El poder como droga / Álvaro Robles

Lula da Silva no ha podido vencer su mayor adicción: el poder. A sus 70 de edad, Lula decidió correr riesgos con tal de sentarse nuevamente en el trono público, y con ello se acercó más a la cárcel que al palacio de Planalto en Brasilia. Álvaro Uribe buscó modificar la Constitución de Colombia en su afán de alargar su presidencia. Evo Morales en Bolivia, hoy hace circo, maroma y teatro para contrarrestar el resultado del referéndum que le impide un cuarto período. La historia de los Kirchner para mantenerse 12 años seguidos en la Casa Rosada de Argentina. Luego las transformaciones: el Daniel Ortega de 1985 con el presidente Ortega de hoy, tras sus últimos nueve años en el poder, resulta una figura prácticamente irreconocible de aquél que alguna vez luchó contra la dictadura de Somoza en Nicaragua. Huelga decir de los Castro en Cuba, de Vladímir Putin en Rusia, Berlusconi en Italia y de los Clinton o Bush en EUA.
El poder, como cualquier droga, provoca una adicción entre quienes lo ejercen, y más aún si lo ejercen por períodos prolongados. Pero la longevidad en el trono casi siempre termina por arruinar la reputación, baste revisar la historia. El poder público en su espíritu moderno tiene fecha de caducidad. Sin embargo por alguna razón los políticos están imposibilidades de entenderlo. Eso debería ser lo primero que deberíamos de conocer de los grillos locales, cuando comienzan a hacer campaña en Chiapas, porqué del menoscabo de esta datos pagamos todos, por largos periodos, la intoxicación de los insensatos.
Vea usted a la fauna local. Los que están como alcaldes o legisladores han estado pegados en la teta de gobierno por décadas, enriqueciéndose con el dinero que el gobierno federal manda a Chiapas para los más pobres. O, los eternos legisladores Julían Nazar, Arely Madrid, Yanet Ovando Arrazola, Amadeo Espinosa, por decir algunos, que solo ven en las cámaras legislativas la posibilidad de portar membrete, tener sueldos ostentosos, así como conseguir picapore para acceder a los recursos públicos -otra vez, si señor- que el gobierno destina a los pobres.
De los cuatro candidatos visibles al gobierno de Chiapas, tres vienen de cuna política y entienden que el poder público como tal, se disfruta y permite además, acceder a un plan económico para el retiro, que envidiarían hasta los propios japoneses y taiwanudos.
¿por qué no somos capaces de apreciar eso cuando votamos? ¿por qué muchos creen en personajes como AMLO cuyo discurso maniqueo exhibe su voluntarismo personal, barnizado de preocupación social y su arbitrariedad, y su totalitarismo lo lleva incluso al seno de la familia? ¿ si quiere servir al pueblo de México, forzosamente lo tiene que hacer desde el gobierno? Hoy nos sentimos escandalizados por las declaraciones del cretíno Donal Trump, cuando en casa tenemos y iguales pillos desbordados de personalidad, en el nivel claro está de la localidad.
No acabo de entender de aquellos que van felices a participar en una reunión de cumpleaños del insulso anodino y falto de valor Emilio Salazar ( ayer mismo salió a lengüetear salva sea la parte del joven gobernador luego de su balandronada cobarde) y estiman que eso es un privilegio. Llegaron dicen más de 30 legisladores federales y muchos funcionarios federales… ¿con qué dinero creen que pagaron los boletos de avión esa bola de mafiosos que vinieron a solazarse ? ¿ De donde creen que salió el pago para el trago y la comida? Y luego la caterva de pobretones y gorrones regresan a su casa a rumiar lo mal que estamos en el país y se ponen a escribir en el feis, recetas de moral.

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