La moratoria legislativa: Una irresponsabilidad / Raúl Eduardo Bonifaz Moedano

Haré algunas consideraciones en torno al escenario político nacional que, por supuesto nos debe interesar a todos y, definitivamente, nos interesa. Se trata del comportamiento de los partidos que forman la disidencia política en las dos cámaras del Congreso de la Unión.
Este comportamiento debe examinarse con detenimiento y por encima de las pasiones ideológicas. Se trata del acuerdo de una moratoria legislativa en el nivel constitucional. Una acción que, debemos aceptarlo, es el resultado de los conflictos políticos que hemos tenido en el país en los tiempos recientes.
La moratoria legislativa en el nivel constitucional consiste en no discutir o aprobar las iniciativas de reformas constitucionales que lleguen al Congreso de la Unión. Solamente, se podrán discutir y/o aprobar las leyes secundarias que sean recibidas en esa instancia. Las demás actividades, tales como las comisiones para los diversos asuntos quedan en actividad normal.
Como es casi un lugar común, nuestro país es una entidad nacional llena de problemas sociales, de carencias y de exigencias por parte de los ciudadanos a los cuales nos es un honor representar. México es un país que necesita una Constitución vigorosa y, a la vez, flexible en sus adaptaciones a las cambiantes condiciones de la República.
El escenario social en el que vivimos cambia de manera cotidiana y cada día se nos presentan nuevos desafíos. El país de este día no es, en términos netos, el de la próxima semana. Las realidades son volátiles e impredecibles. Lo único permanente es el cambio y a esa circunstancia debemos atenernos.
Por eso quiero expresar mi opinión sobre esta moratoria. Me parece que, por principio de cuentas, es un lance contra los intereses de los mexicanos, porque los autores de la decisión abandonaron sus obligaciones de estar atentos a las evoluciones o cambios del escenario social en el país.
La democracia consiste en debatir, en los grados que sea necesario, con los adversarios políticos. Se trata de confrontar ideas y hacerlas valer bajo el arbitraje de la razón. Cuando hay diálogos reales es posible el acuerdo o el convencimiento sobre la validez de las diferencias.
La política es acuerdo o, por lo menos, una búsqueda mediante el diálogo. Hacer política es poner frente a frente las ideas y los propósitos. La democracia es llevar las diferencias ante los ciudadanos para que ellos decidan.
Lo que hicieron las organizaciones políticas disidente es una acción política legal, pero no por eso deja de ser equivocada. México está en un proceso de cambio, debatible o no, y ese proceso debe ser analizado desde la pluralidad. Los cambios constitucionales deben darse si ese es el camino y, por eso mismo, discutirse en el foro que corresponde a los legisladores.
Los ciudadanos del país votaron por otros mexicanos para que hicieran la tarea que es, precisamente, la de legislar en todos los niveles. Votó por sus candidatos a legisladores para que ellos hicieran la tarea de ejercer y razonar las acciones legislativas. Votaron para que hicieran política en todas las circunstancias, aún en las más desfavorables.
Ciertamente, es difícil hacer política desde la posición de minoría, pero es necesario hacer la tarea y ese desafío ha quedado sin respuesta con la moratoria. La ciudadanía otorgó la confianza a sus legisladores provenientes de diversas y distintas fuerzas, para que defiendan la pluralidad en los foros que le corresponden.
Ha habido voces que han definido a la moratoria como un error político muy importante. Entre ellas quiero mencionar la opinión de Beatriz Paredes, que ha señalado la ineficacia, para decir lo menos, de estas acciones. Beatriz Paredes es un factor político y su opinión es importante, ojalá los disidentes así lo entiendan.
La moratoria, dice esta destacada militante del PRI, es un abandono del terreno político. No afecta a la mayoría gobernante, pero sí a las propuestas democráticas. Afecta a los electores que, seguramente, van a considerar que sus representantes les han fallado… que han dejado la plaza política a sus adversarios. Que han tirado la toalla como un reconocimiento de su incapacidad para el debate político.
Seguramente no hay condiciones para la aprobación de las reformas constitucionales que la mayor parte de los mexicanos conocemos como propuesta. Pero estas iniciativas deberían, por lo menos, ser discutidas y, de ser posible, aprobarlas o rechazarlas.
Las iniciativas deben ser revisadas, y cuestionadas de ser necesario. Para los mexicanos lo importante medir el valor de las ideas y de las propuestas. Es importante que haya «tiro legislativo» en el sentido político del término.
En ese orden, invito a los militantes de otras fuerzas a reflexionar sobre la conveniencia de volver a los debates. Que no se le dé la espalda a los grandes problemas legislativos de la Nación. Que vuelva a cabalgar la política.

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