En la Mira / Hector Estrada

En Chiapas perdió la democracia

Los resultados finales de las elecciones federales realizadas el pasado domingo sólo han dejado en claro una cosa: la credibilidad en los partidos y los procesos electorales está más deteriorados que nunca, pues, por lo menos en Chiapas, el desplome en los índices de participación ciudadana, los votos anulados y los bajos niveles de votación para los partidos de oposición así lo demuestran.
Al concluir el conteo de más del 99 por ciento de las actas capturadas, resulta evidente que en Chiapas definitivamente no hubo contienda electoral. Casi el 70 por ciento de los votos fueron acaparados por la coalición establecida entre el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que ganaron las 12 diputaciones federales disponible en la entidad chiapaneca.
Para que usted comprenda mejor qué tan mal están los grandes partidos de «oposición» en Chiapas, es conveniente precisar que en estas elecciones hubieron más votos anulados (84 mil 213) que los votos obtenidos por el Partido Acción Nacional (PAN) con 57 mil 431 votos o el Partido de la Revolución Democrática (PRD) con 79 mil 626 votos.
Ni el PAN ni el PRD lograron alcanzar, por separado, el seis por ciento de la votación total. Los demás partidos pequeños, a excepción de Morena, ni siquiera superaron los 41 mil votos o el tres por ciento del total de las votaciones, cada uno.
Morena se cuece por separado. Junto al triunfo del candidato independiente en Nuevo León, el partido de Andrés Manuel López Obrador resultó la mayor sorpresa de los comicios, logrando convertirse en la tercera fuerza electoral a nivel nacional (sólo dos puntos porcentuales por debajo del PRD) y la segunda fuerza política en Chiapas con más de 88 mil votos.
El caso de Morena resulta un tema para analizar. Se trata un partido de reciente creación que compitió por primera vez en unos comicios federales, sin grandes presupuestos para propaganda electoral en medios masivos de comunicación y poca presencia de sus candidatos entre la ciudadanía, por lo que deja de manifiesto que «de manera silenciosa» ha construido ya una buena estructura de voto duro.
Sin embargo, el dato más revelador se ha situado justamente en la participación ciudadana de este año. Se trata de un desplome importante de la presencia de votantes en las urnas. La participación registró una baja de 17 por ciento en comparación con la pasadas elecciones de 2012 cuando se registraron más de dos millones de votos (63%), a diferencia de este domingo en que apenas de alcanzó un millón 450 mil votos (46%).
En comparación con la elección donde fue electo Manuel Velasco Coello como Gobernador de Chiapas, este domingo hubieron más de medio millón de votantes menos, medio millón de chiapanecos que simplemente decidieron no regresar a las urnas, causando también una reducción en los votos totales obtenidos por la coalición PRI-PVEM que en 2012 alcanzó un millón 343 mil votos y este año apenas rebasó el millón de votos; con todo y la estructura gubernamental en sus manos.
La muestra más clara del desinterés ciudadano es el Distrito IX en Tuxtla Gutiérrez, con un padrón nominal de casi 300 mil votantes, donde la participación ciudadana ni siquiera rebasó el 29 por ciento y en el que Morena se colocó como la segunda fuerza política, incluso por encima del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Las cifras duras generadas por los comicios de este domingo 7 de junio son claras y tajantes. Las elecciones estatales se registraron como mero trámite electorero, lejos de una verdadera contienda y más distante aún de la auténtica voluntad ciudadana mayoritaria. Se puede declarar entonces que el desinterés social y la falta de credibilidad en la «democracia» resultaron vendedores en Chiapas.

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