MVC, entre malagradecidos / Álvaro Robles

Ha decir de muchos, el gobernador Manuel Velasco se encuentra fastidiado por los temas de los dineros, de ineptitudes, de descubrir a un estado aletargado por el hastío y la decepción y porque al final -supongo- que descubre que sus cuates, están más interesados en salirse con la suya, forrarse de lana y nada de muertito cuando ven los problemas, dejando al mandatario solo.
De los amigos que se esperaba que pusieran el pecho para ayudar, el mandatario se ha llevado una decepción y ya no puede evitar su molestia a juzgar por los últimos actos en los que se le nota desencantado.
De los amigos que esperaba lograran alianzas para construir diques a futuro y hacer de este gobierno en ejercicio para la presidencia, solo logró que se fragmentara el dizque equipo. Cada quien jaló para su lado y en el proceso que se pelearon entre ellos, llevándose entre la patas al propio jefe que les concedió confianza y más. De ingratos, infantiles, berrínchudos y malagradecidos, no se les puede bajar. Hay excepciones claro está (dos), pero la mayoría son amigos que ni de enemigos desearía uno.
Ayer en la ciudad de San Cristóbal, en el acto de SEDATU se le notaba incómodo. Se notaba a leguas. Rosario Robles en su papel; el barbero de Sergio Lobato y su mujer intentando ser simpáticos y adherirse al gobernador para salir en la foto. El duo dinámico coleto alcalde y esposa (con su vestido infinito) tratando de verse bien, aunque en realidad no caben en casi ningún lugar. Pobres.
No le falta razón al gobernador sentirse frustrado del «equipo» al que le dió confianza. Todos están muy verdes y los resultados a la mitad de su administración confirman mi hipótesis de su ineptitud y su falta de agradecimiento con la oportunidad que les dieron. Ya sé que habrá quienes digan que es culpa del gobernador por elegirlos, pero yo estimo que el síndrome del Tlatoani omnipotente es básicamente un atavismo del presidencialismo. Que la cabeza no funciona sin brazos o piernas o manos, que no hay un solo culpable – ¿y nosotros que pues? Solo somos buenos para juzgar – y que debemos de apartarnos un poco de nuestro egocentrismo, para ver que atrás del árbol puede haber un bosque.

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