En la Mira / Hector Estrada

La farsa de los programas sociales

[dropcap]D[/dropcap]icen los que saben de políticas públicas que los programas asistenciales en México generalmente nacen con sustento social, pero terminan aplicándose con visión política, y en Chiapas el reciente proceso electoral ha sacado a la luz pública innumerables ejemplos de esa corrupción que parecen justificar semejante premisa.
Las «Canastas Alimentarias» son un ejemplo del mal uso de programas asistenciales, donde la lucha contra el hambre es lo que menos ha importado a los operadores regionales de esta estrategia gubernamental. Tan sólo durante el 2014 se entregaron medio millón de despensas en diversos municipios de Chiapas.
Para 2015 (año electoral), según fuentes extraoficiales, podría haberse alcanzado ya la misma cifra durante los primeros seis meses del año. Intensificando los repartos justamente durante los meses previos a las jornadas electorales federales y locales. Cifras exorbitantes cuyos montos oficiales se desconocen aún.
Pero el problema no se sustenta en las cantidades o presupuestos que se destinan a este tipo de programas cuya esencia podría ser altamente justificable, la controversia central se basa en la anómala aplicación que se da a estos nobles presupuestos sociales que terminan convirtiéndose en medios para el condicionamiento o movilización de votantes.
Ahí está el otro ejemplo escandalizado a través de las redes sociales con el programa «Bienestar, de corazón a corazón» que, según acusaciones de grupos feministas, está financiado con recursos federales emanados de la Estrategia Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, bajo responsabilidad directa de la Secretaría de Gobernación.
Son alrededor de 200 millones de pesos anuales destinados para dicho programa, bajo la responsabilidad de la Secretaría para el Desarrollo y el Empoderamiento de la Mujer en Chiapas, que se ha limitado a la entrega mensual de 500 pesos a mujeres, olvidando por completo el objetivo de prevención a la violencia y la dignificación de las mismas, más allá de la simple entrega de dinero.
Al igual que lo hecho con Canasta Alimentaria en los comités de colonias, «Bienestar de Corazón a Corazón» se he encargado de reclutar mujeres para engrosar a las estructuras movilizadoras del voto, haciendo uso de los recursos para condicionar sufragios y convertir a la mujeres en simples masas de votantes o relleno de eventos políticos.
Muy lejos han quedado las estrategias de prevención a la violencia de género o el impulso al desarrollo profesional en las mujeres chiapanecas. Para la Secretaría para el Desarrollo y el Empoderamiento de la Mujer (SEDEM) no hay dato más importante que el número de empadronadas en sus programas de dádivas asistenciales.
Para esta dependencia parecen no ser relevantes las altas cifras de feminicidios o violencia contra las mujeres en Chiapas, no es importante la evidente disparidad en las oportunidades laborales o de espacios públicos para las féminas en la entidad. La SEDEM es hoy sin duda una dependencia distante a las verdaderas necesidades de las chiapanecas que piden a gritos autoridades verdaderamente comprometidas con su género.

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