Ejercicio Ciudadano / Segundo Guillen

Más clase media presidente

El presidente López Obrador ha expresado en muchas ocasiones que las clases medias de nuestro país son aspiracionistas, individualistas, sin escrúpulos morales, profesionistas y profesionales con estudios universitarios invadidos por el egoísmo y la sed del dinero, poco humanistas según su adoctrinada opinión.

La clase media de la que se expresa en tan ruines términos el mandatario, tiene como característica necesaria para su gobierno de pagar impuestos. Este año durante el primer semestre pagamos 453 mil millones en ISR, además de generar oportunidades de empleo a millones de personas pues aquí se concentra el grueso de los emprendimientos de la micro, pequeña y mediana empresa.

Si hablamos de Pymes, hablamos del 99.8% de las unidades económicas del país con más de 4.1 millones de empresas, según datos oficiales del INEGI. Empresas que aportan 42% del Producto Interno Bruto (PIB) y generan 78% del empleo, es la clase media pues, la fuente de financiamiento para la mayoría de sus causas sociales y fuente también de esperanza laboral en nuestro país.

Por eso no se entiende que el presidente insista en denostar y hasta cancelar a esta parte del México de hoy, en voltear y hacer como que no existe porque no es parte de su rentabilidad electoral, los generadores de empleo, los soñadores, quienes pagan y patrocinan su gobierno no son política pública, son el blanco y el enemigo perfecto para un monólogo tan innecesario como injusto e incomprensible. «Primero los pobres» ha sido un slogan y distintivo de su gobierno en el discurso, sin embargo en las cifras publicadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social en nuestro país (CONEVAL) es lo contrario, en el 2020 hubo un incremento de 3.8 millones de personas en situación de pobreza en comparación con 2018, con lo que aumentó del 41.9% al 43.9% el total de la población en esta condición mientras que hace tres años había 51.9 millones de personas en pobreza, el año pasado sumaron 55.7 millones; ubicando a sus resultados en solo palabras y no en hechos como el pretendió vender a propósito de su tercer informe de gobierno.

La polarización en el discurso sin duda le ha traído dividendos políticos y popularidad, pero el presidente tiene que entender que en este segundo tercio de su mandato tendría que gobernar para el país y no solo para sus huestes y granjas políticas, erigirse como dijo Jorge Romero «como jefe de estado y no líder de partido» si quiere de verdad ser parte de un cambio que era necesario para México en lo profundo de su política interna y en cómo esta venía siendo intervenida, si quiere ser recordado como un líder que en efecto transformó la conducción de este país.

Profesionistas, emprendedores, comerciantes, empresarios somos todos gente que sueña también con un México mejor, humanistas sí, con el deseo generacional de ver a la pobreza disiparse en el tiempo de la historia, pero entendemos como la mayoría en este mundo globalizado que para ello se necesita la articulación de todos, cada quien en la forma que le corresponda, porque la mejor vía de combatir la pobreza no es con la caridad de un estado benefactor sino con la dignidad que produce generar un empleo resultado de la certeza y confianza otorgada por nuestros entes públicos, las clases medias intentan hacerlo a diario, la diatriba calculada en el discurso político no lo hace.

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