Comentando la noticia / Alfonso Carbonell Chavez

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La columna que no quería escribir

¡Siempre los reclamos por delante!; la crítica aguda y mordaz sobre el desaseo público y político de nuestra clase gobernante y no le quitaría ni una coma a lo escrito aquí ni restarle créditos a quiénes lo hacen con valor y convicción. Es sano para el cuerpo social. Pero siempre se nos escapa hablar en primera persona y lo haré hoy. Al menos me incluiré. Lo que sí quiero advertir es que la propia sociedad y permítanlo decirlo así; está como pasmada, inerme y paralizada ante el miedo a la nada, vista ésta como la ausencia de ideas ni propósitos ni metas de la sociedad misma. Ahí parecen caminar todos los días sin rumbo fijo ni destino por construir y simplemente repitiéndose cotidianamente con las mismas rutinas, los mismos agobios, sus mismas cuitas. Sombras de su sombra. Es cierto que por momentos la movilización de algunos sectores sociales irrumpen la precaria gobernabilidad existente, más lo hacen por intereses particulares o grupales y casi todos se resumen a temas monetarios. Así una vez resueltos, se devuelven a sus madrigueras a invernar hasta la próxima primavera electoral. Igual da que sean los empresarios que los constructores. Los propios medios y periodistas. No generalizo pero sí debemos preguntarnos lo siguiente y lo digo con respeto y atendiendo a la realidad imperante; ¿qué periodista en verdad cobra en los medios en que labora? Y luego si sí les pagan ¿es lo justo a la profesión que se ejerce? Más aún acaso tienen, digamos; ¿servicio médico, acceso a créditos del Infonavit, pensión por vejez, jubilación? Bueno en el remoto caso que tuvieran un accidente o incluso falleciera algún periodista de profesión u oficio; ¿les dan como a los maestros gastos de marcha? Cambien de giro compas, o aténganse a las consecuencias. Digo porque convocar a la unidad del gremio para hacer valer nuestros derechos constitucionales a un salario digno y demás ¡perdón! es más fácil ver posada un águila sobre un nopal devorando una serpiente. Me cae.
Me concentraré al tema del gremio. Así, es menester reconocerlo, quienes nos hemos hecho viejos en el ejercicio de la profesión periodística sabemos que la forma de sobrevivir tiene sus claroscuros. Cual péndulo solemos oscilar entre la crítica y el alabo; entre la denuncia abierta y la discreta complicidad. Entre el poder y el no poder. Con facilidad cambiamos de prisma sexenal aunque también solemos mantenernos con los ojos bien abiertos, los oídos aguzados, el olfato de osa y la boca de un cocodrilo y, eso sí, sin bajar la guardia. Empero, no es menos cierto que nos dejamos «querer» por los políticos a quienes les decimos «amigos» siempre y cuando estén en funciones y de vez en vez nos reciban con un bonito sobre amarillo en la mano. Je. Y todo eso lo saben todos, los sabemos todos y eh ahí el quid del asunto. Nuestro propio laberinto de la soledad. Ahora, uno se auto cuestiona, al menos yo lo hago a menudo; cómo carajos sobrevivir en esta despiadada selva de ausencia de normas y formas de convivencia justa y democrática sí, empezando desde el principio, todos, editores, periodistas, políticos y gobiernos somos los que engrasamos los engranes de esta perversa maquinaria de silencios y complicidades y por supuesto no generalizo. Algunos que se sienten los más vivos o los compadres del poder en turno, suelen vivir su luna de miel y el trabajo periodístico que realizan es más que asqueroso. Es delictivo. Y por ahí los ven porque los conocen uno a uno desde que andaban mendingando un café y un cigarro y ahora andan en Hummer con chofer y amasando fortunas mal habidas provenientes de políticos timoratos y estúpidos a los que les tienen pisada la cola. ¡Valientes cobardes! Y de eso se valen. ¿Nombres? Dárselos ¡por favor! sería tanto como ofender su inteligencia. «Somo pueblo chico pue»».
Por otra parte, está más que visto y sabido, que el actual régimen ni nos ve, ni escucha mucho menos nos lee y aunque lo que se le publica y critica incluso con datos duros y fuentes fidedignas, ni los mueve ni conmueve. Insisto para que abundar. Y citaré un dato a modo de referencia que ilustre mi aserto anterior; según estudio reciente elaborado por la Universidad de Puebla si no mal recuerdo, estudio que habla del tema de impunidad, nuestro país está en el lugar 58 de 59 países estudiados donde solo se denuncian el 1 por ciento de los delitos. Es decir, el ser corrupto o delincuente en este país tiene el 99 por ciento de probabilidades de no ser ni denunciado mucho menos castigado. Así entonces qué mayor aliciente para nuestra clase gobernante para cometer ilícitos durante su gestión con la plena posibilidad de repetir en otro encargo público. ¡La locura compai! Pero eso no debe o debería ser un desaliento para ejercer el periodismo crítico y denunciante. Pero no se vale, como solíamos decir en el romanticismo estudiantil comunista; que no se vale predicar con la izquierda y cobrar con la derecha. Se entiende o lo explico con manzanas. De que hay que sobrevivir… hay. ¡Me queda claro! De que nuestros hijos comen, visten, van a la escuela y también se enferman ¡por supuesto! Entonces pregunto y me respondo con otra pregunta; entonces ¿no tenemos escapatoria? Tendremos entonces que doblegarnos ante el poder corrupto y dejar que acaben con el futuro de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Debemos aceptar callados todas las tropelías y excesos que cometen con los recursos que deberían estarce destinando para el bienestar de las y los chiapanecos. ¡Vamos! en el supuesto caso de que se estuvieran ejerciendo los recursos en obras y servicios y demás programas incluso los asistenciales; ¿es justo que mientras nuestra clase política esté cobrando altos y ofensivos salarios en contraste con poco más del 70 por ciento de la población chiapaneca sumida en la pobreza?

Ya de salida

Y hasta aquí este ejercicio de autocrítica y flagelación periodística porque, estoy cierto, que en tanto no asumamos una posición colectiva en torno a nuestra realidad; más aún, sigamos con nuestra apatía, nuestro desinterés y nuestros complejos vueltos silencios, debemos entonces de asumir callados y de rodillas el futuro que los poderosos nos deparen. Digo si hubiera un futuro. Por ello dije que esta era; la columna que no quería escribir…// Me queda claro. Salu2.

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