En La Mira / Hector Estrada

Foto: Raúl Pérez / Proceso

La CNTE y su victoria «a medias»

Y como se había advertido, para antes de que concluya la primera mitad de septiembre el prologado plantón magisterial finalmente habrá concluido, con el triunfo «a medias» de la CNTE y un gobierno priista doblegado, dispuesto a ceder la cancelación temporal de la evaluación docente dentro de una la ley educativa que seguramente terminará desplomándose junto a la administración federal que la gestó.
Aunque este lunes se ha anunciado llevar a consulta la posibilidad de levantar o no el paro magisterial, la decisión está prácticamente tomada entre las cúpulas magisteriales negociadoras y lo demás seguramente será mero procedimiento protocolario. Esta vez la CNTE no puede replegarse sin «legitimar» su determinación y lo sabe perfectamente.
El acuerdo para que el gobierno de Enrique Peña Nieto acepte la cancelación temporal de la evaluación durante el tiempo que resta de su administración es a todas luces una «victoria o derrota a modo». No consuma le derogación inmediata de dicho procedimiento, pero sí determina su congelamiento para quedar a disposición de la siguiente administración federal.
No acordar la cancelación definitiva e inmediata de la evaluación docente fue sin duda (para el régimen de EPN) parte esencial de las negociaciones para evitar el estigma derrotista antes de tiempo. Suspender el examen durante el resto de actual gobierno priista es evidentemente el abandono definitivo de esta medida que se asumió como parte esencial de la tan conflictiva ley educativa actual.
Ante el fracaso de su administración y las negativas cifras de popularidad con miras a las próximas elecciones presidenciales, Enrique Peña Nieto sabe perfectamente que la defensa y vigencia de su reforma educativa tiene como plazo límite hasta el primero de diciembre de 2018. Se ve muy complicado que el siguiente Gobierno Federal adopte un problema de autoría ajena.
Ese es el futuro real que le espera a la tan controversial ley educativa vigente. Una reforma arbitraria que ha convertido en uno de los peores lastres para la administración priista quien, con «uñas y dientes», ha mantenido una férrea defensa a fin de evitar a toda costa lo que se asumiría como su mayor fracaso político. Por eso la simulación de un acuerdo conciliatorio y no el reconocimiento de la derrota.
Lo que se ha discutido y peleado en las calles no tiene nada que ver con la calidad educativa. Ha sido siempre un conflicto estrictamente laboral y político donde los niños y las niñas en edad escolar han sido lo menos relevante entre las negociaciones. Hay que decirlo así, con todas sus letal, mejorar la educación no ha sido en ningún momento tema de interés real para alguna de las partes involucradas.
Lo rescatable de todo esto es que finalmente el ciclo escolar no se perderá como se especulado y las clases seguramente estarán iniciando después del 20 de septiembre cuando el puente de las fiestas patrias haya concluido. Esos son los acuerdos que aún no se oficializan, pero sólo aguardan a que los arreglos finales se concreten para su anunció público. Así las cosas aquí.

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