Es antinomiano. Puede pecar todo lo que quiera y, aun asiÌ, ser salvado. La fe lo llena todo, es lo uÌnico necesario. Se cree, se siente depositario de la verdad absoluta. Es una teologiÌa del poder, fundamentalista y fanaÌtica. «Tengo la razoÌn y te la impongo por tu propio bien». Trata los asuntos del Estado como si fueran suyos. Habla en nombre del «pueblo» para terminar suplantaÌndolo. No cabe duda, hay una deformacioÌn patoloÌgica, una cabeza ejecutiva hipertrofiada que aplasta a todos los poderes y oÌrganos formalmente autoÌnomos. Es una regresioÌn autoritaria disfrazada de vanguardismo. AMLO gobierna con vocacioÌn aislacionista, encapsulado en un juego autista. No escucha, vive ensimismado en sus creencias. Un caudillismo postmoderno, una expresioÌn de antipoliÌtica hostil a la arquitectura institucional. Hay quienes dicen que a un gobernante hay que darle el beneficio de cuando menos un año de gobierno para emitir juicios cercanos a la objetividad. Sobre ello, AMLO ha tomado decisiones en tan soÌlo cinco meses que ya lo desnudaron en su talante autoritario y su desprecio a las instituciones. A fuer de ser repetitivo, menciono algunas de ellas, la construccioÌn de la RefineriÌa de dos Bocas, la cancelacioÌn del AICM, la cancelacioÌn de las Zonas EconoÌmicas Especiales antes de su construccioÌn; asignar obras multimillonarias sin licitacioÌn. Decisiones inhumanas como cancelar los Centros de AtencioÌn para Niños y Mujeres ViÌctimas de Violencia Familiar, la supresioÌn de las Estancias Infantiles y el consecuente perjuicio para las madres trabajadoras; dejar en el desamparo a millones de mexicanos pobres por los draÌsticos recortes a los servicios de salud, los despidos injustificados de los trabajadores al servicio del Estado, etc. Su oliÌmpico menosprecio a la ley lo define, lo revela…y no lo oculta. Si a su juicio una ley no es legiÌtima no debe de cumplirse. En esto uÌltimo ha sido consistente, todos recordamos cuando hace deÌcadas espetoÌ «¡Al diablo con sus instituciones!» Para muchos lo anima un genuino impulso justiciero, para muchos maÌs es una abominacioÌn.
Ha demostrado gobernar con ocurrencias y desde el prisma de una ignorancia supina en los asuntos del Estado. DiÌa tras diÌa, tanto en sus mañaneras como en sus absurdas decisiones, lo definen sus obsesiones y su vocacioÌn de pontiÌfice, con incondicionales dispuestos a decir ameÌn. AMLO pregona su causa con pasioÌn flamiÌgera e inquisitorial. Asesina el pasado. Es un sacerdote de la destruccioÌn. De las cenizas de la nada surgiraÌ el Nuevo Orden. Es el mesianismo primitivista del que pregona que lo que empieza desde cero comienza desde el cielo. No puede entender que las estructuras institucionales son
instrumentos, no dogmas; se modelan con el tiempo y exigen una mentalidad mucho maÌs pragmaÌtica que teoloÌgica, pues de lo que se trata es de lograr un hogar funcional para la convivencia comuÌn. Un intento de comprender el fenoÌmeno AMLO deberiÌa recurrir mas que a la historia de las ideas poliÌticas, a una historia de las pasiones y emociones colectivas, a una teoriÌa de las imaÌgenes poliÌticas absolutas que han conducido la lucha por la conquista de las masas. Estas imaÌgenes expresan instintos que se encienden artificialmente en el corazoÌn de la gente. Hoy, como ayer, AMLO toma decisiones dentro de los paraÌmetros del maÌs rancio populismo. Polariza, es rupturista y maniqueo. Su terrorismo verbal convirtioÌ en bandera el sectarismo. ¿Pero queÌ dice nuestra clase poliÌtica en Chiapas?, que dicen las organizaciones sociales, los empresarios, los sindicatos, los columnistas, etc. Por fortuna, muchas voces han denunciado lo que consideran decisiones equivocadas del gobierno federal y tambieÌn del estatal, pero otras maÌs han callado hasta la abyeccioÌn. Siendo un convencido de las bondades econoÌmicas y sociales de las Zona EconoÌmicas Especiales pregunteÌ a un empresario de Tapachula sobre el particular. Su respuesta, lo confieso, no dejoÌ de sorprenderme. CoincidioÌ en su importancia para la regioÌn, ¿y por queÌ no han levantado la voz? Respuesta: «No tengo explicacioÌn». AqueÌl Soconusco exigente y respetado por los diferentes gobiernos, quedoÌ en el olvido, lo mismo que oportunidades de miles de empleos para la regioÌn. ¿Y los representantes populares? Aunque son los menos, hay diputadas y diputados muy iÌntegros, honorables y proactivos. Quisieran hacer maÌs, pero el contexto poliÌtico no les favorece. Conozco a algunos de ellos, los he seguido en tribuna y he sostenido algunas plaÌticas informales. Sus limitaciones obedecen a liÌneas y disciplinas partidistas. No los justifico. Don Daniel CossiÌo Villegas escribioÌ hace deÌcadas: {{El juicio sobre el Congreso no puede ser otro que el de la condenacioÌn maÌs vehemente y absoluta. Ante los ojos de la opinioÌn nacional nada hay tan despreciable como un diputado o senador. Han llegado a ser la medida de la miseria humana. Muy diferentes a las legislaturas del 56 al 76 }}.