Mi mascota es un grillo

Basado en experiencias reales

Sandra de los Santos / Aquínoticias

A los pocos días de haber puesto el árbol de Navidad en la casa un grillo agarró el árbol y el nacimiento como su nuevo hogar. Mi «roomie» odia u odiaba a los grillos, su canto por las noches no la dejan dormir al grado que hace un par de años le dejó en el comedor una carta amenazadora que decía «Te voy a encontrar pinche grillo». Así fue. En cambio a mí el canto de los grillos me adormece, me hace pensar que estoy en una linda cabaña en el campo y que todo está bien. Mi «roomie», que es infinitamente generosa conmigo, aceptó no asesinar a este grillo ni tampoco dejarle cartas amenazantes.

El grillo se convirtió en una conversación frecuente en la casa y quienes la frecuentan. «Ayer cantó toda la noche», «hoy se durmió tarde porque ya eran las 10:00 de la mañana y seguía cantando» decíamos a la hora del desayuno o la comida. Nos empezamos a preocupar por qué comía, dónde tomaba agua y al cabo de unos días terminamos poniéndole agua y una que otra hormiguita o arañita que asesinábamos por él. En correspondencia el insectito  se ponía a cantar y nosotras dormíamos. Mi «roomie» mucho menos que yo.

Nos dimos cuenta que cuando quitáramos el árbol de Navidad le estaríamos quitando su hábitat así que sin decir nada en la casa se ha postergado la sentada del niñito Dios, al grado que  empecé a temer que la fecha se fuera alargando hasta un viernes antes del Viacrusis o algo así.

Ayer por la noche estaba en el cuarto cuando de repente escucho un grito en la sala: «¡Ay! No, Ya lo maté». Salí a toda prisa porque me temía lo que había sucedido. Mi «roomie» confundió al nuevo habitante de la casa con una cucaracha y le dio un pisotón. Me quedó viendo y me dijo: «no fue mi intención». Vimos al suelo y el grillo ahí estaba revoleteando tratando de sobrevivir. Yo, que creo en la eutanasia, le dije que mejor le diera otro pisotón para que no sufriera; pero ella que es la persona con más fe que conozco en el mundo dijo que era posible que sobreviviera, discutimos el asunto un par de minutos y me aseguró que lo iba a terminar de matar.

Le avisé a un amigo del accidente  y me dijo que teníamos que darle cristiana sepultura y pedirle perdón porque era mucha mala vibra y karma dejarlo así nada más. Así que le fue a decir a mi «roomie» que había que buscar una plantita linda para enterrarlo, pero ella me dijo que seguía vivo y que ya caminaba, que lo único que había perdido eran sus alitas.

Me puse a buscar en internet cómo revivir a un grillo mientras pensaba que era terrible que en la escuela no te enseñaran cosas prácticas cómo dar primeros auxilios a los insectos y cosas de esas que siempre son útiles. La lógica nos hizo pensar que lo que necesitaba era regresar al nacimiento cerca del árbol de Navidad, ponerle agua y unos cadáveres de hormiguitas para ver si revivía. Le apagamos todas las luces y decidimos esperar para ver qué pasaba. A medianoche empezamos a escucharlo, primero un poco lento y luego con la misma intensidad de todas las noches. Decidió vivir.

 

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