Lo que viene es administrar lo que está en curso y cerrar. Desde ahora, preparar la entrega de la administración pública con la información de lo que se realizó, los pendientes existentes, los retos enfrentados y los fracasos que se tuvieron, porque cuando se gobierna no todo es triunfo; hay que enfrentar y superar –y no ocultar– lo malogrado.
Desde el sur de México, el Presidente de la República, dio lectura a un mensaje en ocasión de su quinto año de ejercicio. Lo hizo en una entidad gobernada por su partido y que le representa mucho en la medida en que por una parte de Campeche pasa el Tren Maya, obra emblemática para esta administración que, desde el inicio, ha estado en el centro de la polémica.
No hay que considerar, sin embargo, que porque al Presidente le quede sólo un año de gobierno signifique que se vaya a guardar. Al contrario, se prevé que su presencia en el espacio público sea aún más significativa para apuntalar a su partido-movimiento en el año electoral.
El clima político está caliente, él lo sabe y está consciente de ello. El impacto mediático de este, el penúltimo discurso de corte de caja de López Obrador, no fue el esperado. Una parte de la atención se dirigió a Xóchitl Gálvez quien al llegar al Palacio Legislativo de San Lázaro para participar en el inicio del primer periodo de sesiones del tercer año de ejercicio de la LXV Legislatura fue arropada y ovacionada por priistas, perredistas y panistas. Mientras tanto, la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, aguardó casi una hora en un salón contiguo al de sesiones para entregar el informe de gobierno que deberá ser revisado con rigor y paciencia por los legisladores.
Los aplausos hacia una y la “plancha” para otra muestran cómo se empiezan a mover las fichas del ajedrez, algo que en la historia del sistema político mexicano no es nuevo, que registra prácticas de erección de monumentos y de enterramientos políticos; por el contrario, si no pasarán cosas así, ciertamente, algo estaría ocurriendo para mal.
Pero no fueron los únicos gritos que se escucharon en el Congreso los de apoyo a Gálvez. El bloque oficialista, por su parte, lanzó porras en favor de Claudia Sheinbaum. También se escuchó: “¡Marcelo, entiende, el presidente no te quiere! ¡Marcelo, aguanta, el pueblo se levanta!”. La división es notoria.
Será un penúltimo año de gobierno difícil. La clase política estará ocupada de sus asuntos (la lucha por el poder) y el oficialismo andará muy afanado en conservar el poder frente a una candidata de oposición que puede ser muy competitiva. La tarea de la ciudadanía, mientras tanto, es la de seguir siendo críticos con los gobernantes, exigentes con quienes asuman las candidaturas y responsables con las decisiones que se tomen (una de la más importante es la del voto en cualquier sentido).