Galimatías / Ernesto Gómez Pananá

El problema

Durante toda la semana pasada, la “polémica” sobre los nuevos libros escolares continuó: por un lado el presidente -en su papel- declarando que los nuevos libros se mantienen, por otro, infinidad de neoespecialistas criticándolos y rasgándose las vestiduras ante tamaños sacrilegios y faltas a la moral. Entre los adjetivos más sentidos que se le han dado a las nuevas publicaciones se les tacha de “comunistas”.

Sobre el tema, y desde mi experiencia personal como egresado de instituciones públicas, algunas “no -inquisitorias” sugerencias .

Ojalá y las buenas conciencias que critican las deficiencias de los nuevos libros de texto, también criticaran y se escandalizaran por el abandono escolar derivados de la pobreza y la pobreza extrema. Ojalá se escandalizaran por las precarias condiciones de miles de escuelas del nivel básico en nuestro país, sin baños, sin luz eléctrica, sin bancas ni pizarrones. Sin puertas ni ventanas. A merced del calor, de la lluvia o del frío. Estudiantes carentes de útiles escolares, sin zapatos, sin un desayuno con nutrimentos mínimos.

Ojalá y las buenas conciencias se escandalizaran por un calendario escolar en el que, con el menor pretexto se suspenden clases, ya sea por viernes mensuales de consejo técnico, puentes largos, incapacidades médicas, asambleas sindicales o parosenprotestaporloquesea, lo que resulta en programas sin concluir y niños y niñas que al llegar a preparatoria no se saben las tablas, no saben quién fue Hidalgo y ya ni decir que del verbo “haber” no hay conocimiento, muchísimo menos dominio.

Ojalá y las buenas conciencias se escandalizaran por estas generaciones que se están formando metidas en la tablet o el smartphone como sustitutos del cuidado adulto, enajenadas, horas y horas y horas aisladas del mundo real y entendiendo todo a través de Snapchat o TikTok y soñando con convertirse en “influencers”. Escalofriante.

Ojalá y se escandalizaran ya no digamos por la educación musical de las nuevas generaciones, eso ya es mucho pedir. Ojalá y atendieran a las letras que canta cualquiera de esas megacelebridades y que van de la misoginia a la apología de la riqueza fácil, sin dejar de lado por supuesto, la idealización de la delincuencia y el narcotráfico. Eso me preocupa más, mucho más que el hecho – por cierto, falaz- de tener libros comunistas.

El problema -parafraseando a Arjona- no son los libros, el problema no es la escuela. El problema es el sistema educativo.

Oximoronas 1. De pena ajena la postura del presidente nacional del PAN, un caballero de nombre Marko Cortés, que, cual inquisidor medieval, llama a los padres de familia a quemar los libros nongratos o al menos a arrancarles -faltó precisar si con crucifijo en mano y en la plaza pública- las páginas satánicocomunistas de las que disientan. Ridículo intento de atraer reflectores. Pobre diablo.

Oximoronas 2. Ya faltan sólo unos días. Pronto sabremos a quién prefieren los mexican@s: Wendy, Emilio, Poncho, Sergio o Nicola. Para la otra “gran elección” falta un poco más.

Oximoronas 3. La violencia no para. Ni parará. Esto va empezando.

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