En la Mira / Hector Estrada

Corrupción, el verdugo de la educación en Chiapas

Tomando en cuenta que actualmente más del 40 por ciento de las escuelas de educación básica en Chiapas presentan carencias de infraestructura y mobiliario, resulta verdaderamente imperdonable que hasta la fecha la Secretaría de Educación en la entidad no haya podido comprobar el destino de casi 80 millones de pesos que, se supone, debieron ser utilizados para el equipamiento de los centros escolares chiapanecos en 2015.
Entre la serie de irregularidades detectadas y hechas públicas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha llamado la atención lo sucedido con el rubro educativo de Chiapas, donde las anomalías financieras han saltado a la luz una tras otra. Se trata de mobiliario comprado que simplemente no aparece y/o empleados contratados que, de plano, nadie conoce en sus supuestos centros de adscripción.
Según el informe recientemente publicado, el gobierno de Chiapas reportó a la Auditoría Superior de la Federación un gasto total de 79 millones 9 millones 999 mil pesos para la compra de mobiliario escolar como sillas de paleta, mesabancos, mesas y pizarrones que en realidad no aparecen físicamente. Esto de acuerdo al documento 15-A-07000-02-0620 620-DS-GF, integrado a la Cuenta Pública de 2015.
Asimismo, se detectó el desvío de 434 millones 50 mil pesos para el presunto pago de 30 maestros que no cumplieron con el perfil de los puestos que desempeñaban y de los que no hay evidencia de haberse presentado a las escuelas donde estaban registrados. Dentro de esta cantidad también se incluyen desvíos que iban dirigidos a dar incentivos de los que al final «no se contó con evidencia de su entrega a los beneficiarios».
A lo anterior se suman los miles de aviadores detectados en la nómina educativa, cuya presencia laboral definitivamente no pudo se corroborada por sus supuestos compañeros de trabajo. Se trata de numerosas irregularidades que hablan de evidente corrupción en el manejo de recursos públicos para un rubro tan esencial como la educación. Sobre todo de una entidad como Chiapas, ubicada en el mayor de los rezagos nacionales.
Y la indignación no es para menos. De acuerdo a datos de la organización «Mexicanos Primero», actualmente más del 50 por ciento de las escuelas en Chiapas, Guerrero y Oaxaca ni siquiera cuentan con instalaciones sanitarias funcionales, que se suman a las deficiencias en aulas y mobiliario de calidad que afectan a más del 40 por ciento de las instituciones educativas.
Aunado a lo anterior se señala que hoy más del 31 por ciento de las instituciones carecen de agua corriente, 46 por ciento no tienen drenaje, 36 por ciento necesitan áreas deportivas y el 10 por ciento ni siquiera cuentan con suministro de energía eléctrica, por lo que están muy lejos de entrar a los «famosos» estándares de escuelas de calidad.
Por eso el robo flagrante a los recursos destinados para la educación indigna aún más cuando se trata de estados como Chiapas. Una entidad donde las escuelas tienen que esperar años para recibir al menos una dotación de pupitres, donde los decentes de a pie necesitan plantarse en las calles para recibir el pago por su trabajo y miles de niños y niñas tienen que caminar kilómetros para acudir a sus aulas.
El evidente desvío de recursos en el sector educativo de Chiapas debe investigarse a fondo. Requiere de compromisos serios para aclarar el manejo de los presupuestos faltantes y sobre todo fincar las responsabilidades que sean necesarias. Tal vez sea algo difícil verse en la actual administración estatal, pero deberá ser un tema a desenmarañar mediante otras vías. Así las cosas.

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