El Cristo Pescador que uni a dos pueblos

El Cristo durante la noche se puede apreciar iluminado. Foto. Julio Ramí­rez.

La escultura se encuentra en el cerro de «El Raspado» en el municipio de La Concordia, a 186 metros sobre el nivel de la carretera

Sandra de los Santos / Aquínoticias

Me dice que las tardes en ese lugar son preciosas, le creo y me emociono. No hay hora del día que disfruté más que cuando el sol se empieza a esconder, pero no hay necesidad de encender las luces porque falta para la oscuridad y todo se ve despejado y lindo. Es un color ámbar precioso que me imagino verlo desde los ojos del enorme Cristo Pescador de La Concordia.

En el municipio de La Concordia, ubicado en la región frailesca del estado, es común que las personas hablen de la «vieja Concordia», la que quedó bajo el agua por la construcción en 1974 de la presa hidroeléctrica Belisario Domínguez. Lo dicen con nostalgia, hay quienes crecieron ahí, recuerdan ese espacio que ahora ya no existe.

Una tarde desde el mirador del Cristo Pescador. Foto. Julio Ramírez.

Pedro Ramírez Álvarez, arquitecto de profesión y originario de ese municipio, es una de esas personas. Su añoranza fue tanta que la convirtió en el enorme Cristo Pescador de La Concordia, una escultura de 33 metros, que evoca la edad de Jesús, y fue construida sobre el cerro «El Raspado».

«Quería darle a La Concordia un nuevo lugar que nos diera identidad, que fuera algo de unión y ya antes había puesto en ese cerro una Cruz, pero me la quitaron, así que empezamos con el proyecto del Cristo Pescador» cuenta el arquitecto.

El proyecto comenzó hace ocho años, aún no está concluido, pero está abierto al público y es un sitio que ha ayudado a que tanto personas del municipio como de otros lugares lleguen al lugar, consuman en sus alrededores y hasta pernoten en la localidad.

Desde los ojos del Cristo se puede apreciar el embarcadero. Foto: Julio Ramírez.

El «tour» en La Concordia es bastante económico y familiar, y hasta ideal en estos momentos de contingencia sanitaria ya que todos los espacios son abiertos y aunque hay visitantes, no es un lugar tan concurrido como otros.

«Se puede llegar desde la mañana, comer en el embarcadero unas mojarras que son deliciosas y después subir al Cristo y ver el embarcadero desde allá, ahora también ya hay una terraza que permite ver el acantilado y es seguro. En la noche se puede ir a caminar al pueblo, ver el Cristo iluminado, y temprano ir a dar un paseo en lancha» sugiere Pedro Ramírez.

Cualquiera podría pensar que es un empresario local y que tiene negocios ligados al turismo, lo cual no estaría mal, pero no es así. Su lugar de residencia es Tuxtla Gutiérrez y a La Concordia va a recoger sus pasos de la infancia, a querer hacer algo por el lugar que le dio muchos recuerdos.

La escultura mide 33 metros haciendo una evocación a la edad de Jesús. Foto: Julio Ramírez.

Los recursos con los que ha edificado y sostenido el proyecto han sido propios, producto de su trabajo como constructor. El espacio está abierto al público de manera libre y para su mantenimiento se requieren alrededor de 20 mil pesos mensuales.

El ex presidente municipal, José Octavio García Macías le propuso al arquitecto darle obras municipales y que las ganancias se invirtieran en el proyecto y así fue, pero cuando terminó su trienio se quedó solo con la construcción, la cual ha continuado por su cuenta.

El Cristo Pescador de La Concordia está construido a 186 metros de altura sobre el nivel de la carretera, y la escultura mide 33 metros, unos 11 pisos para darse una idea. El diseño de la obra y la construcción es del propio arquitecto y la escultura del artista peruano, Pedro Cullá Ramos.

Aunque la propiedad es privada, está abierta al público y no se cobra por ninguno de los servicios. Se pide a las y los visitantes que cuiden el lugar, que lo haga suyo, y que en la medida de sus posibilidades ayuden a que el proyecto avance.

Pedro Ramírez dice que mientras tenga trabajo y salud continuará con este proyecto, que es su regalo al pueblo que quedó bajo el agua, es su forma de decirle a su tierra que la quiere y que aunque esté a unas horas de distancia la piensa todos los días.

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