y honor.
De «jugar» entre ellos a la grilla, a brincar al escarnio, dan saltos a verdaderas ofensas de las que no se percatan -porque además no son muy listos- y con ello están haciendo de la grey de los empoderados por el joven gobernador, un auténtico vodevil de estiércol en el que lo mismo salpican carreras de algunos; qué ofenden la dignidad de tecnócratas; hasta dejar al gobernador en papel ingrato, al que no llaman tolerante, sino otra cosa.
Lo grave es que la escases de ideas y la falta de lealtad a quien los puso, termina por salpicar todos: Oxchuc es una lección que no acaban de entender los intransigentes; los diputados de vagas ideas que abren la boca para convencernos de su estulticia; los «inteligentes» que azuzan con lideresas a modo a ciudadanos pobres para armar revueltas; las guerras de lonas con dedicatorias a quienes odian y la parafernalia de ver quien escupe más lejos, nos ponen en el incómodo papel de ser un pueblo bananero.
En la jerga militar se denomina fuego amigo a los disparos provenientes del propio bando. Este tipo de incidentes suelen estar producidos por errores, casi siempre humanos, debidos normalmente a fallos en la identificación del objetivo. Pero en nuestro congreso, los errores de cálculo vienen acompañados del dolo tenebroso de quienes se creen muy listos.
La única definición de esta caterva de indignos -nadie se salva de los 41- es que son pésimos grillos, que no políticos. Su inmadurez, tampoco importa la edad, está trayendo a nuestras convenciones, un rio innecesario de vergonzantes atavismos que en gran parte del territorio nacional ya no existe. Mientras en la ciudad de México son las 7 de la mañana, en Chiapas sigue siendo 1957.

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