En la Mira / Hector Estrada

Los adelantados tras la silla de Velasco

De manera vergonzosa, la develación del nombre de Eraclio Zepeda Ramos en el muro del Congreso del Estado, este lunes, pasó de un homenaje póstumo a un «desfile show» de pasarela política donde los acostumbrados excesos del gobierno en turno y el protagonismo de los aspirantes al próximo relevo sexenal terminaron por opacar al verdadero motivo de la tarde.
Como ya es costumbre, desde muy temprano, personal de giras del Gobierno del Estado convirtieron al centro de la capital estatal en una zona de difícil tránsito. Más de cuatro cuadras acordonadas para el arribo de un gobernador caracterizado por su férrea determinación para mantener la mayor distancia posible con la ciudadanía tuxtleca, desde aquellas tan contraproducentes elecciones de julio pasado.
Al menos en la capital chiapaneca, ciudad desde donde «se supone» despacha todos los asuntos de la entidad, Manuel Velasco se ha convertido en un fantasma, en un político de cercos de seguridad y apariciones fugaces en eventos públicos, en un gobernante lejano, de fotografía, acostumbrado a los exagerados operativos.
Pero la tarde que se supondría sería de Eraclio Zepeda no se la robó Velasco Coello, el evento fue arrebatado por los prematuros «candidateables» que en plena mitad del gobierno verde ya se encuentran puestos para aprovechar cualquier oportunidad que les permita robar cámara y delimitar espacios políticos.
Ahí estaban en primera fila (entre fotos y declaraciones fuera de lugar) los senadores Roberto Albores Gleason, Luis Armando Melgar Bravo y Zoé Robledo Aburto; este último con un poco más de mesura, a diferencia de sus colegas que no pierden oportunidad para tratar de figurar y ganarse el beneplácito del mandamás en Chiapas.
También hicieron acto de presencia los anfitriones: el Presidente de la Mesa Directiva del Congreso de Chiapas, Eduardo Ramírez Aguilar cuyas aspiraciones gubernamentales parecen cada vez más distantes, así como el diputado itinerante (casi ausente permanente) Williams Ochoa Gallegos que sólo se aparece en el Congreso cuando es «estrictamente necesario».
Melgar Bravo, en pleno marco del homenaje póstumo y en total falta de respeto a la familia de Zepeda Ramos, incluso aprovechó las cámaras para asegurar que está «preparado para ser gobernador de Chiapas». Los demás no desperdiciaron la oportunidad para tomarse la foto grupal con quien podría cederles el poder sexenal… De Emilio Salazar y uno que otro ya «quemado» mejor ni hablar.
Es así como la clase política de Chiapas convierte los merecidos homenajes en escaparates publicitarios y de relaciones públicas, de la misma forma en que los gobernantes han convertido al muro de honor del legislativo estatal en un espacio donde algunos faltan y muchos sobran, un lugar para adular al linaje familiar del gobernante en turno.
A más de dos años del proceso electoral para el siguiente relevo sexenal, los ánimos de los adelantados están a la orden del día, pues entre ellos parece que cada vez hay menos espacio para la paciencia, con miras una contienda estatal al que cada vez le hace falta menos tiempo de cocción.

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