Esta es la segunda parte del trabajo que presentamos, a propósito del 14 de febrero, sobre las experiencias de diferentes personas en las aplicaciones en línea de citas
Sandra de los Santos / Aquínoticias
Las historias que en este trabajo se muestran son apenas una muestra de lo que sucede cuando se abre el abanico de posibilidades que significan las aplicaciones en línea.
Después de que se publicó la primera de las dos partes de este trabajo algunas personas se comunicaron conmigo para contarme sus propias experiencias. «A mí un tipo me dijo que estaba muy interesado en andar con una mujer mayor, pensé que tenía unos veinte porque yo tengo 40 años; pero me va diciendo que tenía 37 años».
Dos personas más me dijeron que conocen a sus actuales parejas por medio de Tinder, y una más que conoció al padre de su hija también por medio de una aplicación de citas.
También hubo muchas personas, me sorprendió el número, que me externaron que la razón por la que no se animan a entrarle a una aplicación de citas es porque temen que les hagan «bullyng» sus amistades.
Cuando se entra a buscar encuentros por esta vía con la mente abierta, las máximas medidas de seguridad posibles, y la intención de conocer personas diversas es posible que algo interesante esté por venir. Acá las dos últimas historias que les cuento para cerrar este trabajo.
No hay tiempo para conocer personas de otra forma
Patricia tiene 43 años, y un trabajo que la absorbe más de la mitad de su día. Es madre de una niña de 12 años, y solo tiene libre dos fines de semana al mes así que le resulta casi imposible conocer a personas de la manera tradicional. El tiempo juega en su contra.
Debido a esto es que se animó, después de su separación en el 2019, a entrarle a las aplicaciones de citas. Su experiencia ha sido diversa, algunas de ellas relacionadas a los riesgos de utilizar aplicaciones en línea para citas, y otras que más tienen que ver con los conflictos en las relaciones humanas.
Con la primera persona que inició una relación que conoció por este medio, resultó casado. «Mis amigas siempre me decían que si quería saber si un hombre estaba casado hay que ver qué hace los domingos y así pasó…me resultó sospechoso que entresemana estaba muy pendiente de la relación, pero los fines de semana nunca estaba disponible» recuerda.
También por medio de las aplicaciones de citas conoció a dos personas más con las que formalizó una relación, ambas terminaron por cosas que no están relacionadas con que el primer contacto haya sido por medio de internet.
Antes, la medida de que un amor había resultado era el tiempo, si lograban llegar juntos a la vejez era una muestra de que tuvieron un final feliz, ahora, el tiempo es relativo. Hay amores de unos años y hay hasta los de un día, Patricia ha tenido, en los últimos años, relaciones en las que se reconoce enamorada y contenta. Aunque no hayan terminado en un «juntos para siempre».
Ella es de una generación que deambula entre ejercer una vida sexual libre y plena sin importar el qué dirán y el cuestionarse siempre si lo que está haciendo no es un exceso.
Se ha enfrentado a la crítica de parte de sus familiares y amigos por decir, abiertamente, que usa aplicaciones de citas para conocer personas, ella misma se lo cuestiona a veces. «Una vez le pregunté a mi prima si no estaba siendo una pu** por hacer esto y ella me dijo que si no cobraba, pues, no lo era».
En las aplicaciones de citas ha encontrado personas con las que ha conversado por un tiempo, pero no ha concretado una cita. También ha tenido encuentros, que no han terminado en una relación amorosa, pero sí en una amistad entrañable.
Paty busca una relación formal, hasta ahora no ha encontrado alguien con quien compartir su vida, pero sigue en la búsqueda.
La honestidad en las aplicaciones de citas
Las relaciones afectivas, así sea en aplicaciones de citas o presenciales, necesitan empatía y honestidad.
«Yo pongo fotos mías en donde me veo panzón porque estoy panzón para que luego no quieran encontrar algo distinto cuando me vean, mejor que me vayan conociendo» dice Ignacio de 43 años, que tiene una larga lista de citas que ha hecho por medio de aplicaciones.
Es consciente que ser hombre le da una situación de privilegio en las aplicaciones de cita porque no se tiene «tanto» qué preocupar por la cuestión de la seguridad.
«Sé que para las mujeres es más difícil, yo trato siempre que ellas pongan el sitio donde quieren que nos veamos, darles la mayor seguridad posible para que no vayan más nerviosas de lo que implica una primera cita, y se den el chance de conocerme».
La peor experiencia que ha tenido en las aplicaciones, cuenta, es haber tenido un encuentro con una chica que le gustaba mucho, pero que cuando la vio en persona resultó que sus fotografías tenían mucho filtro. «Era alguien distinto».
El rechazo es algo con lo que se tiene que lidiar en las aplicaciones de cita. Ignacio piensa que las personas deben de ser lo más honestas que puedan sobre qué buscan al subir sus perfiles en estas aplicaciones, que tengan la mente abierta y dejar a un lado los prejuicios.
La búsqueda del amor o cualquier relación sexo-afectiva puede ser un camino accidentado así sea que se camine de manera presencial o virtual. Cada quien anda la vereda como mejor puede e intentando llegar a buen destino. Ojalá y siempre la recompensa valga la pena.