Nuevas enfermedades, de los animales a los humanos, resultado de ecosistemas dañados

Foto: Leonardo Ramos

Al respecto, el investigador del Instituto de Biología de la UNAM, José Juan Flores Martínez señala que conservar los ambientes naturales tal como están, impide que enfermedades emergentes, como el COVID-19, recaigan en los seres humanos

Lucero Natarén / Aquínoticias

Preservar el ambiente evita que enfermedades emergentes, como el COVID-19, recaigan en el ser humano, así lo afirmó el investigador del Instituto de Biología de la UNAM, José Juan Flores Martínez.

Señaló que si bien, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), tiene el dato de que en México hay 912 especies Amenazadas y 535 En Peligro de Extinción, además de que 48 tiene la categoría de «probablemente extinta en el medio silvestre», y mil 183 sujetas a Protección Especial, esto se debe porque fue ocasionado por el mismo ser humano.

Es decir, practicas como el tráfico de especies, cambio en el uso de suelo por deforestación, introducción de las llamadas exóticas invasoras y el cambio climático, todos ellos factores antropogénicos, son algunas de las causas que ocasionan este problema.

Incluso, a esta situación se le agrega la pandemia de COVID-19. «El coronavirus SARS-CoV-2 llegó a los humanos a partir de un animal, pangolín o murciélago, porque las personas lo extrajeron de sus ambientes naturales. Ese es el origen de las enfermedades emergentes», acentuó el experto.

A estos dichos del científico se suman lo dicho por investigadores de la Universidad de Ulm, Alemania, quienes «propusieron que en los hábitats saludables los organismos patógenos se «diluyen»; en contraste, un virus crece en los perturbados. La teoría podría tener importantes implicaciones en la comprensión de cómo en ecosistemas dañados se puede extender una amplia variedad de padecimientos y luego saltar de animales a personas».

Flores estima que se deben impulsar más programas de preservación a nivel nacional, estatal y comunitario. La divulgación científica es importante en ese sentido, no sólo el 3 de marzo en el Día Mundial de la Vida Silvestre, sino todos los días, a largo plazo y en los diversos sectores.

Para el especialista, estamos a tiempo de rescatar el oso negro, ajolote, la tortuga caguama, la guacamaya o el zacatuche, mediante acuerdos nacionales e internacionales al participar en reuniones de CITES, como lo hacen los académicos mexicanos, a través del impulso a la legislación y al apoyar a las instituciones de investigación.

Por otro lado, cifras de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza revelan que más de ocho mil 400 variedades de fauna y flora silvestres se encuentran en peligro crítico de extinción, mientras que cerca de 30 mil más se consideran vulnerables o en riesgo de desaparecer.

De acuerdo con el organismo, aproximadamente cinco mil 200 correspondientes a animales se encuentran en situación de ser erradicadas: 11 por ciento de las aves, 20 por ciento de los reptiles, 34 por ciento de los peces y 25 por ciento de los anfibios y mamíferos.

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