Chiapas desde el Senado / Zoe Robledo

Tres años en el Senado de la República

[dropcap]P[/dropcap]or varias razones, buena parte de ellas válidas, el Congreso de la Unión, con sus dos cámaras, es cuestionado por la ciudadanía y por los actores de la opinión pública. En realidad, para responder a estos cuestionamientos, el único recurso de los legisladores es informar sobre sus acciones de manera puntual y con los elementos probatorios respecto a sus acciones.
Sobre todo, los ciudadanos deben conocer el esfuerzo y los resultados que han tenido sus representante, ahora que parece flotar un ánimo de cuestionamiento que a veces es espontáneo y a veces promovido por intereses no siempre positivos. En realidad, hay una ofensiva a nivel mundial en contra de la clase política. Este cuestionamiento es mayor en los países que se encuentran en transición hacia una mayor o mejor democracia. Entre estos países está, para bien o para mal, el nuestro y, en mi opinión, las transiciones hacia la democracia son para bien de todos. Tienen un sesgo positivo, aun cuando hay circunstancias que la entorpecen y generan nuevas dificultades sociales.
No voy a justificar el trabajo de las cámaras y, de manera especial del Senado de la República. Lo que hace falta es explicar, aun cuando sea a grandes rasgos, algunas dificultades para el trabajo legislativo de todos los días. En primer lugar, necesitamos tomar en cuenta que se ha abierto una pluralidad en el Senado que es, para decir lo menos, inédita en nuestro país. Aparecieron nuevas fuerzas políticas que, por lo general, son distintas y frecuentemente encontradas, por relacionarse con intereses diferentes o contrapuestos.
La democratización en el país liberó nuevas fuerzas y creó nuevas expectativas en la población. Las nuevas fuerzas plantean otras exigencias, para las cuales las instituciones no han querido dar respuestas o, sencillamente, no han podido. Con frecuencia, la democracia fue ofertada como una varita mágica que traería, rápido y alegre, la solución, sin mayores esfuerzos de los problemas nacionales. Casi casi se llegó a asegurar que la democracia decretaba la felicidad para todos.
En lo personal, no creo en los espontáneos en la fiesta taurina ni en los improvisados en la política. En la plaza de toros, el espontáneo es una convocatoria a la tragedia y en la política la improvisación es el mejor camino para el desastre. Por eso mismo, para gobernar, se requiere de un sector especializado de la población: una clase política.
Ciertamente, la clase política mexicana, en general, deja mucho que desear. Sobre todo, ante una ciudadanía que enfrenta serios problemas cotidianos. La clase política no ha estado a la altura de los problemas tanto generados en el país como en el exterior. En el país continúa la desigualdad, que es uno de los principales factores de las tensione sociales y en el exterior hay turbulencias que, en un escenario cada vez más globalizado, nos afectan como país y como sociedad.
Más que nunca, en México necesitamos una fuerza ciudadana nacionalista y progresista que neutralice las tendencias promotoras de la desigualdad. Necesitamos una izquierda real, responsable y comprometida. Se requiere una izquierda que movilice a los grandes grupos sociales, sin milenarismos ni nada parecido, hacia un comportamiento político con trascendencia social.
El tiempo de hoy no es propicio para los caudillos ni nada que se le parezca. Se requiere de una clase política pensante y honesta. Como en alguna parte lo he expresado, que deje de hacer política solamente con dinero y que deje de hacer política únicamente por dinero. Es un lugar común, pero necesitamos la vuelta del espíritu republicano. Son urgentes otros ejemplos, de sobriedad y transparencia, como el de Don Benito Juárez.
Una respuesta republicana solamente puede darse desde una perspectiva progresista: comprometida con los grandes grupos sociales. Un sector de mexicanos ya ha tenido privilegios más que suficientes. Es la hora de que la clase política se dirija la mirada hacia los muchos que faltan; sin demagogia y con los pies en el suelo.
A tres años de la presente legislatura en el Senado de la República se requiere un mayor protagonismo, para hacer valer la división de poderes, pero con finalidades sociales más definidas.

El autor es Senador de la República por Chiapas

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