Chiapas desde el Senado / Zoe Robledo

No es debilidad reconocer errores

Hace un mes pedí desde la máxima tribuna de la Nación, instrumentar un diálogo amplio y transparente, ordenado e incluyente, en el que participaran maestros, senadores, diputados, el gobierno federal y local, y todos los involucrados para construir una solución a los problemas que vive el estado de Chiapas.
También exhorté a la Secretaría de Educación Pública a modificar la política de instrumentación de la reforma educativa y promover el diálogo y el consenso en beneficio del interés superior de los menores, pues nuestra entidad vive horas de intranquilidad, sin la certeza de poder ejercer el derecho al libre tránsito por los bloqueos.
La responsabilidad de lo que está pasando en Chiapas, pero también en Michoacán, pero también en Oaxaca, pero también en Guerrero, es de los maestros; al menos esa es la lectura desde el Centro y desde los medios de comunicación y eso es completamente falso.
Lo que está ocurriendo en Chiapas es una mezcla explosiva generalizada de problemas en diferentes ámbitos, que incluso ha llegado en algunos momentos a la violencia.
Protestan los ciudadanos por el desaseo electoral, por la privatización del agua potable, incluso hasta por la instalación de topes en vías rápidas. Protestan mujeres y niñas preocupadas por una ola de feminicidios. Protestan los cafeticultores por la falta de acciones ante la plaga de la roya del café. Y por supuesto, protestan los profesores ante la implementación de la Reforma Educativa.
Y ya lo hemos dicho en otras ocasiones, la respuesta a las protestas de los maestros ha sido la confrontación desordenada que incluso ha llegado a la violencia, y las fallas en la Reforma Educativa salen a relucir en el proceso para implementarla en los estados con mayor pobreza y con menor fortaleza institucional.
La historia nos lo indica. Nada bueno ha surgido en Chiapas cuando el Gobierno en lugar de reconocer que hay deficiencias en sus estructuras y abrir las puertas al diálogo, asume una posición defensiva. No es signo de debilidad reconocer errores, sí lo es obstinarse a pensar que sólo hay una salida, que sólo hay una versión de la verdad.
Por eso insisto en que los maestros no son los responsables de lo que sucede en Chiapas, los maestros no son el enemigo y no es justo plantearlo así ni tampoco es responsable.
Pienso que para solucionar un problema se necesita primero un buen diagnóstico. Un diálogo amplio, transparente y vinculante entre chiapanecos para resolver los problemas de los chiapanecos, puede darlo.
No es mandando a la policía peor pagada del país a disolver las manifestaciones de manera violenta como se va a resolver el problema educativo de la entidad.
Saludo, por tanto, la determinación del gobierno estatal de no utilizar la fuerza pública para inhibir el derecho a la libre manifestación. Así también se debe garantizar la no vulneración del derecho de terceros.
Los diversos sectores de la sociedad chiapaneca ya han expuesto las implicaciones de continuar con el paro magisterial y los bloqueos carreteros. Las pérdidas son incontables para la educación, para la economía, para el tejido social.
Pero hay que ir más allá y construir la vía institucional para plantear los cambios que sean necesarios. Estaré muy atento, como Senador, para proponer, escuchar, acompañar y sumarnos a las acciones que busquen un bien mayor y devuelvan la tranquilidad a nuestro querido estado, a sus maestros y maestras y a todos sus habitantes. Hay que corregir lo que sea necesario corregir. Es por el bien de Chiapas y por un mejor mañana. #EmpecemosYA

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