Fanny Argüello, el legado que deja en la lucha por los derechos de las mujeres trans

La activista perdió la vida hace unos días debido al COVID-19

Sandra de los Santos / Aquínoticias

Fanny Argüello Romero tenía 39 años cuando falleció la semana pasada de COVID-19. El nombre y el sexo que quedó asentado en su documento de defunción fueron distintos al que le pusieron en su acta de nacimiento. Ella fue una de las primeras en lograr en Chiapas, mediante un juicio, que se le reconociera su cambio de identidad. Fue contadora pública de profesión y activista por los derechos de las mujeres trans, sobre todo, de las que ejercen el trabajo sexual.

A Fanny la conocí por mis hermanas hace un par de años, era amiga de ambas, aunque su relación era más cercana con la más grande de ellas, Virginia, de hecho la conocí en el festejo de su cumpleaños.

Fanny tenía (¡Qué difícil hablar de ella en pasado!) un carácter fuerte, pero también era toda alegría. Soltaba una frase, que ameritaba la risa, atrás de otra, y si junto a ella estaba «Tevea» o Arturo todo eran carcajadas.

Después, la ubicaba en las marchas feministas  o en diferentes eventos en donde hablaba sobre los derechos de las mujeres «trans», la discriminación que persiste hacía ellas, sobre todo, las que son trabajadoras sexuales.

Conocí su historia de vida, de cómo desde  «niño» quería su cambio de identidad, pero era imposible imaginarlo en una comunidad de Chiapas en los 80´.

Ella migró para estudiar la universidad y luchó por sus sueños, tanto el de lograr una carrera universitaria como cambiar su identidad. Se hizo activista.

Para honrar su memoria y su legado, le pedí a tres personas que fueron cercanas a ella, que escribieran sobre la vida de Fanny. Lo hacen desde la amistad, el reconocimiento a su trabajo y la empatía. Desde la conciencia que es necesario nombrar en positivo a las personas que han luchado por los derechos de quienes siempre han sido discrimiandos.

Osiris Roque, activista por los derechos de las personas trans.

 Fanny fue la hermana que la vida me regaló, en ella encontré el mejor ejemplo que pude tener y agradezco a Dios por permitirme conocer a esa mujer guerrera, trabajadora llena de amor y alegría.

Mi existencia cambio desde el primer día que la conocí, siempre estuvo ahí apoyándome, llorando juntas y compartiendo risas. Partió de una forma repentina que no me dio tiempo de decirle  adiós.

Nunca encontrare una hermana así tan excepcional como ella, la extraño demasiado, nos faltaba mucho por convivir y viajar. Tenía  metas y sueños para superarse, porque siempre veía la manera de crecer y salir adelante. Fue un  ejemplo de muchas, se realizó  como la mujer que siempre soñó de niño, y sobre todo profesionista y activista, alzando la voz por todas y ahora deja un gran legado donde todas podrán caminar.

Fue parte de mi familia, la seguía donde ella estaba, amaba su compañía, ahora solo me queda agradecer  que me dejara a su familia y sus mejores amigos.

Fanny, fuiste amada y amaste. Algún día nos volveremos a ver, te amaré por toda la eternidad, hermanita.

Alejandro Rivera Marroquín, coordinador estatal de VIH, Infecciones de Transmisión Sexual, Hepatis C de la Secretaría de Salud del Estado

En el año 2016, semanas antes a la conmemoración al Día Mundial de la Lucha contra el Sida, nos reunimos con Fanny Romero Arguello a quien habíamos invitado para compartir una estrategia de trabajo basada en la promoción de la salud sexual en mujeres trans trabajadoras sexuales.

La conversación  inició entre cafés la narrativa de su historia de vida, un momento en específico en que enfrentó la lucha contra el sida defendiendo a una compañera trans que vio fallecer, en un ambiente de atención médica hostil en Salina Cruz, Oaxaca. Cuando nos  platicó sus ojos se llenaron de lágrimas de dolor y rabia por ese recuerdo de alguien que perdió la lucha contra la pandemia.

Las mujeres trans tienen una probabilidad de enfrentar la infección por el VIH hasta 49 veces mayor que la población en general, como consecuencia de la falta de equidad y acceso en los servicios de salud para esta población, basada en la discriminación estructural.

Fanny alzó la voz porque vivía y conocía bien de toda la violencia y discriminación en contra de las mujeres trans. Era una mujer que organizó la participación comunitaria,  generó propuestas para el cambio en mesas de trabajo sobre trabajo sexual. Marchó sobre la Avenida Central de Tuxtla Gutiérrez con un vestuario que respondía a las contradicciones de la moral sexual tradicional, que escuchaba atenta las propuestas de colaboración por su fuerte compromiso con sus pares, que se basaba en su propia historia para la sensibilización;  pero que también exigía respuesta cuando se trataba de hacer cumplir a las instituciones públicas con sus deberes.

Fanny  ha dejado un legado importante a través de su activismo por la salud de las personas trans, el derecho al reconocimiento a la identidad legal de las personas trans, el derecho fundamental a la no discriminación de las personas LGBTTTIQA+, el derecho a decidir de las mujeres o el derecho a una vida libre de violencia para las mujeres, donde también participó en las movilizaciones convocadas por el movimiento feminista, denunció  el acoso y violencia que experimentaban en las calles las trabajadoras sexuales, exigió la igualdad en la protección y seguridad como ciudadanía, su lucha fue por los derechos humanos.

La propuesta que le presentamos, en aquel 2016, se llamaba ProtesTTT, que buscaba visibilizar a la población TTT (travesti, transgénero, transexual) pro test o pro prueba al VIH, como parte de las estrategia de prevención combinada. Sin embargo, su propia lectura fue este llamado a protestar por la salud, por hacer un eco sobre este derecho fundamental entre sus compañeras trans, así fue como iniciamos la colaboración y logramos que por vez primera las mujeres trans estuvieran al frente de la conmemoración del Día Mundial del Sida, 2016 con el entonces titular de la Secretaría de Salud del Estado de Chiapas, donde llegó acompañada por casi medio centenar de chicas trans en general, trabajadoras sexuales en calle, algunas migrantes de Centroamérica, que participan con Fanny Arguello y otras líderes de la comunidad desde la organización Diana Sacayan, A.C.

Fanny, en aquella reunión platicó su experiencia como estudiante en universidad particular en la capital del estado de Chiapas, una exitosa carrera como profesional de la contaduría pública de una empresa de gas, donde se le obligó a renunciar una vez que inició su proceso de transición.

Fueron muchos espacios, donde la coincidencia en una visión, la salud de las personas trans, nos permitió colaborar activamente junto a sus compañeras. Para la conmemoración del Día Mundial del Sida del 2018 representó a través de su organización Diana Sacayan, junto a  mujeres titulares de instituciones públicas estatales y municipales, científicas y académicas de gran reconocimiento en el mundo, ahí estuvo ella con la participación de las mujeres trans en los foros académicos sobre la salud, mujeres y VIH que se realizaron.  Participamos en mesas de trabajo con el Ayuntamiento Municipal de Tuxtla Gutiérrez o la Comisión Estatal de los Derechos Humanos.

También celebramos el inicio del mes del orgullo el 2 de junio del 2018 cuando nos acompañó junto a mi esposo en nuestra boda, una celebración de la lucha por los derechos humanos donde Fanny también ha dejado un importante legado, que deberá continuar por la inclusión, la igualdad, la dignidad, los derechos, por la vida de las personas trans en Chiapas.

David Vásquez, representante del Observatorio Ciudadano de los Derechos de la Población LGBTTTI

Fanny Argüello Romero, nació el 17 diecisiete de octubre de 1982 en la colonia Hidalgo Pueblo Nuevo en el municipio de Villa Comaltitlán, Chiapas, hija del señor Adiel Arguello Sánchez y la señora Caritina Romero Deciano. No recuerdo la fecha cuando la conocí, pero fue en el año 2016, la recuerdo con su personalidad estrambótica, cálida y con su lenguaje tan peculiar, en la época en la que tuve el gusto de coincidir con ella por primera vez, se estaba organizando con otras mujeres trans trabajadoras sexuales para conformar una Organización que velara por la defensa de los derechos de las mujeres trans de la calle (como ella decía) y fue así como surgió «Diana Sacayán, transformarse es vivir a.c.» con el apoyo de Arturo Alfaro Castellanos.

En aquel momento, tenían dos situaciones apremiantes, el reconocimiento del trabajo sexual sin estigma y discriminación y el acceso a la identidad de género y ambas eran urgentes.

Fanny en algún momento me comentó que vivía y trabajaba en Oaxaca cuando empezó a vivir su transición, fue despedida cuando asumió plenamente su identidad femenina, también empezó a recibir más violencia y más burlas, por eso se movio a Chiapas nuevamente, quería empezar de cero. Se defendía con las palabras que le salían del corazón cuando se sentía agredida y no le importaba decorarlas con diplomacia.

Entre las batallas que le tocó enfrentar fue la acusación que los vecinos que están en contra del trabajo sexual ofertado en la vía pública del centro de la ciudad de Tuxtla le hicieron por trata de personas, corrupción de menores y venta de drogas. Llegaron a catear su domicilio en la madrugada, no le encontraron nada, por lo que la acusación se archivó.

Recuerdo que Fanny con su peculiar forma de hablar me dijo: «mampo, qué vamos a hacer pues, si están en derechos humanos hagamos algo» y fue cuando nos sentamos a planear la estrategia de incidencia para el reconocimiento de la identidad de género, debo admitir que teníamos muchas dudas, pero con Jakeline Sauza, Visitadora Especializada de la Mujer de la Comisión de Derechos Humanos en aquel momento, nos sentamos para planear una estrategia y así fue como se dieron los primeros casos de reconocimiento de personas trans de manera legal en Chiapas.

En Fanny admiré su capacidad de liderazgo y también la facilidad para reinventarse, siempre fue resiliente. También, siempre tenía una frase exótica que nos obligaba a sonreír y siempre invitando a su casita en una playa de Oaxaca que con mucho esfuerzo logró comprar.

Debo admitir que era muy querida, en algunas ocasiones fui invitado a su casa en Villa Comaltitlán, con su familia, era un personaje que destacaba. Se movía imponente por las calles y siempre conociendo a alguien a quien saludaba con mucho afecto.

Ahora, Fanny, seguirá caminando por Comaltitlán y las calles de Tuxtla, pero de otra manera.

 

 

 

 

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