Colombia, vuelta a la pagina / Claudia Corichi

La comentada elección presidencial en Colombia no sólo tuvo uno, sino múltiples resultados: consolida la segunda generación de gobiernos de izquierda en la región que antes encabezaron Brasil, Argentina, Ecuador, Uruguay y Bolivia.

En segundo lugar, pese a ser una elección polarizada, en algún momento con discursos fuera de tono, no derivó en violencia o disturbios entre simpatizantes; los colombianos mostraron que la civilidad y las instituciones prevalecieron sobre las diferencias, prueba de ello es que el candidato derrotado y el actual mandatario, reconocieron y saludaron la victoria de Gustavo Petro horas después de conocerse el resultado final. Todo lo anterior sin duda es un ejemplo claro de madurez y civismo.

Colombia es una nación agraviada y lastimada. En las últimas dos décadas su sociedad ha hecho un magnífico esfuerzo por superar la pesadilla de una guerra sin cuartel contra los cárteles de la droga y las guerrillas (FARC, ELN), y trabajó intensamente por alejar la percepción internacional de estar capturada por la violencia y el narcotráfico.

Colombia es arquetipo de historia y de cultura, del libertador Antonio Nariño, de los escritores García Márquez a Álvaro Mutis, del pintor Fernando Botero a la música de las recientes generaciones que nos hacen vibrar y bailar, es un país que ha soñado el cambio y el progreso para dejar atrás páginas oscuras de su historia.

Ese territorio con aroma de café tiene en su historial un gobierno militar, la guerrilla más antigua de América Latina y los cárteles de Medellín y de Cali (con sus bombazos, secuestros y magnicidios) ahora mitificados en series de televisión. El domingo dio un paso al frente al depositar su confianza en una oferta política que promueve la defensa del medio ambiente, la inclusión de «las y los nadie», la igualdad de género y la paz, tan necesaria ahora por el abandono de los acuerdos firmados en 2016.

La desigualdad que vive América Latina impulsó el cambio y la esperanza de un mejor porvenir en ese país. La perseverancia y la habilidad de Petro por interpretar los sentimientos y expectativas de su pueblo han sido determinantes para alcanzar la presidencia en su tercer intento. La suya es una historia de persistencia luego de pertenecer a una guerrilla, exiliarse para salvar su vida y ser el legislador más tenaz en el combate contra la corrupción institucionalizada.

A su triunfo también contribuyó el fenómeno social y político llamado Francia Márquez. Carismática abogada y ambientalista, es el rostro de quien ha vivido la pobreza, la violencia, la exclusión y la discriminación en todas sus formas. A través de ella, mujeres y jóvenes verán amplificada su voz en los siguientes cuatro años.

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