Ni tan “equis” / Eduardo Torres Alonso

Algo pasó en el escenario político-electoral de México. Se daba por hecho que las precampañas (hoy, llamadas de otra manera) de quienes aspiran a la Presidencia de la República por el partido gobernante a nivel federal monopolizarían la conversación sobre la sucesión. Incluso, se decía que no importaba quién se alzara con la candidatura, su triunfo sería por muchos puntos porcentuales. Tendría una victoria holgada. Eso está en duda.

Desde hace varias semanas, desde la conferencia matutina del titular del Poder Ejecutivo de la Unión, un nombre ha sido constante: Xóchitl Gálvez. Al grado que, recientemente, el propio Presidente hizo público unos documentos que, en principio, no podrían ser sacados a la luz. La molestia con su papel como posible candidata presidencial es evidente. Le quitó la atención mediática a Claudia, Marcelo, Adán, Ricardo, Gerardo y Manuel, y, por ratos, su presencia compite con la de López Obrador.

Parecía que la actual senadora se postularía a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, pero todo dio un giro. Empezó a ganar notoriedad cuando no pudo ingresar al Palacio Nacional para atender su derecho de réplica que está amparado en un mandamiento judicial. Ella, por lo que se ha visto, se crece ante la adversidad. Los ataques que recibe la hacen más conocida. Y vaya que los ha recibido. Basta con ver las redes sociodigitales para comprobar la cantidad de tuits o posts que desacreditan e incluso ofenden a una persona con aspiraciones políticas. Con todo, esa es una muestra de que nos hemos acostumbrado, erróneamente, a un nivel muy bajo de disputa por lo político.

Por el revuelo que ha generado en tan poco tiempo se le ha querido ver como una persona que puede ganar la Presidencia. Yo no coincido, al menos por ahora, con ese diagnóstico. En efecto, Xóchitl Gálvez es una protagonista de la discusión pública. Sus respuestas hábiles e inteligentes, su firmeza y claridad discursiva, su historia de vida (cuestionada por el oficialismo) y su identificación con distintos estratos sociales la hacen una aspirante con posibilidades, pero ella sola no hace verano. Popularidad no es sinónimo de votos. Necesita partidos políticos y a los que puede recurrir tienen un descrédito mayúsculo. Es un caso en el que la conductora es buena, pero el auto no. Aunque, recordemos, estamos en el terreno de lo impredecible.

Hasta hace unos meses, las “corcholatas” pensaban que la competencia sería únicamente entre ellos. Los sucesos recientes van a impactar en su estrategia de posicionamiento porque al mismo tiempo que tendrán que incrementar sus preferencias al interior de Morena, tendrán que reducir la simpatía de otros sectores ciudadanos hacia Xóchitl. Es un trabajo en varias pistas.

Habrá que esperar cómo se van dando los sucesos y la manera en que los escenarios preelectoral y electoral se van delineando. Mientras tanto, se puede convenir que Xóchitl Gálvez no es alguien que se puede menospreciar. No es tan “equis”.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *