La presiendenta de México inicia su gestión priorizando el pago de la deuda pública sobre la inversión física, enfrentando críticas sobre el costo económico y social de esta estrategia fiscal
Aquínoticias Staff
Claudia Sheinbaum enfrentará uno de los mayores retos fiscales de los últimos años: equilibrar el pago de la deuda pública, proyectado en 1.38 billones de pesos, con la inversión en infraestructura, que apenas alcanzará 836.6 mil millones de pesos en 2025. Según el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación, esto significa que, por cada peso destinado a obras como carreteras, escuelas y hospitales, el gobierno gastará 1.65 pesos en intereses y comisiones de deuda.
Analistas han señalado que esta estrategia busca reducir el déficit público, previsto en 3.9% del PIB para 2025, desde un 5.9% registrado este año. Sin embargo, sacrificar la inversión física, que pasará de representar el 3% al 2.3% del PIB, genera preocupaciones sobre el desarrollo económico.
“Es un tema delicado. Reducir la inversión impacta directamente en la creación de empleos y el crecimiento a mediano plazo. Aunque el mensaje de consolidación fiscal es claro, se corre el riesgo de afectar sectores clave como salud y educación”, explicó James Salazar, subdirector de análisis de CIBanco.
La deuda total de México alcanzará 18.59 billones de pesos en el primer año de la nueva administración, una cifra que continúa su ascenso debido a las altas tasas de interés, actualmente en 10.25%. Aunque Hacienda proyecta una disminución al 8% para 2025, expertos consideran que la carga financiera seguirá siendo elevada.
Luis Gonzali, vicepresidente en Franklin Templeton México, cuestionó las metas fiscales del gobierno: “El déficit proyectado para 2025 es difícil de cumplir. Habrá que vigilar su evolución, especialmente si las tasas de interés no bajan como se espera”.
Pese al recorte general en inversión física, el gobierno de Sheinbaum ha reafirmado su compromiso con grandes proyectos de infraestructura heredados de la administración anterior. Entre estos destacan el Tren Maya, el Tren México-Querétaro, el Tren Interoceánico, y las conexiones ferroviarias Saltillo-Nuevo Laredo y Querétaro-Irapuato. También se contemplan obras hidráulicas de Conagua y el mantenimiento de carreteras a cargo de la SICT.
“Es positivo que exista continuidad en proyectos estratégicos, pero depender exclusivamente de estas obras limita el alcance de la inversión en regiones y sectores que también requieren atención urgente”, opinó Gabriel Casillas, economista en jefe para América Latina de Barclays.
Aunque algunos expertos descartan una desaceleración económica similar a la del inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, donde decisiones como la cancelación del aeropuerto de Texcoco generaron incertidumbre, advierten que la falta de ingresos adicionales podría presionar otros rubros del gasto público.
“La continuidad en el equipo de Hacienda es una ventaja, pero el gobierno debe ser cauteloso en no descuidar áreas sensibles. No se puede pagar la deuda a costa de sacrificar el bienestar de la población”, añadió Casillas.
El dilema entre priorizar la deuda y fomentar el desarrollo marcará el primer año de Sheinbaum. Mientras algunos ven esta decisión como una medida responsable para estabilizar las finanzas, otros advierten sobre sus repercusiones en el crecimiento económico y el bienestar social.
Con información de El Sol de México