En Resumen… / Pascual Enrique Cruz Galdamez

La muerte anunciada del PRI

El cuasi nonagenario Partido Revolucionario Institucional se encuentra en un estado agónico y con él todas sus huestes. Para nadie es un secreto que el principal culpable de la grave enfermedad que padece el tricolor y que lo tiene al borde de la muerte resultó ser el mismo que en una ocasión se convirtió en «el remedio» que en su momento sirvió para aliviarle aquel dolor fulminante que en el año dos mil lo sacó de Los Pinos, pero ahora, es el mismo que le provocó esa enfermedad al priismo y lo mantiene allí, abandonado a su suerte, en su lecho moribundo.
Efectivamente, la terapia intensiva en la que se encuentra el revolucionario institucional, no es producto de los desgastes provocados
por otras fuerzas y partidos políticos; el otrora partido fuerte, de las mayorías, el invencible, hoy se está a punto de culminar un sexenio en medio del desencanto social y de una tremenda crisis consecuencia de la impericia, de la desmedida ambición y de
la falta de dignidad frente a otras fuerzas externas, de esta nueva clase que se apoderó del PRI y que está representada por Enrique Peña Nieto, Enrique Ochoa Reza, seguido de sus empleados empoderados como son Miguel Osorio Chong y Luis Videgaray Caso, en
Gobernación y Hacienda-Relaciones Exteriores, respectivamente, por mencionar a los más sobresalientes de la cofradía en el poder; al menos son los que dan la cara, los que encabezan la estructura en el organigrama.
Desde la fundación del PRI, en 1929, cuando Plutarco Elías Calles decidió terminar con el caudillismo e iniciar la era de las instituciones, buscó agrupar a todos los sectores políticos que existían al término de la revolución; posteriormente en 1938 con Lázaro Cárdenas, se transformó al Partido Nacional Revolucionario en Partido de la Revolución Mexicana y se crearon los sectores
campesino, obrero, popular y militar, éste último sector fue quitado en 1946, cuando adoptó el actual nombre de Partido Revolucionario Institucional; los militares conformaron al interior del priismo la Unidad Revolucionaria, compuesto mayormente por militares retirados.
En los festejos de los 88 años del PRI, se dio a conocer la separación de Carolina Monroy del Mazo y la inclusión de Claudia Ruiz Massieu, en la secretaría general lo que hace evidente el resquebrajamiento interno del priismo, pero que no es otra cosa que la novatez de Ochoa Reza y sus titiriteros, quienes de una vez se están dando por despedidos en la próxima elección federal a efectuarse
en el 2018, donde otros partidos políticos como el PAN y MORENA han reducido a casi nada a Peña Nieto y a sus muchachillos, a quienes en breve los mandarán al ostracismo o a jugar muñecas, de donde nunca debieron haber salido.
La derrota del PRI en el Estado de México en las elecciones para gobernador a efectuarse el próximo 4 de junio, vendría a ser el último clavo en el ataúd político de Peña Nieto y su pandilla; sobre todo porque ni queriendo van a tener el apoyo de priistas como Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón, mucho menos de quienes prácticamente fueron echados del gabinete de Peña y
del PRI, de viejos lobos de mar como Emilio Chuayfet, entre otros que seguramente están esperando la estrepitosa caída de esa cofradía.
Para muestras basta un botón y en Chiapas los priistas son un claro ejemplo de lo arriba expuesto, no hay ni habrá candidato de unidad para la gubernatura del estado y si lo hay no será Roberto Albores Gleason; los priistas de la vieja guardia a nivel nacional ya dejaron entrever que Alboritos es una muestra palpable de esa ambición desmedida, deslealtad y de la indignidad con la que ha conducido al PRI estatal, sometiéndolo a sus caprichos al nombrar a todos sus familiares delegados nacionales. Manlio Fabio y otros pesados del PRI nacional también están jugando sus cartas. Willy Ochoa y José Antonio Aguilar Bodegas ya son parte de la elección interna en la que se elegirá candidato para el 2018, y ambos están repuntando mientras que Albores Gleason se aleja de esa posibilidad. Cacarear que es carta fuerte de Luis Videgaray a Albores le salió contraproducente, pues los priistas no quieren nada con todo lo que tenga que ver con Peña Nieto y su banda…. Al tiempo.
Si los priistas no se reúnen en torno a la unidad y dejarse de jaladas y de caprichos de niños malcriados, ese estado agónico pasará a una muerte política segura. En Chiapas el culpable de que los priístas no hayan acudido al llamado de su líder nacional se llama Roberto y se apellida Albores Gleasson.

Por hoy es todo, nos leemos en el próximo En Resumen

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