Comentando la noticia / Alfonso Carbonell Chavez

¡¡Escribir… para qué escribir!!

Me niego a escribir, sobre todo ahora que la pena y el dolor embargan mis pensamientos…mis sentimientos todos. A cada paso de la vida como consecuencia fatal, le persigue la muerte. Inexorable. Cierto es que, de la muerte, intrínseca a la vida, es consecuencia y no es filosofía barata. Así desde que nacemos, la muerte de alguna forma es vencida. Bueno a grado tal, que al inscribirnos en el registro civil reza; presentan a un niño ¡vivo! Paradojas de la vida y la muerte. Pues, así y no sé si en el turno acostumbrado que asumo con determinación que no, uno a uno y una a una, se van contabilizando en modo de suma las muertes de amigos y familiares. O bien también, se le van restando al mundo de los vivos esas mismas muertes. No trato de hacer un tratado de tanatología de dichas categorías, siendo la primera es decir nacer a la vida, la consecuente de al menos, no morir. El sello así de la persona humana al igual que todo ser viviente recae y expresa, que tarde que temprano la vida se consume al tiempo que se asume que vivir, al mismo tiempo es morir. Y bien que lo sabías Matador, que solo es cuestión de tiempo y que, a su tiempo, el tiempo llega. Nos alcanza. Fuiste, eso sí, ave de tempestades y no podría haber sido distinto habida cuenta, tu afición ¡tú pasión!, por la fiesta de los toros. Sí, aunque, hipócritamente, haya quienes lo censuran y condenan.
Pero no es del reclamo a la fiesta de los toros que quiero referir mi perorata, empero sí, dejar constancia que como quizá ningún otro chiapaneco, abrazaste primero como novillero la fiesta y arte de lidiar y la suerte de matar o ser muerto por un toro. Ello claro te llevó a recorrer el mundo desde la Coleta en San Cristóbal de las Casas (por cierto, me comentan estuviste apenas el domingo pasado) hasta Bogotá en Colombia y las Ventas de Madrid. A tus apenas 71 años que colgaste con capote en mano la lidia de la vida sé, y lo sabés bien, aún tenías muchas corridas por delante y cosas por hacer, empezando por seguir, como fue tu tarea al frente de los medios de comunicación, de seguir empujando al deporte en Chiapas. Así y cómo no recordar «mataore», que por tus cabinas de radio y televisión pasaron, desde tiempo ha, niños y niñas que con el apoyo de sus padres y quizás algo del ala institucional, tú mi incansable Rigo, los presentabas y arengabas para seguir luchando. Eso sí y ese era tu plus, siempre incidiendo y llamando a las autoridades deportivas del estado, para que voltearan los ojos y pusieran sobre los discursos, la plena vocación y convicción de apoyar a esos niños y jóvenes talentos.
Sería difícil querer aquí, no solo por el espacio tipográfico sino por las hazañas conseguidas hermano Rigoberto y claro por lo que representaste y seguirás vigente, tu contribución y apertura de darle voz al desarrollo deportivo de Chiapas. Cómo no recordar y concluyo, tus denodados esfuerzos porque a Tania, aquella nadadora de aguas abiertas, recibiera el apoyo de las autoridades, cosa que nunca llegó obligándola a emigrar. Y así, por ejemplo, tú como artífice principal para que el ayuntamiento de Tuxtla, en tiempos de Juan Sabines, reconociera la gesta deportiva de los «Pañuelo Rojo», mucho antes que existiera el programa amanecer. Y así podría, insisto, pasarme la noche en que esto escribo y no terminaría siquiera de enunciar lo que tu voz, tu presencia y compromiso en los medios de comunicación, representas y representarás, para el desarrollo futuro del deporte en Chiapas, insisto. De tu incursión en la política, tendré oportunidad de comentarlo quizás cuando a mí me toque y alguien quiera contarlo. Contarnos. Vete en paz mi querido Matador sabedor que los triunfos y derrotas vividas, me queda claro, eran parte del script jamás escrito de la propia vida. De lo de echar traguito, ¡bueno mejor ni hablamos! Para tu familia toda; hijos e hijas, nietos, hermanos y amigos de vida, mi solidaridad y aprecio por haberte querido tanto y a ti, por habernos dado tanto. Te extrañaremos, pero por mi parte, allá nos vemos en el gran ruedo de la vida… y de la muerte. Descansa en Paz. Me queda claro.

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