Cdigo Nucú / Cesar Trujillo

Apuntes sobre la amistad

La Universidad de Chiapas ha crecido a pasos agigantados. Al menos desde que conozco al doctor César Serrano Nucamendi, quien es el rector de esta casa de estudios, ha sido así. Me da gusto ver que tiene nuevas instalaciones (ubicadas en donde hace años estuvo la extinta Fray Bartolomé de Las Casas), pero sobre todo ver materializados los sueños de quien por años ha trabajado arduamente para consolidar un proyecto educativo con facilidades para quienes menos tienen.
Y lo digo porque he visto al doctor y a la universidad ir construyéndose paso a paso y con miras al futuro: forjando nuevas generaciones, conservando a varios docentes a los que conozco y les guardo un cariño especial, pero sobre todo porque he sido testigo del enorme trabajo y el gran sacrificio familiar que ello conlleva. Parece fácil pero no lo es.
Recuerdo que conocí al doctor Serrano hace seis años aproximadamente. Yo ubicaba bien quién era él desde años atrás, pero no habíamos cruzado nunca ninguna palabra. En una ocasión recibí algunos datos sobre sus supuestas aspiraciones políticas y escribí, sin realizar una investigación profunda, lo reconozco, una crítica a su persona. Fui duro y hasta sarcástico en muchas partes (quienes me conocen y me han leído lo saben).
Poco después coincidimos en un desayuno. Platicamos por más de cuatro horas compartiendo el pan, la sal y los cafés. Nunca me reclamó el artículo publicado. Por el contrario, celebró que yo tuviera valor de escribir ciertas cosas, que fuera sincero, arrojado y me conminó a seguirme preparando y a tener cuidado en este escabroso camino de decir lo que se piensa. Vaya que hoy lo sé. También me invitó a estudiar otra carrera, a seguir materializando mis sueños, a buscar a Dios en mi vida y sembrar el bien para cosechar lo mismo.
Siendo honesto, me fue extraño. Nunca había conocido a alguien así. Por el contrario, cuando tocaba alguna fibra siempre se ofendían (aún lo hacen) e incluso hasta mandaban a otros compañeros a escribir una defensa férrea y hasta algún rayón a mi persona, o denunciaban mi cuenta y la redes me castigaban por opinar al respecto.
Pero con el rector fue diferente. Hasta hoy, nunca ha juzgado mi manera de vivir, de concebir las cosas o de actuar, que es algo que siempre le voy a agradecer y es lo que nos permite ser amigos aún en nuestras enormes diferencias y coincidencias.
Como ya he dicho en columnas anteriores, la literatura me llevó de la mano al periodismo y éste a tomar una postura de articulista de opinión refrente a la situación de nuestro estado y nuestro país. Fue así, como gracias a mi trabajo de columnista conocí al doctor César Serrano, con quien hasta la fecha mantengo una gran amistad y una comunicación estrecha, y fue gracias a su empuje que estudié Ciencias Políticas y Administración Pública en donde pude entender mucho de aquello que he criticado.
En esa amistad que fuimos construyendo me contó sus sueños allá en 2017, en donde comenzamos a caminar buscando trabajar por Tuxtla. Recorrimos cientos de kilómetros, tocamos cientos de puertas (muchas se abrieron; otras nos la cerraron otros intereses) y logramos estar en el proceso electoral 2018, donde aprendimos muchísimo.
Estando dentro conocimos la forma en cómo se tuercen los intereses, cómo las traiciones llegan de quienes menos esperas y las puñaladas entran de la gente más cercana, incluso de aquellos a quienes se les ha tendido la mano o de quienes te sonríen.
Caminamos, sí, toda Tuxtla Gutiérrez. Fuimos testigos de las enormes brechas de desigualdad y los cinturones de miseria de la capital de Chiapas. Y no, no es lo mismo leerlas en artículos, verlas en fotos, a estar ahí. Ver a la gente viviendo en la pobreza y pobreza extrema, verla sobreviendo, causa un dolor que se mete como una espina de toro en el corazón.
En ese caminar nuestra amistad se hizo más fuerte y me da gusto. Recuerdo que platicábamos por largas horas hasta la madrugada, Javier Opón, el doctor y yo, analizando lo que esta ciudad requiere, tratando de entender sus problemas más graves, buscando comprender el por qué tanta apatía de quienes han llegado al poder, y comprendiendo que lo que falta en sí es algo tan simple como la voluntad política.
En toda esta travesía hemos reunido cientos de anécdotas, mismas que cuando nos vemos terminan haciendo que broten las carcajadas, como este jueves que cenamos juntos y platicamos de nuestro sueños y proyectos a futuro.
En 2018 hicimos muchas amistades, conocimos mucha gente buena y fui testigo, junto a mi hermano Javier Opón, de la forma en cómo César Serrano, mi amigo, se desprende de mucho de lo que tiene para ayudar a los demás.
Ahí recordé lo que mi abuelo decía sobre dar sin necesidad de pregonar. La izquierda no debe saber lo que la derecha da, hijito, me decía. Y no hablo de posturas ideológicas, claro. Quizá en el fondo ese sea uno de los secretos del doctor, como le digo siempre de cariño. No tiene empacho para tenderle la mano a sus hermanos (como el llama a la gente que lo busca), incluos a aquellos que se han aprobechado de su bondad.
Mi abuelo creía en el destino. Quizá sea ese hilo que se va tejiendo desde que nacemos, esa madeja que se desenrrolla y nos va formando, pienso ahora. Hoy agradezco a esos datos y a esa columna de hace seis años porque me permitió forjar una gran amistad. Y la celebro. Sobre todo en estos tiempos donde todo tiene un interés y en pocos se puede confiar.

Manjar

Todo parece estar pactado para que sea Eduardo Ramírez Aguilar quien presida el Senado de la República. No es paso en falso el que busca el legislador chiapaneco, quien ha sabido tejer sus relaciones fuera de la aldea y que tiene claro que construir desde el centro del país es de suma importancia para todo aquel político que tenga otras aspiraciones. Claro que no es el único. Por lo pronto se habla de seis bancadas (PES, PT, PAN, PRD, PVEM y PRI) dando respaldo a ese escaño que busca ERA. La de Morena tomará una decisión este fin de semana que viene y podría definir el rumbo. Siempre me resulta interesante la forma en cómo se mueve todo en la Cámara Alta. Ahora veremos qué es lo que pasa. #TiroCantado «Las horas pasan lentamente / Como el desfile de un entierro / Llorarás la hora en que lloras / Que huirá también rápidamente / Como pasan todas las horas». Guillaume Apollinaire. #ElPoema // La recomendación de hoy: el libro Artículos de costumbres y políticos de Mariano José de Larra y el disco American Beauty de Grateful Dead. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *