Homo Textual / Francisco Javier Andrade

La frase de la semana

La frase histórica que dicen -y escribo dicen, porque no me consta, no estuve ahí, no viví el momento; que la frase haya dado pie al ataque de los guantes blancos a los muchachos una semana después-, propició la muerte de estudiantes del movimiento estudiantil de hace 48 años en la capital del país (movimiento que le ha dado de comer y bien, a muchos líderes, escritores e intelectuales de la época) «hemos sido tolerantes hasta en exceso criticables», en voz del expresidente Gustavo Díaz Ordaz; no es más que la segunda parte de «la chinga me la estoy llevando yo» del gobernador Velasco.
Para empezar el Movimiento del 68 no tiene nada que ver con el Movimiento Magisterial; lo jóvenes de aquel entonces eran eso, jóvenes que despertaban del letargo de una época, el cual se vieron afectados en su desempeño social y económico de años atrás.
Rolando Cordera Campos, en un extracto de su material Movimiento del 68: Una perspectiva de economía política, aporta que «El movimiento estudiantil de 1968 no tuvo en las contradicciones económicas su motivación principal o determinante. Fue la incapacidad de la política estatal para asimilar los cambios en la estructura social, propiciados por el desarrollo económico, la que propició una movilización que pronto puso en evidencia la matriz autoritaria del poder político posrevolucionario.
«De primera intención, podría proponerse que la «economía política» de ese tiempo no tuvo mucho que ver con lo ocurrido en las calles y universidades de la capital del país y otros estados de la República. Habré de corregir más adelante esta proposición, pero no sobran elementos para pensar que la vinculación entre la economía y la política tuvo una dirección contraria a la comúnmente imaginada: que fue más bien la economía política posterior, la de la inestabilidad, las devaluaciones, las crisis y los derrumbes de los años setenta y ochenta, la que recibió y resintió el impacto multivariado de ese «desastre del desarrollo» (Albert Hirschman) en que al final se convirtió el movimiento estudiantil, con su secuela de represión masiva, cerco estatal a las universidades y, al despuntar los años setenta, opciones armadas revolucionarias y «guerra sucia».
En un fragmento del libro Entre lo posible y lo probable. La experiencia de la transición en México, publicado por Grupo Planeta, cita que «En 1968 los estudiantes mexicanos desnudaron con tanta eficacia y casi naturalidad el autoritarismo, hasta entonces revestido de crecimiento económico y de conformismo, que su movilización fue un primer paso hacia el desmantelamiento de uno de los aspectos centrales de este régimen: la no participación.
«Cuando la apatía y la despolitización sustentan la autoridad, como había sido el caso en México en las tres décadas anteriores, las demandas de participación efectiva ponen en juego el equilibrio político, el cual se verá profundamente alterado en caso de que tales demandas sean satisfechas. Esto es, desde los años 40 y como efecto de las luchas del periodo anterior, la participación política había sido considerada fuente de inestabilidad, y la necesidad de superar tal inestabilidad fue una de las justificaciones centrales de las políticas de desmovilización –la educación y el control sindical y partidista, por ejemplo–; en cambio, a partir de 1968 fue abriéndose paso la idea de que la no participación era tanto o más desestabilizadora que su opuesto. En la década de los 60, el sistema político mexicano todavía era considerado un éxito».
Y así sucesivamente me podría ir sacando extractos de miles de textos sobre el tema que servirían de comparativo que aquel movimiento no tuvo ni tiene nada que ver con lo que estamos padeciendo hoy en Chiapas.
En la geografía chiapaneca, a carencia de líderes, a la ausencia de la no continuidad del movimiento zapatista de 1994, que finalmente se redujo a letritas, anécdotas, cartitas lindas y bonitas de Marcos; cualquier movimiento -solo unos cuantos- lo hacen suyo. Mas ahora con la irrupción de internet y las redes sociales.
Todos han sido Marcos, todos han sido zapatistas, muchos se han declarado fulana de tal asesinada por un homicida; todos hemos sido todo, pero desde una computadora o un celular; tuvieron más arrastre las convocatorias de los excandidatos a la alcaldía municipal tuxtlecos, que otra cosa.
La protesta magisterial se está apagando a raíz del entorpecimiento de la vida económica del estado; la paz y tranquilidad de los pueblos. Unos miles ahorcan a más de cuatro millones de chiapanecos.
Así que nada que ver un movimiento estudiantil real a un movimiento de unos líderes que no quieren perder a toda costa sus privilegios, plazas para vender y jugosas, pero jugosas prebendas. Movimiento que por cierto ha despertado sospechosismo desde que Andrés Manuel López Obrador declaró su apoyo, ¿acaso la CNTE será la estructura política electoral de Morena para el 2018? ¿O es un modo de presión para que liberen a la maestra Elba Esther Gordillo? ¿O las autoridades de educación tanto a nivel federal como estatal están coludidos con los maestros para asentar inestabilidad en el gobierno de Peña Nieto? Y así nos podríamos pasar la vida elucubrando, porque nunca nos detendremos a caer en la cuenta qué hay realmente detrás del movimiento magisterial en Chiapas. No conviene a los líderes.
¿Qué hay detrás de todo esto? Porque los atropellos de los maestros en Chiapas no han traído ningún beneficio ni para ellos ni para el pueblo; porque una y mil veces se les ha dicho que la solución a sus problemas no está aquí, está en la capital del país: en Los Pinos, en el Congreso de la Unión, en el Senado de la República, en la SEP; ¿porqué aquí?, ese es otro cuestionamiento.
Así que aparezca la frase «hemos sido tolerantes hasta el exceso criticables», 48 años después es nostálgico, (y no debemos descartar que es una buena frase) a la cual reaccionaron sólo porque lo retomó «sus» ídolo de barro Carlos Loret, de ahí vinieron otros; sino ni en cuenta.
Eso sí, hemos sido tolerantes hasta el exceso criticables fuera de la entidad, los chiapanecos, los empresarios los políticos, los funcionarios públicos, los gobernantes, los periodistas, los ciudadanos de a pie, los líderes religiosos; por tanta pasividad, por permitir que unos cuantos ningunéen nuestras vidas.
Hemos sido tolerantes hasta el exceso criticables, porque la calidad y nivel educativo en Chiapas está en los últimos lugares; y eso no es bronca de los chiapanecos, es estrictamente asunto entre el magisterio y el gobierno.
Hemos sido tolerantes hasta el exceso criticables, porque la calidad educativa (la básica) no permite tener más y mejores profesionales para recibir al turismo, porque arrastramos un lastre; y eso también es un asunto entre magisterio y gobierno.
Y hemos sido tolerantes hasta el exceso criticables, por no tener los valores civiles, éticos, cívicos y ciudadanos para demostrar que en nuestras manos está evaluar a los políticos y gobernantes cada tres años, en las urnas y con ello evitar esto que estamos viviendo; que se repita año tras año.
Siempre lo he dicho y lo diré hasta el cansancio, hasta el exceso criticable, el rollito ese de que si hay que evaluar a los maestros, pero también a los políticos y gobernantes; si siempre hemos tenido esa maravillosa herramienta en nuestras manos y no lo hemos hecho porque «protestamos» no yendo a votar; ¡su abuela! eso es de retrógradas; también los ciudadanos se han pervertido, se han prostituido y eso también abona a que seamos hasta el exceso criticables.
En el 2018 no hay que permitir que nos doren la píldora, hay que hacer valer nuestro voto, hay que desquitar lo que cuesta. Vote por quien usted quiera, pero vote. Para que no luego seamos en exceso criticables.
Zona de los archivos adjuntos

@pakoandrade

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