Chiapas desde el Senado / Zoe Robledo

La lengua que no existe: el español

El 12 de octubre se celebra, para la Organización de las Naciones Unidas, el Día Mundial de la Lengua Española. Esta celebración conlleva un error original, puesto que la lengua «Española» como tal, sencillamente no existe ni existió nunca. En España, hay varios idiomas: el vascuence, el Catalán, el Castellano, etc., pero no se registra la existencia del Español, como no existe el mexicano o el americano. Nosotros, los conquistados por los españoles hablamos Castellano, con todas sus variaciones, de acuerdo con el tiempo y el punto geográfico respectivo.
De todas maneras, se conmemora el día de nuestra lengua tutelar y es necesario hacer algunas consideraciones. En primer lugar, que los latinoamericanos tenemos en esa lengua nuestro principal punto de identidad. En un tiempo, fue la religión católica uno de los referentes; pero en el último siglo se ha desdibujado y «solamente» nos queda el idioma castellano. Esta lengua es altamente competitiva e incluso, fue un punto esencial de la palabra en el mundo, justamente durante el Siglo de Oro; cuando el barroco de Cervantes, Quevedo, Góngora y Lope de Vega, entre otros, crearon un lenguaje para la gran literatura humana.
Con la lengua Castellana, los habitantes de todo el continente y, por supuesto, los mexicanos hemos podido comunicarnos y conocernos. Antes de la llegada de los conquistadores nuestros pueblos no se entendían y, por eso mismo, frecuentemente estaban en guerras porque unos no sabían lo que querían los otros. Por ejemplo, entre los tlaxcaltecas y los mexicas hubo docenas de guerras a lo largo de varios siglos prehispánicos; estas guerras tendieron a disminuir cuando hubo un punto de encuentro basado en una lengua común. Es a partir de la lengua castellana cuando se construye la identidad Novohispana y comenzamos a ser una Nación con todas sus dificultades, pero Nación al fin.
Nuestra lengua tiene aproximadamente tres mil años de existencia y, por eso mismo, constituye un conjunto idiomático integrado, orgánico y vivo. Su naturaleza viva se observa en todas las variantes que existen, por ejemplo, en nuestro continente y, si le buscamos un poco, en nuestro país y en nuestra entidad federativa. También podemos observar los cambios en el tiempo y, también como ejemplo, al hacer una lectura del Quijote original, en donde seguramente necesitaríamos un diccionario de modismos del siglo XV. Una lengua cambia con el correr del tiempo, porque está viva.
También cambia y se consolida, cuando recibe las influencias positivas de otras lenguas. En el caso del Castellano, no podemos olvidar la herencia de las culturas arábigas. Don Andrés Bello decía que una quinta parte de la lengua castellana tiene relaciones con las «lenguas moras». Lo que también pasa desapercibido con frecuencia, es el hecho de que la numeración arábiga le dio al Castellano una presencia universal indiscutible.
En esta fecha también es oportuno hacer alguna reflexión en torno a nuestras lenguas indígenas. Estas lenguas tienen un valor social, histórico y moral indiscutible. Sin embargo, necesitamos conocerlas y que sus pueblos que las enriquezcan. Necesitamos dotarlas de los elementos lingüísticos y técnicos para relanzarlas y que sean, otra vez, un verdadero timbre de orgullo; que registre de manera adecuada las portentosas culturas de nuestros pueblos originarios. Que sean un referente que los propios pueblos construyan, catapulten y mantengan vivo.
La riqueza del lenguaje de nuestros pueblos debe ser un ingrediente para la riqueza de la lengua Castellana. La cultura local, decía Octavio Paz, enriquece a la cultura universal. Por el contrario, su pobreza la empobrece. Si nuestras lenguas originales son un conjunto cultural olvidado, tendremos poco que aportar a la visión y al lenguaje universales.
De todas maneras, aun cuando el nombre «Español» solamente sea «correcto» en las licencias literarias, hay un motivo para celebrar. El Castellano es el sonido de la ruptura respecto al mundo pre moderno. Es el lenguaje que abandona las ortodoxias de la escolástica y se asoma en el mundo de los seres humanos libres: el de la sátira de Quevedo, de las sutilezas de Calderón de la Barca, de la poesía cotidiana de Lope de Vega o de la locura de don Quijote. Es una lengua celebrativa y, por eso mismo, en el transcurso de los siglos se ha ganado una celebración el 12 de octubre.
El autor es Senador de la República por Chiapas.

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