La lucha de la migración mexicana en Houston

Por Carlos Fabre Platas

 “Pensar en la vida es pensar en la faena cotidiana, en el esfuerzo que cada ser humano emprende para el logro de sus aspiraciones. Es pensar en la lucha que muchas veces debe librarse desde la adversidad o la dificultad que implica migrar del país de origen y dar la cara en una contienda incierta, pero no por ello desesperanzadora. Los mexicanos lo sabemos por historia, cultura y tradición.”

 María Elena Orantes, Cónsul General de México en Houston

Quién de nosotros no conoció y se emocionó con la Lucha Libre. Un deporte -espectáculo que en México tuvo su origen a finales del siglo XIX y que aún perdura como representación del litigio entre el bien y el mal. Esa oposición que encarnaron en territorio mexicano figuras de culto popular como Santo el enmascarado de plata y Blue Demon en calidad de su némesis.

Es por ello que hoy en día en Houston, Texas, en los Estados Unidos de América, están poniendo su muestra bienhechora muchos migrantes mexicanos, cuya labor es ejemplar en términos de crear comunidades virtuosas en beneficio de los más vulnerables entre nuestros connacionales, como es el caso de las niñas, niños y adolescentes, nacidos en territorio norteamericano o hijos de mujeres y hombres que, como cabeza de playa, les abrieron y les siguen abriendo puertas para el disfrute de una vida saludable, alejada del vicio de las drogas, a través del invaluable recurso del deporte materializado en la práctica de la lucha libre.

Una expresión de la cultura popular mexicana, que en el territorio de nuestro vecino país del Norte está trascendiendo como una suerte de “cruzada espiritual” en aras de construir comunidades México-americanas dignas y ejemplares rumbo a una integración virtuosa, capaz de cumplir sin desdoro los sueños y las aspiraciones de decenas de millares de compatriotas.

 Y es que hablar de la lucha libre es poner en primer plano una práctica resultado de la mezcla entre deporte y pantomima, lo cual la convierte en una de las variantes más interesantes de su género en todo el mundo. Pero más allá de ello, estamos valorando su empleo en los grupos de mexicanos emigrados, radicados o nacidos en los Estados Unidos de América, como un mecanismo de prevención y disuasión del consumo de drogas, la violencia y aún la inseguridad.

Datos recientes publicados en Numbeo (https://es.numbeo.com/criminalidad/ciudad/Houston) arrojan que en Houston, Texas, sede de las dos historias de vida que enseguida les reseñaremos como muestra de una migración virtuosa, revelan que en los últimos tres años el índice de criminalidad fue de 73.96, un nivel considerado alto, aunado a las problemáticas elevadas de gente consumiendo o traficando con drogas (69.98), de crímenes violentos como agresión o atraco armado (69.22) o crímenes contra la propiedad como robo y vandalismo (70.09).

Lo cual nos da una dimensión del trabajo que están realizando, a través de la lucha libre y para el acendramiento de valores como la salud, la disciplina y el juego limpio, dos migrantes mexicanos cuya historia de vida en pro de esa noble causa resulta un dique contra conductas antisociales y delictivas.

 Acaso los nombres de José Luis Ponce Torres y Leopoldo Llanos García podrían no decirnos casi nada, moradores de uno de los barrios más mexicanos de Houston Texas, como el barrio de “Magnolia”: por cierto el lugar donde el gran German Valdez “TIN TAN” adoptó la imagen del “Pachuco” llevándolo al cine y convirtiéndose en su mote, nos comenta el escritor de libro” La lucha libre mi segunda madre” José Llanos hermano mayor de la familia de Leopoldo.

Les estamos hablando de dos mexicanos, el primero nacido en Reynosa, Tamaulipas; y el segundo, originario de Tampico, el camino de ambos ha sido en verdad duro, pero gracias a su empeño y confianza en sí mismos, el “sueño americano” de los dos se ha vuelto realidad mediante la práctica de la Lucha Libre, un deporte que, como ya citamos, es un espectáculo del mayor impacto en la cultura y tradiciones del pueblo mexicano.

José Luis Ponce Torres, nacido el 13 de abril de 1980, primogénito de 6 hijos: Rubén, Fabiola, Celia, Michelle y José Guadalupe, nos refiere que a los 5 años de edad sufriría la pérdida de su señor padre, José, con lo cual comenzaría para él un largo y sinuoso camino difícil de superar.

No obstante, nos dice, con el apoyo de Dios y de su madre que le inculcó principios y valores, estudió y comenzó a trabajar desde muy pequeño, inclinándose por la práctica del fútbol, béisbol, boxeo y diferentes tipos de artes marciales, hasta llegar a la arena de la Lucha Libre, su verdadera pasión, debutando profesionalmente en junio del año 2000, en el Norte de la república mexicana, con el nombre de Black Star.

Por azares del destino y más aún por causa de la inseguridad prevaleciente en la ciudad de Reynosa, finalmente llegó a la ciudad de Houston, Texas, en el año 2013, enrolándose en las empresas americanas de lucha libre y en algunas otras de cuño mexicano. Más adelante, junto a su compadre Poder Nocturno, fundaron una escuela de lucha libre al darse cuenta del desempeño tan elemental de la lucha mexicana en ese país.

Tras meses de esfuerzo y sacrificio, finalmente abren su propia arena a muchos jóvenes mexicanos, a José Luis Ponce Torres alias Black Star, se le reconoce en esta parte de la Unión Americana como un impulsor de la cultura mexicana mediante el espectáculo de la lucha libre, enfocado principalmente a los niños y adultos mayores en un ambiente marcadamente familiar.

 Es protagonista de una historia de vida que ha tenido feliz desarrollo domingo tras domingo desde hace seis años, la cual constituye un ejemplo exitoso y digno de replicarse por nuestros connacionales. El sueño de los que componemos la familia Coliseo Houston, ha dicho Black Star, es que la lucha libre mexicana siga creciendo en la Unión Americana y que pueda contar con una arena propia y mejores instalaciones para seguir ayudando a los niños, jóvenes y adultos.

Y es que el Coliseo Houston se aparece en esa populosa ciudad estadunidense como un oasis en el desierto del entretenimiento y de las saludables prácticas sociales para una comunidad latina sedienta de elementos de identidad cultural y cohesión social. Se trata de una iniciativa que debe de contar con el apoyo tanto de autoridades del gobierno de Texas como de la ciudad de Houston, de la iniciativa privada y demás actores sociales, de tal modo que pueda mejorar sus instalaciones y con ello extender los beneficios sociales y culturales, que son sus principales virtudes.

Por su parte, la ruta de Leopoldo Llanos García, nacido un 15 noviembre de 1966, se remonta a su niñez, etapa de su vida en donde surgió su inquietud de progresar en la vida para poder ayudar a su familia de escasos recursos. Recuerda siempre con cariño y admiración a sus padres, Sara García y José Llanos, y nos relata que cursó su educación primaria en la escuela H.H.Flesman, posteriormente en la escuela secundaria federal #3 de Tampico, Tamaulipas, hasta graduarse más adelante como técnico en electricidad residencial, comercial e industrial en el CETIS 109 de Ciudad Madero.

Sin embargo, afirma convencido, no estaba conforme con ese logro y se dio a la búsqueda de algo más, ligado al gusto que le inculcó su padre y que fue la afición al boxeo y a su segundo amor, la lucha libre, en la cual sigue siendo un promotor incansable.

Sexto hijo de una familia de ocho hermanos, por decisión propia, migró a los Estados Unidos un 2 de enero 1992, llegando a la que fue su segundo hogar: Houston, Texas, donde comenzaría un largo trayecto para forjarse un mejor destino en un nuevo país. Así fue hasta el año siguiente en que encontró su primer trabajo de electricidad, durando en su empleo tan solo 3 días al haber sido delatado por un paisano de Tampico a causa de no tener documentos que acreditaran su estancia legal.

 En 1998 empezó a hacer sus propios trabajos con la ayuda de sus hermanos Jorge, Leobardo, Olga y sus sobrinos Jesús y Diana, y ya para el año 2000 había fundado Llanos Electric con la ayuda de su esposa Sandra, sus hijos Paul y Frank; una sólida compañía que desde entonces le ha permitido ayudar a las nuevas promesas deportivas de Tampico y de todo México.

Agradecido con Dios por todas las bendiciones que le ha dado su iniciativa, día tras día sigue al frente de la que considera es la compañía de servicios eléctricos número uno en el estado de Texas.

La lucha por salir adelante en la vida por parte de ambos connacionales, es una realidad cotidiana en estos tiempos tan difíciles: es, además, un ejemplo de la importancia social y cultural que reviste la migración con historias de éxito como las de nuestros paisanos, José Luis Ponce Torres y Leopoldo Llanos García, auténticos luchadores, tanto arriba como abajo del cuadrilátero.

Hablamos de un fenómeno global de la humanidad como la migración, la cual tiene que ser reconocida como un derecho esencial y cambiar la percepción de parte de la sociedad y las autoridades estadounidenses.

 José Luis Ponce Torres y Leopoldo Llanos García son una prueba de cómo se puede hacer comunidad en territorio estadunidense, apoyados en que la práctica deportiva fortalece la unidad familiar y la cohesión social.

Sin hipérbole, podríamos concluir diciendo que a diario y en especial cada domingo, nuestros paisanos deben de seguir luchando en el cuadrilátero de la existencia para hacer posible sus más altos sueños y contribuir a hacer una mejor comunidad mexicana.

Debe destacarse que el coliseo Houston, encavado en el corazón de una de las colonias más mexicanas de esa demarcación, es un escenario sin lujos y con un ambiente familiar donde en los intermedios son los niños quienes suben a imitar a sus ídolos antes de iniciar el próximo combate.

Acaso es en ese coso, como lo dicta la esencia del pancracio, en donde se brindan las mejores batallas entre verdaderos luchadores y luchadoras, que emocionan al extremo a los espectadores – trabajadores y trabajadoras mexicanas–, los cuales desde este lado junto a sus familia exclaman: “cada domingo podemos olvidarnos de la difícil Jornada de la semana” con un grito de aliento o una “mentada de madre”.

La memoria colectiva recordará siempre al Coliseo Houston por sus luchas, pero especialmente por hacer concurrir y prodigar alegría y esperanza a la difícil contienda de nuestros paisanos en pos del sueño americano.

Decía el doctor Jorge A. Bustamante (1938-2021), fundador e investigador emérito de El Colegio de la Frontera Norte y pionero en los estudios migratorio en México: “la región fronteriza es un espacio adyacente y asimétrico, pero de alta interacción social”. Al igual nos urgió a entender las condiciones de las movilidades humanas, cada vez más complejas y diversas frente al incremento de las desigualdades, la violencia y las crisis políticas en el continente.

La historia que en este espacio les hemos referido es una de las múltiples aristas del complejo fenómeno migratorio. Una cuestión humanitaria dadas las legítimas aspiraciones que tienen las personas y los grupos humanos en busca de mejores condiciones de bienestar

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