En nuestras propias manos

Miguel González Alonso

[dropcap]E[/dropcap]n el marco del décimo año en el que se celebra el Día Internacional de la Protección de Datos Personales es necesario hacer un análisis de los riesgos que vivimos. Las leyes internacionales y mexicanas hablan de una serie de filtros de seguridad que tanto el sector público como el privado tienen que implementar y obedecer para la custodia de los datos personales, sobre todo de aquellos llamados sensibles, que contienen la información más íntima de cada uno.
En cuanto a legislación en la materia, somos de avanzada; a decir de la práctica habrá que trabajar más para cumplir con la Ley local en el sentido de Garantizar la Protección de Datos Personales; sin embargo la realidad individual es otra.
Desde el momento mismo de encender una computadora o un Smartphone, exponemos nuestra vida a una serie de algoritmos que concentran todo lo que hacemos, algo similar a lo que relató George Orwell en su novela 1984 en dónde el ojo del omnipresente Big Brother miraba y escuchaba todo; sin querer el ser humano, casi 70 años después, ha llegado a esa etapa, no en la que la Policía del Pensamiento limita a las personas, pero sí en la que uno mismo expone su vida a un mundo en el cuál todos se vuelven jueces. ¿Y por qué razón? Por que parecería que ya no hay nada que esconder y que esta anti-utopía planteada por Orwell, es real.
Por otro lado, Byung Chul-Han, quien es un referente mundial en cuestiones de sociedad y transparencia, plantea en su ensayo La Sociedad de la Transparencia que ser transparente no es una característica propia del ser humano pero a la vez que «si no estás expuesto, no existes» creando un mercado en donde se venden y consumen intimidades, lo que da respuesta a la interrogante planteada en el párrafo anterior.
Es entonces tiempo para que limitemos el uso de aplicaciones que hagan check-in en automático al momento de ir a un restaurante, que cuidemos lo que publicamos y que la finalidad de compartir una fotografía en determinado lugar no obedezca a la necesidad de indicar el momento preciso y las circunstancias en que la gráfica fue tomada y sí sea el recuerdo del momento, que los contadores de distancia no le den herramientas a los malintencionados para detectar por dónde y con qué frecuencia recorremos ciertos lugares, que no expongamos nuestra ubicación, que la tecnología sea una herramienta y no un dolor de cabeza. Es el momento de que la Protección de Datos vuelva a estar en nuestras manos y que a partir de ¡ya! se trabaje sobre todo con los jóvenes y el uso que le dan a las redes sociales y se eviten así circunstancias lamentables en que la delincuencia organizada pueda alcanzar a ciudadanos mexicanos quienes pudieran verse en hechos dramáticos como: el secuestro, la trata, entre otros de los cuales en nuestro país ya hay hechos documentados.

*Consejero Ciudadano IAIP Chiapas

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