De acuerdo con el ejercicio demoscópico solicitado por Morena, Claudia Sheinbaum ganó el proceso para ser nombrada como Coordinadora Nacional de los Comités de Defensa de la 4T. Su nuevo papel en el sistema político, como la virtual candidata presidencial de la coalición partidista oficialista, ha tenido actos simbólicos que buscan reafirmar su liderazgo.
Sin embargo, este no se obtiene por decreto. El liderazgo requiere más que “cargadas” y discursos; son necesarios la capacidad de persuasión y la demostración de acciones. El papel que en los meses siguientes debe asumir la Coordinadora Nacional es la de una política profesional de tiempo completo con capacidad de escucha, diálogo y concertación. ¿No lo era ya? Probablemente, sí; de otra forma, no estaría en donde está, pero es muy distinto un proceso interno a revelarse como la opción presidencial de un partido en una competencia franca.
El país no es monocolor. México es, por fortuna, diverso y contradictorio. En donde conviven tiempos distintos y formas de entender lo que acontece a partir de diferentes atalayas.
Dicha diversidad, manifiesta en las aspiraciones, ambiciones, problemas e historias de vida de la población, representa un caudal de información para que la ganadora del proceso interno morenista identifique lo que quiere gobernar. No es ocioso decirlo: México es más que su capital. Y los problemas que se presentan por sus cuatro costados son tan agobiantes y complejos que su atención y eventual solución superan los procesos estandarizados aplicables a las zonas urbanas. Los problemas requieren soluciones pensadas no copiadas.
Los signos de ingobernabilidad y violencia son cada vez más acusados, por mencionar un tema que en las semanas recientes ha tenido, con razón, la atención de los medios de comunicación. Las poblaciones desplazadas, los reclutamientos forzados, los secuestros, en fin, la carencia de certidumbre y seguridad muestran la forma en que las instituciones se ven rebasadas, pero también problemas ambientales o de sustentabilidad representan tópicos de interés y atención. Aquí está el contenido del expediente para construir un liderazgo robusto. Ver la realidad es imprescindible.
Claudia Sheinbaum debe ser más que la cabeza de un proyecto partidista, más que la jefa de una facción ganadora o más que la candidata del oficialismo. Si el voto popular le favorece, gobernará a las mexicanas y los mexicanos que militan o simpatizan con otras expresiones partidistas o que no les interesa dicha participación.
Debe revelarse con un liderazgo auténtico, sin ataduras y con un horizonte de futuro. ¿Podrá? Lo veremos. El cartabón del actual sistema político mexicano da poco margen para eso.