En la Mira / Hector Estrada

Chiapas y su eterna crisis salarial

Con un largo historial de saqueos en las finanzas públicas y administraciones sexenales de excesos, corrupción al máximo nivel y políticas de desarrollo económico prácticamente inexistentes, Chiapas parece estar anclado al fondo de las tablas estadísticas de pobreza y desigualdad en México, con el poder adquisitivo «más jodido entre los jodidos».
Y es que, aunque a palabra suene grotesca, resulta no haber mejor adjetivo para referirse al raquítico nivel salarial con el que miles de chiapanecos tienen que enfrentar la vida, cada vez más cara, donde los ricos conservan la riqueza, los micro y medianos empresarios batallan para mantenerse y los recursos públicos son repartidos a manos llenas entre los gobernantes en turno, sin derramas económicas con efectos reales.
Las cifras más recientes publicadas por el INEGI demuestran semejante situación. El estudio realizado durante el primer trimestre del año demostró que en Chiapas el 63.9 por ciento de la población sólo recibe hasta dos salarios mínimos por jornada laboral (146 pesos diarios), lo que representa un ingreso mensual de apenas cuatro mil 300 pesos aproximadamente, mientras el 14 por ciento de plano no recibe remuneración alguna por su trabajo.
Chiapas es por mucho la entidad con el peor poder adquisitivo a nivel nacional, muy distante a estados como Nuevo León, Querétaro y Baja California Sur donde la cantidad de personas con este bajo nivel salarial no rebasa ni el 30 por ciento de la población económicamente activa. Además de ubicarse 20 por ciento por encima de la media nacional respecto al tema.
José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), ha precisado que la crítica situación de entidades como Chiapas se debe a la precarización del mercado laboral, puesto que el hecho de que se tenga un bajo crecimiento económico ha llevado a que la mayor parte de las pocas fuentes de trabajo que se generan se encuentren en ese rango de salarios.
Y es que, la principal complejidad se centra en la cantidad de personas que sobreviven con el ingreso referido por el INEGI pues, en la gran mayoría de los casos, se trata de un presupuesto total (146 pesos al día) con el que debe mantenerse a una familia completa de cuatro integrantes en promedio. Ahí es donde el problema con el que viven casi siete de cada 10 chiapanecos para conseguir la canasta básica se hace más difícil.
En palabras simples, el nulo crecimiento económico y el fracaso de las políticas de desarrollo han sido piezas claves para tener hoy a las familias de Chiapas en una de las peores crisis del poder adquisitivo que parece no tener salida. Es así como la turbia administración sabinista y el rotundo fracaso del actual gobierno verde muestran sus evidentes consecuencias en los bolsillos de la clase trabajadora.
Para nadie es un secreto que en Chiapas la atracción de inversiones y la creación de plazas laborales han sido asuntos prácticamente inexistentes durante los últimos cuatro años. No se han abierto nuevas grandes empresas que generen empleos y los persistentes conflictos sociales emanados de la ingobernabilidad latente han terminado por dar el tiro de gracia a muchos de los pequeños y medianos empresarios que habían sobrevivido a las crisis recientes.
La urgencia de un nuevo rumbo en las políticas públicas de desarrollo económico para Chiapas es cada vez más imperiosa. Las malas prácticas y decisiones gubernamentales han tenido consecuencias graves en el bolsillo de la clase trabajadora donde la crisis salarial se ha convertido en una crisis prácticamente permanente, sin que a los gobernantes locales les represente un tema de verdadera relevancia. Así las cosas.

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