El camino hacia la paz / Eduardo Torres Alonso

No hay puentes para el entendimiento. La identificación como humanos ha desaparecido. Lo que importa es la superioridad y la destrucción. Los terroristas fanáticos que en días pasados cometieron asesinatos mostraron que el horror permanece el siglo XXI. La reacción del gobierno israelí ha confirmado la deshumanización a la que se puede llegar. Unos y otros, con sus acciones y declaraciones, hacen ver que se acabó la paz.

Con una guerra que no concluye entre Ucrania y la Federación Rusa, que inició el 24 de febrero de este año, el mundo ve otro enfrentamiento que ha movilizado a las potencias y a los países emergentes.

Hamás se ha levantado en armas contra los que considera ocupantes del territorio y responsables de la pobreza de la sociedad palestina; mientras que Israel, ante la violación de su soberanía y el secuestro y asesinato de sus ciudadanos, ha emprendido una campaña militar no vista desde la Guerra de Yom Kipur; incluso, algunas de las decisiones actuales hacen recordar ese enfrentamiento entre Egipto y Siria contra Israel; por ejemplo, el establecimiento de un gobierno de emergencia. No deja de dar escalofríos que esta guerra y la de Yom Kipur hayan iniciado en octubre: el 7 y el 6, respectivamente.

Las imágenes y los videos subidos a redes sociales dejan sin palabras. Ambos grupos utilizan los medios de comunicación para ganar adhesiones y solidaridad de la comunidad internacional y para llamar a la movilización, incluso, violenta, como lo hizo Hamás para el viernes 13 de octubre. No hay duda, es una guerra mediática, también y, por lo mismo, el camino hacia la paz se hace urgente. Hay razones humanitarias que obligan al cese al fuego y a la vía diplomática.

Pero ¿cómo construirla? Esa es la pregunta más importante. Algunos dicen que el conflicto puede solucionarse entre Estados; en otras palabras, con un Estado israelí y otro palestino. Algo que, en lo inmediato, no ocurrirá. Otra es la mediación de países de la región, aunque Jordania y Egipto, vecinos de Israel, tienen en Hamás una organización con la que no hay suficientes canales de comunicación y, además, no quieren que a su territorio lleguen refugiados palestinos. Qatar y Turquía son países que podrían intervenir para la solución del conflicto ya que mantienen “acuerdos de convivencia” con Hamás. En ambos Estados, esta organización tiene oficinas de representación. La paz debe ser resultado del equilibrio regional de fuerzas, sin que ello signifique la exclusión de organismos multilaterales.

El conflicto palestino-israelí no es reciente y lo que se ve hoy da cuenta de la permanencia de los desacuerdos, de los equilibrios frágiles y de los intereses vigentes.

La paz va a ser lenta, no hay duda, y deberá ser construida con esfuerzo en un mundo con verdades a medias, polarización creciente, relatividad moral, océanos de desinformación y, por si fuera poco, con un planeta que acusa signos de inviabilidad.

No se puede vivir en un mundo en donde se privilegie al más fuerte.

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