La Gobernabilidad Diplomatica / Miguel Ángel Reyes Ballinas

A Mario Prado López, allá a dónde vayas, Gordo. A Irma Ramírez Molina, amiga querida, cuenta conmigo siempre.

Cuando pensamos en una gobernabilidad política y social construida a base del esfuerzo, no podemos dejar de pensar en la historia de Chiapas, desde aquella que nos independizó de Guatemala y nos anexionó a México, hasta la más reciente cuando el EZLN rompió la realidad construida en 1994 (en el espejo del TLC) y nos situó en el momento exacto de nuestra pobreza: la gobernabilidad también es justicia social.
Hoy, cuando no hemos superado nuestra pobreza extrema (multifactorial, ancestral y cultural), los fantasmas del pasado vuelven y se ponen delante de nosotros: la gobernabilidad es una delgada línea, frágil, que a los chiapanecos no nos han dejado desarrollar plenamente.
Oxchuc nos pone de manifiesto todo lo que hemos dejado pendiente y en el olvido: pobreza por principio de cuentas, atraso educativo como ingrediente principal, política partidista como sazonador de un caldo explosivo que muestra la inconformidad ciudadana del hartazgo y de intereses políticos cruzados.
Fue un capricho político imponer a María Gloria Sánchez en su tercer periodo como presidenta municipal, cuando tres veces lo ha sido su marido y la población había pedido respeto por la determinación a elegir a su propio alcalde. Como capricho fue imponer al Verde en San Juan Chamula y, arrebatarle por la fuerza del método, un bastión histórico al PRI.
Ahí hay un pecado y ahí, habrá una penitencia.
Quiénes apostaron por la permanencia de María Gloria y públicamente dijeron que no habría Consejo Municipal en Oxchuc, deberán entender que la política interna tiene un rumbo en el sentido correcto que es tener a Chiapas en paz, no en apuntar sus baterías a una elección lejana como la del 2018, donde no todos los intereses coinciden, a pesar de sus esfuerzos por hacernos creer ese escenario ficticio.
La gobernabilidad diplomática que se despliega en Chiapas hoy, tiene un genuino interés por resolver las cosas, por encontrar solución de fondo, por dejar de aparentar y comenzar a resolver, desde los históricos problemas hasta los cotidianos conflictos: ha llegado la hora de darle oportunidad a la solución y dejar de lado el oportunismo.
Si el Ejecutivo carga los problemas que le construye el Legislativo, Chiapas no tendrá el paso sólido que muchos esperamos ver en los próximos años dentro del ámbito productivo, en la generación de una riqueza distribuida a partir de empleos formales bien pagados, de insertarnos a la dinámica nacional, de crecer a los ritmos que marca el mundo global del que no podemos decir que estamos ausentes, porque nunca hemos llegado.
Basta de tropezarnos con la misma piedra. Chiapas reclama política de verdad, de esta que permite desplegar diplomacia efectiva, que permite traer a un líder mundial como el Papa Francisco la próxima semana. No podemos –y no debemos– atenernos a la represión y la amenaza, en un mundo de libertades donde nosotros hemos dado ejemplos en varios momentos, para el país y para el mundo.
Bienvenida esa gran reforma a la constitución política de Chiapas: es precisa y es necesaria, pero que sea de verdad, sin motivo oculto, demostrando el valor del momento y la valía de las ideas del futuro que debemos contener en nuestra Carta Magna, en esta gran convocatoria al pueblo chiapaneco.
Y vayamos precisando una cosa: la gobernabilidad diplomática que maneja Chiapas es una expresión acorde a los tiempos que corren y al estilo del que gobierna, porque –vale la pena recordarlo– gobierna Manuel Velasco Coello, nadie más, desde el Ejecutivo, les guste o no, les parezca o no.

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