Poligrafo Politico / Darinel Zacarias

¡Que ser Valientes, no les salga tan Caro!

«Tenemos heridas, tenemos medallas, laureles de gloria, coronas de espinas» Joaquín Sabina.

Más que las tonadas de unas golondrinas, algunos ediles prefieren los consientan con la canción de los arcaicos Pasteles Verdes, la conocida como «Reloj», pues a iniciado la cuenta regresiva y a muchos no les cuadran las cuentas.
El fandanguillo de los números les turba, les aterra. Algunos pretenden cuidar la sensibilidad de su salida, entre toques de lambisconería y de imprevisión.
Su hora se aproxima y se les acabó el chipilín de a gratis. Lo peor es que muchos le jugaron a ser «Rey Midas», les gustó la papa a reventar. Y aunque a nadie le gusta le marquen sus tiempos y muy a pesar de rumiar. Ya casi feneció el festín.
Seria bueno que estos tiempos sean manejados con demasiada sensatez, con la finalidad de evitar choques y golpeteos bajos. Pues muchos temen ser recluidos.
La nueva tropa política, trae el calor primaveral y eso los induce a estar avives de justicia, de la que ellos llaman elemental. Y esos tiempos de calor pueden ser letales.
La vida se da por saltos, estipula la dialéctica; así, no nos pongamos renuentes, todo tiene un principio y por lógica un final. A unos meses de ahuecar el ala, algunos alcaldes empiezan con los delirios de persecución y están impacientados, trémulos y temidos. Saben que los abusos y la ambición cobran facturas.
Los alcaldes salientes saben que la popularidad de su gobierno no se mide en este presente, por razones obvias, desde hoy pasa ya por el cernidor de la sociedad y creo que a pocos, les espera un juicio justo.
Habrá cambios de estafeta, partidista e ideológica. Y quienes desobedecieron y no se alinearon, la justicia «elemental» les dará un alcance más rápido. Recuerden que las calabazas en el camino se acomodan.
Mientras tanto los posibles erguidos, vivirán en carne viva el cuento popular o la parábola pueblerina «A chuchita la bolsearon» pues recibirán ayuntamientos endeudados, desnudados, saqueados. La misma historia. Si, la misma histeria.
Y ahí comenzará la guerra, el pugilato político. Se desatará la cacería de brujas. Ellos buscarán que la entrega se efectué en un ambiente de transparencia y de civilidad.
Pero es un círculo vicioso, es parte del teatro político de cada trienio. Los carniceros de hoy serán las reses del mañana y así sigue la usanza de los señores feudales etiquetados al cierre de sus gobiernos como auténticos lacayos.
Pero los peces gordos ordenan desde las cúpulas guardar las formas. Socializar acorde a los disfraces sociales. Y, como en la lucha libre, fingir no se sabe quién es quién.
Es parte del espectáculo. Del show. La cosa es seguir la corriente. Fingir nos engañan. Engañamos. Y todos felices. Actores de esta tragicomedia que es vivir en sociedad… Idiay.
Mientras dan línea. Todo sigue inescrutable. La orden es mantener la calma. Afonía. Sigilo. Como dijo el hijo predilecto de Andalucía «El que se mueva, no sale en la foto».

¿Quién dijo que tengo sed?

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