Encapsulamientos, detenciones, vallas, y gas lacrimgeno en marcha del 8M

El colectivo Brigada Humanitaria de Paz Marabunta dio a conocer el cateo por parte de policías capitalinas de una vivienda en la que estaban niñas y mujeres que practicaban arte circense y que participarían en las manifestaciones

Angélica Jocelyn Soto Espinosa / Cimac Noticias 

Ciudad de México. A pesar del ambiente represivo y la pandemia por Covid-19, miles de mexicanas marcharon en la Ciudad de México este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, para exigir una vida libre, en autonomía y sin violencia.

Llegó el segundo #8M de la administración de Andrés Manuel López Obrador sin que él cambiara su discurso con respecto a los movimientos feministas. «Son grupos manipulados por los conservadores y sus exigencias son ataques políticos», ha insistido el mandatario federal en sus conferencias de prensa durante todo su sexenio.

Este 8 de marzo, López Obrador también insistió en que su gobierno es diferente al de las administraciones pasadas por no ser represivo.

Lo que no dijo el mandatario es que la policía hoy esperaría a las manifestantes con granaderos en los bordes de las principales avenidas del centro, encapsulamientos, detenciones y gases lacrimógenos.

Cateos, muros metálicos y detenciones previas a la marcha

Tres días previos a la marcha del 8M, el gobierno federal desplegó un muro de acero nunca antes visto para proteger el Palacio Nacional de las manifestantes. No obstante, durante el fin de semana, niñas y mujeres aprovecharon para plasmar en él mensajes feministas e historias de víctimas de feminicidio. Convirtieron la valla en un memorial.

Por la noche un día antes de las manifestaciones, un grupo de defensoras de los derechos de las mujeres proyectó con luces en las vallas y la fachada del Palacio los mensajes: «México feminicida», «Un violador no será gobernador» y «aborto legal ya». Esto también inédito en un #8M.

También en la noche de ese día, el colectivo Brigada Humanitaria de Paz Marabunta dio a conocer el cateo por parte de policías capitalinas de una vivienda en la que estaban niñas y mujeres que practicaban arte circense y que participarían en las manifestaciones de hoy. La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México informó más tarde que durante el cateo presuntamente encontró armas que serían utilizadas en la marcha de este día, pero Marabunta aseguró que todo eso fue sembrado.

Llegó el día. Este lunes 8 de marzo, al mediodía, un grupo de jóvenes feministas que intentaba llegar al Centro de la Ciudad para la manifestación quedó encapsulado por policías durante tres horas seguidas afuera del Metro Hidalgo. También trascendió que la policía revisaba la mochila de cada usuaria.

Marcha atípica 

La cita para iniciar la protesta del #8M era a las 3:30 de la tarde en el Monumento a la Revolución; sin embargo, desde las dos de la tarde varios contingentes empezaron avanzar hacia el Zócalo capitalino. El contingente de víctimas, que generalmente marcha primero, se quedó hasta el final de la protesta.

Ahí estaba Tranquilina Hernpandez, cuya hija Mireya Hernández, desapareció en 2015 en Morelos y hasta ahora no hay ninguna línea de investigación que apunte a su paradero. En todo el camino hacia el Zócalo, hubo cuatro casos más. Muy similares entre ellos, el de Karen Cornejo Vega, desaparecida en la Ciudad de México el pasado 20 de febrero e Itzumi Alejandra Álvarez Hernández, desaparecida el 19 de octubre de 2016. Las madres, tías y amigas de mujeres desaparecidas que hablaron con Cimacnoticias no fueron convocadas por ningún contingente sino que llegaron a la marcha con la esperanza de que alguien se interesara en sus casos.

Mientras un contingente de jóvenes consiguió avanzar hasta el Zócalo, otro grupo decidió desviarse hacia el Metro Hidalgo, frente a la sorpresa de la sociedad y la policía capitalina.

Una vez en Hidalgo, las jóvenes gritaron «libérenlas», «libérenlas», «liberenlas» en referencia a las defensoras detenidas en el Metro desde las 12 del día. Luego vinieron los petardos y los gases contra las manifestantes. «Fuimos todas, fuimos todas, fuimos todas» gritaron juntas.

Al punto de las cuatro de la tarde trascendió que las jóvenes habían sido liberadas. No obstante, la marcha ya estaba dividida para entonces y se hizo un gran hueco entre los contingentes.

En el Zócalo capitalino, los primeros contingentes lograron derribar una de las vallas frente a Palacio pero la policía que aguardaba detrás de las vallas respondió con una ofensiva de gas lacrimógeno que no se había visto antes.

El gas llegó hasta varios metros hacia la plancha del Zócalo y alcanzó al bebé de una vendedora de aguas. El gas era tan tóxico que logró disipar a todas las mujeres cerca de la valla, el bebé de la trabajadora se ahogó y 20 minutos después, en medio de la desesperación de la madre, logró recuperarse.

Cerca de las cinco de la tarde, nuevos contingentes seguían avanzando hacia el Zócalo. Uno de de estos grupos, que intentó tirar las vallas en Bellas Artes, se confrontó con la policía. También hubo petardos y gases, y varios minutos después la policía decidió retirarse.

Pese a las repetidas zonas de enfrentamientos con la policía, miles de mujeres consiguieron llegar al Zócalo y, aunque no pusieron el tradicional templete, los distintos contingentes formaron grupos en los que hicieron mítines, así como actos artísticos y de protesta.

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