La casa del Jabonero / Enrique Romero

Chenaló, del Estado de Derecho a Fuente Ovejuna

Lo ocurrido el pasado miércoles en Chiapas muestra no sólo la crisis política social que se vive, sino la vulneración del estado de derecho y prefigura nuevos y peligrosos escenarios para dirimir los conflictos postelectorales y el malestar social.
Da el mensaje que si no es por la fuerza, el gobierno no resuelve, y eso es muy delicado.
Las imágenes y videos donde aparecen los diputados Eduardo Ramírez Aguilar y Carlos Penagos, siendo «levantados» con lujo de violencia para ser llevados de la curia de San Cristóbal de las Casas a la cabecera de Chenalhó, también las imágenes donde aparece ERA vestido de mujer indígena y ambos con los rostros lívidos entre una muchedumbre que se impuso por la fuerza, son contrarias a sus palabras en la entrevista con MVS, con Denis Maerker, en la que dice que «fueron invitados» a ir a ese municipio. ¿Así de pesado se llevan ERA y Penagos con los indígenas de Chenalhó, de zape, patada y collazo..?
La realidad es que a ambos, y con ellos el gobierno estatal, una asamblea popular, al más puro estilo de «Fuente Ovejuna», les hicieron «manita de puerco» y les obligaron a realizar lo que durante dos meses se habían resistido, a quitar a Rosa Pérez de la Presidencia Municipal, para poner Miguel Santiz Álvarez. Es entendible que cedieran, había la amenaza de lincharlos y colgarlos, situación que también minimizó ERA, incluso que lo vistieran de mujer parahumillarlo. Dijo en conferencia de prensa que no se sentía ofendido, que entendía los usos y costumbres.
Y si es entendible que por temor a perder la vida cedieran, lo que después no se entiende es esa actitud de «aquí no pasó nada», y que se pretenda ver como un ejercicio normal de gobierno el deponer a una autoridad constitucional y hacer la voluntad de una turba enardecida. Crea un peligroso precedente que socaba el Estado de Derecho, y da la sensación de que el gobierno es un «tigre de papel», feroz con maestros, burócratas y empresarios, pero «manso» y dúctil con la paisanada, presto a seguir la actitud de «flojito y cooperando». Todo indica que se abrió un hoyo para tapar otro. Y eso será cuento de nunca acabar. Si su hijo está por entrar a la universidad, aún está a tiempo de evitarlo.
A abogados, ingenieros, biólogos, etc. recién egresados les cuesta mucho trabajo encontrar empleo y son mal pagados. Con lo sucedido en Chenalhó la oferta de trabajo como guardaespaldas va a subir como la espuma. Podemos esperar ahora ver a cualquier funcionario segundón con su docena de guardias para evitar ser «invitado» a alguna comunidad inconforme. Así que aún está a tiempo de que su chamaco reciba capacitación para ser «guarura» oficial y vivir, con riesgos pero buena paga. ¿O no? Aunado a la violentación del orden constitucional, Eduardo Ramírez Aguilar, dijo en conferencia de prensa, que hay que analizar la posibilidad de inhibir la participación de partidos políticos en esa comunidad, al igual que en otras comunidades con características similares, hasta que se recomponga el tejido social. En pocas palabras, con comunidades indígenas «broncas», el Verde ya no quiere «queso», sino salir de la ratonera para evitarse problemas. Van cuatro presidentas municipales que pierde el Verde en municipios indígenas, producto de los conflictos postelectorales.
Pero qué necesidad, para qué tanto problema, dijera Juan Gabriel en su guapachosa canción, si lo que se requería era un proceso electoral limpio, transparente; no el peor cochinero electoral de la historia de Chiapas, que dio como resultado la remoción de todos los consejeros del IEPC. Este es el origen del mal que aqueja ahora al gobierno verde. El futuro los alcanzó. Se requería también un secretario general de gobierno eficiente, que detectara a tiempo los focos amarillos, que no los dejara convertirse en rojos y estallar. La operación política, diálo y concertación, han sido nulos. El Secretario de Gobierno es autista, ni ve ni oye. O lo que sería más triste, el gobernador ni lo ve ni lo oye… Queda claro que dentro de su rusticidad, los indígenas de Chenalhó por instinto detectaron que no era el secretario de gobierno (a pesar que esa es su función) el que les podía resolver el problema, vieron con claridad que el poder tras el trono lo tenía ERA y ERA fue su objetivo. ERA no tenía que estar en la mesa de negociación en San Cristóbal de la que lo levantaron a rastras y empujones. Era Gómez Aranda quien tenía que estar ahí, porque esa es la función de su cargo, no la del presidente del Congreso. Tampoco estuvo Gómez Aranda en la negociación para liberar a los diputados retenidos. Fue el mismo ERA quien negoció su liberación, quien cumplió con quitar a Rosa y poner a Santiz. Decir que Rosa renunció «voluntariamente» no es creíble. La situación de riesgo y las presiones la hicieron renunciar, tal vez hasta se lo demandó el gobierno. Así que fue «voluntariamente-a-güevo», que Rosa metió la licencia. No es la primera –remember Oxchuc-, ni puede ser la última. El meollo del asunto es que el famoso Estado de Derecho se ha visto vulnerado primeramente por la autoridad, al realizar elecciones fraudulentas que no dejaron contenta a la población, luego se ignoró la separación de poderes, al realizar el legislativo tareas del ejecutivo, por no decir, usurpar funciones, y así «ad nauseam». Ahora, como resultado de todo lo anterior, es la paisanada la que se pasa por el arco del triunfo las leyes e impone por la fuerza lo que no le dieron mediante la legalidad. Condenable tanto una situación como la que se deriva de ella porque esto solo trae una espiral de zozobra y
de inestabilidad política.
No, pueden decir misa en conferencias de prensa, en entrevista con medios nacionales, lo cierto es que no hubo «final feliz», que no se ha visto un encaramiento de las fallas y problemas que afronta el gobierno, sino un «maquillaje» de los hechos. Algo como cuando a una mujer le pega su marido, se embadurna la cara para tapar los moretones, y sale a la calle asegurando que el suyo es el mejor de los matrimonios, que el hombre es un tanto «difícil», pero que la quiere mucho. Hasta que un día amanece en el hospital o sin vida. Porque en Chiapas no pasa nada; y cuando pasa, no pasa nada.
Lo cierto es que esperábamos un mesaje del gobernador, donde apareciera en vivo explicándonos qué ocurre, que acciones tomará, tal vez la admisión de errores, el anuncio de cambios en su gabinete por perfiles nuevos y dignos. Nos quedamos esperando. Sólo un comunicado de prensa hubo donde llama al diálogo, como se llama a misa. No se ve un viraje de timón, no se ve un cambio de estrategia y actitud. Dice la experiencia que si sigues haciendo lo mismo de siempre, obtendrás los resultados de siempre.
El cambio urge! Profético resultó el discurso de Zoé Robledo en la tribuna del senado donde cuestionaba ¡Qué pasa en Chiapas» y exponía desde el problema magisterial, el del transporte y los conflictos postelectorales. Ese mismo día los maestros se enfrentaban con la policía en Tuxtla, los diputados eran levantados y llevados a la fuerza a Chenalhó, y los chiapacorceños sacaban a la fuerza de su pueblo a los policías federales alojados en un hotel local. Todo en el mismo día. En resumen, ante la ausencia de oficio político, la solución de los problemas mediante el diálogo respetuoso y en un marco legal, la violencia y la ley de la selva, la del más fuerte. La aplicación del ojo por ojo que nos acerca a un mundo de ciegos. Parafraseando a Velasco, cuando aspiraba a la gubernatura: «Lo peor está por venir». Fuente Ovejuna, todos a la una. Abur!!!

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