Diversidad lingüistica en Mexico comienza a desaparecer: 60 % de lenguas peligran

21 de febrero, día internacional de lenguas maternas. Cada dos semanas desaparece una lengua en el mundo

Aquínoticias Staff

En México existen 68 agrupaciones lingüísticas y 364 variantes. En este sentido, la complejidad y riqueza son enormes; es una de las ocho naciones en el mundo con mayor diversidad de lenguas (junto con Papúa Nueva Guinea, Indonesia, Nigeria, India, Camerún, Australia y Brasil). Sin embargo, 60 por ciento está en peligro de desaparecer.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en el orbe se hablan más de siete mil idiomas, de los cuales cerca de seis mil 700 son lenguas indígenas y 40 por ciento está en riesgo de perderse; al hacerlo dejaría de existir un rasgo singular de la historia de la humanidad.

En ello coincidía el historiador universitario Miguel León-Portilla: «Si la diversidad biológica es un gran tesoro, la diversidad cultural y lingüística lo es aún más. Cada lengua es como una atalaya que permite apreciar el universo entero con enfoques distintos que nos acercan a él de múltiples formas. La diversidad de las variantes lingüísticas contribuye a abrir nuevos caminos al pensamiento, la comunicación y la creatividad. Cuando muere una lengua la humanidad se empobrece».

Según información del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, aun cuando la cantidad que existe en el mundo puede parecer numerosa, se estima que cada dos semanas desaparece una.

Ante esta emergencia, Naciones Unidas declaró el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas, 2022-2032, «para llamar la atención del mundo sobre la pérdida crítica de las lenguas indígenas y la urgente necesidad de preservarlas, revitalizarlas y promoverlas, además de tomar medidas urgentes a nivel nacional e internacional para protegerlas».

Carolina Sánchez García, académica del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC), resalta la preservación de las lenguas indígenas a lo largo del tiempo a pesar de los procesos que han vivido los pueblos originarios, como la colonización; ello refiere sus propias estrategias para mantenerlas. Sin embargo, ahora existe la preocupación de emprender acciones que permitan la continuidad de su uso en el planeta.

Al citar cifras del Atlas de las Lenguas del Mundo en Peligro de la Unesco, la universitaria señala que 3.8 por ciento están extintas; 9.6 por ciento en situación crítica; 8.95 por ciento en serio peligro; 10.65 por ciento en peligro, y 9.85 en situación vulnerable.

En el caso de México, algunas de las que están en peligro extremo de desaparecer son: la ku»ahl y kiliwa, de Baja California; awakateko, Campeche; mochó, Chiapas; ayapaneco, Tabasco; ixil nebajeño y kaqchikel, Quintana Roo; zapoteco de Mixtepec, e ixcateco y zapoteco de San Felipe Tejalápam, Oaxaca. «Si vemos las estadísticas encontramos que hay un número muy bajo de hablantes de estas lenguas. Una revisión minuciosa del censo nos puede llevar a encontrar localidades donde hay un solo hablante», alerta la investigadora.

Extinción

Para la especialista es necesario profundizar en el conocimiento de lo que está pasando con la reproducción de las lenguas indígenas y cuáles son los factores que inciden en su extinción. Un primer elemento fue la colonización que llevó a la estigmatización de los pueblos y sus culturas, a procesos de discriminación que persisten hasta la actualidad.

Hay casos donde las madres no les enseñan su lengua a los hijos para evitar que sean maltratados o rechazados en ciertos contextos sociales y espacios educativos, particularmente en los lugares de destino de la migración, como las grandes ciudades.

La lengua materna, fuera de la comunidad, limita su socialización al espacio doméstico, excepto en algunos casos en los que hay migrantes que, en espacios de trabajo o comercio, utilizan su lengua como un medio de comunicación. Así ocurre, por citar un caso, con los mixtecos en Tijuana.

A lo anterior se añade el hecho de que hay idiomas dominantes que se categorizan como positivos en los contextos que vivimos, como la globalización, en la que, por ejemplo, hablar inglés es valorado, pero no sucede lo mismo con las lenguas que hablan los pueblos originarios.

Aunque hay avances, admite, es necesario trabajar con el resto de la población para que el reconocimiento de esa riqueza no sea sólo jurídico, sino social, para que haya equidad y esos pueblos no tengan que limitarse en reproducir sus culturas.

Para Carolina Sánchez, ése es el reto más importante: llevar a donde corresponde el valor e importancia que tiene para México su diversidad lingüística y cultural, la cual hoy es motivo de discriminación y racismo. De nada sirve la existencia de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, o lo establecido en la Constitución, si en los hechos vemos que esas garantías –no sólo la del uso de sus lenguas, sino otras como educación y salud– no se cumplen y viven en marginación y pobreza.

Ninguno de los derechos de los pueblos indígenas está garantizado en su totalidad, incluso enfrentan nuevas problemáticas como la violencia, el desplazamiento y el despojo de sus tierras. «Lamentablemente ésa es la realidad. Otro ejemplo es que el nivel promedio de escolaridad de ese sector es de tan sólo 6.2 años, y sólo 4.6 por ciento ha alcanzado un nivel de formación profesional, según datos del Inegi de 2020», resalta la universitaria.

Empoderamiento

En tal sentido, el empoderamiento de los hablantes es el principal aspecto de la hoja de ruta estratégica para el Decenio de las Lenguas Indígenas, aprobada el 28 de febrero de 2020 en Ciudad de México, al término de la reunión de alto nivel Construyendo un Decenio de Acciones para las Lenguas Indígenas.

Más de 500 participantes de 50 países, entre ellos ministros de gobierno, líderes indígenas, investigadores, entidades públicas y privadas y otros expertos, aprobaron la llamada Declaración de Los Pinos, al término del evento de dos días organizado por la Unesco y el gobierno mexicano. Bajo el lema «Nada sin nosotros», sitúa a los pueblos originarios en el centro de sus recomendaciones.

Al respecto, Sánchez García señala que el empoderamiento tiene que ver con abrir espacios para que ellos impulsen sus propias iniciativas a fin de revitalizar, promover y preservar sus lenguas, que sean actores centrales en el desarrollo de las acciones. Pero también se necesitan recursos suficientes para impulsar los proyectos o programas dirigidos a la población indígena.

Con la realización del decenio se espera que haya mayores acciones concretas (implementación de la tecnología en los procesos educativos, información actualizada, etcétera) por parte de los Estados, mayor compromiso social, sensibilización sobre el impacto que tendría la pérdida de las lenguas y otras prácticas culturales, como la medicina tradicional, y lograr que esa situación se revierta, finaliza la experta.

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