Injerencia politica indigena y femenina: Agenda 2030

Los integrantes de Une Sin Fronteras esperan terminar con los estereotipos que se han arraigado en la sociedad y que son un obstáculo para que las mujeres sean vistas como actoras sociales de cambio y sujetos de derechos

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]U[/dropcap]no de los mayores retos en las elecciones de 2018 será que el principio de paridad de género sea respetado.
A la fecha, el derecho de la mujer por acceder al poder se ha logrado —en algunos estados— con simulación y en muchos otros ellas ni siquiera han alcanzado cargos de elección popular, a pesar que los partidos tienen la obligación de postular a mujeres y hombres en el mismo número de candidaturas, es decir, mitad y mitad.
2018 será, por mucho, un año electoral importante. Se elegirá a los diputados locales de 28 estados y nuevos ayuntamientos en 24 entidades, por tal motivo es urgente cambiar el escenario actual, lograr que las mujeres ocupen puestos reales y sobre todo que los partidos no solamente «cumplan» con las cuotas de género.
Conscientes del reto que se avecina en la próxima contienda electoral, integrantes de la asociación civil Une Sin Fronteras han impulsado la participación juvenil en la sociedad a través de foros, programas y con la difusión de propuestas que contribuyan a la construcción de más y mejores espacios para que las jóvenes puedan tener injerencia en la política.
María Natarén Moscoso, presidenta nacional de Une Sin Fronteras, explicó en entrevista que es a partir de la Agenda 2030 como este grupo de jóvenes promueve la participación de la mujer. Se les da a conocer cuáles son los instrumentos de participación ciudadana que existen y cómo pueden aplicarlos, con la firme intención que ellas estén más informadas y que puedan impulsar, incluso, políticas públicas que aporten al respeto de sus derechos.

Igualdad de género en la agenda 2030

De acuerdo con Natarén Moscoso, México es reconocido a nivel internacional como impulsor del género en la agenda 2030, un plan de acción que entró en vigor el 1 de enero de 2016 y que está basado en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) enfocados en desafíos globales urgentes.
La agenda 2030 establece una visión transformadora hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental; sin embargo, de forma particular el país adoptó dos metas: la transversalidad de género y el impulso de género en la participación política.
En este sentido, desde Chiapas, Une Sin Fronteras trabaja con los jóvenes para que la mujer vaya abriéndose camino en la política y mejore su participación en ella.
La presidenta nacional de la organización detalló que los foros en escuelas son los espacios de apertura más fuertes que hasta el momento han encontrado, principalmente porque las mujeres representan el mayor porcentaje de población estudiantil en el estado y dijo sentirse ansiosa por contribuir a la construcción de un espacio que genere oportunidades de desarrollo para las jóvenes chiapanecas.
«La meta es dar a conocer instrumentos de participación ciudadana y enseñarles cómo aplicarlas para que sean incluidas; por eso a través de las redes sociales, Une sin Fronteras recolecta temas que son de interés para las y los jóvenes chiapanecos que, incluso, en algunas ocasiones no teníamos contemplados en la agenda».
Lo anterior, ha dado buenos resultados y a petición de muchos jóvenes temas como, indígenas y su participación en la sustentabilidad, la igualdad de género en la participación juvenil, el papel de la mujer en el activismo juvenil y el feminismo como una corriente positiva dentro del desarrollo humano, han sido incluidos.

La participación de la mujer en la política

La participación de la mujer en la política no está limitada a un cargo de elección popular, también puede hacerlo desde la organización civil y el activismo.
Sin embargo, México ha visto un aumento considerable en la participación política de la mujer; en la actualidad, la representación del género femenino en el Senado es del 37.5 por ciento; en la Cámara de Diputados del 42.4 por ciento; del 3 por ciento en las gubernaturas; y del 14.2 por ciento en las presidencias municipales.
Desde los colectivos, la participación de la mujer y los jóvenes también ha sido importante; de acuerdo con María Natarén, la mujer ha sido un pilar importante en la lucha por los derechos igualitarios y que se estima que ocho de cada 10 personas involucradas en organizaciones civiles que luchan por la igualdad de género son jóvenes.
De ello deriva la importancia de promover la participación ciudadana de los jóvenes, crear conciencia sobre el valor de emitir el voto y acercarse a los partidos políticos y candidatos que se han promovido para conocer sus propuestas e intereses.
«Cada vez es más difícil que los jóvenes se interesen en el voto pero si de política hablamos están muy interesados, es sólo que la política clásica hace tiempo que ha dejado de interesarles porque se basan en un mismo sistema, algo que ya ha quedado obsoleto».

Zonas indígenas jóvenes y políticas

Uno de los principales problemas que Une Sin Fronteras ha identificado en las zonas indígenas es la falta de conocimiento de los derechos que las jóvenes y ciudadanas tienen por ser mujeres; sin embargo, también han notado que la mayoría de las jóvenes son aguerridas y apuestan que, con las herramientas necesarias, podrán ser importante agentes de cambio.
Según datos del Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve) basados en los resultados de la Encuesta Intercensal 2015, en el país el 31.6 por ciento de la población son jóvenes y de ellos, el 21.3 por ciento son indígenas (5.7 millones).
El mismo documento refiere que en México 6 millones 146 mil 479 de habitantes que hablan una lengua indígena son mujeres. Oaxaca es el estado con el mayor número de mujeres hablantes de una lengua materna con 906 mil 202, a la lista se une Chiapas (873 mil 154) y Veracruz (561 mil 295).
El número de habitantes indígenas es alto pero los avances que se han dado en la lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres y de los pueblos indígenas han dado pocos resultados; las mujeres jóvenes indígenas siguen siendo invisibilizadas como actoras sociales de cambio y sujetos de derechos.
Datos del Consejo Nacional de Población (Conapo) indican que las mujeres hablantes de lengua indígena son las que presentan también mayor rezago educativo, una de cada cuatro se encuentra sin escolaridad y una de cada cinco cuenta con secundaria completa.
Todos estos datos, aunque negativos, pueden ser una diferencia en los próximos años; a través de la información brindada por instituciones y organizaciones de la sociedad civil puede contribuirse al empoderamiento de la mujer, dando como resultado que las jóvenes busquen nuevos esquemas de participación en el que sean reconocidas e integradas a espacios en los que puedan beneficiar a otras mujeres.

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