Que mas pue… / Carlos Coutiño

Día Internacional de la Mujer

Entendiendo la vida, como la primera propiedad privada, es un derecho natural; más allá de la compresión de si es de uno u otro género, un grupo de mujeres protesta por la muerte de mujeres, pero otro grupo no lo hace por el dolor que le ha causado la muerte de su hijo, esposo, nuera, nieta, vecinos, familiares.
No es que hayan perdonado, porque en ese momento solo existe el dolor de la perdida, por eso si bien es cierto que, un día sin ellas es lo que hará valer que el gobierno se preocupe un poco, también es cierto que no solucionará nada, a pesar de todo lo que pudiera pensarse y decirse.
Un asesino lo es y punto, un ladrón roba y ya, un narcotraficante seguirá, un desquiciado insistirá; no por una marcha, un paro, una pinta, una canción, un grito, el asesino dejará de serlo, tampoco tendrá miedo a las manifestaciones, el violador no eres tú, el violador no se sabe quién es y ese es el problema inicial.
No se puede saber quién en el mañana será el verdugo, de saberlo, entonces se actuaría y evitaría esas muertes, el problema es que no se conoce y por lo tanto no hay forma de detener la violencia que por cultura e historia aparece en el ser humano.
La muerte del hombre o mujer, niño o anciano, indígena o campesino, homosexual o heterosexual, valen exactamente igual, porque es un ser humano, no tendría por qué darse una acción en contra de ellos, la vida es un don, regalo, una magia, lo que quieran, pero nadie tiene derecho a quitarla.
El decir «un día sin nosotras», es lo que Marcos del EZLN dijo al inicio, a él le salió y muy bien, Eduardo Galeano tenía razón en esta idea; cuando mostramos nuestros rostros llenos de llanto, dolor y gritamos por un alto a todo, nadie nos vio; ahora que usamos pasamontañas, todos nos ven; posteriormente se dijo, ahora que guardamos silencio nos escuchan, cuando alzamos la voz nadie nos oyó, la paradoja sin duda.
Hoy las mujeres hacen lo mismo, un día sin nosotras, será el día en que se den cuenta que están ahí realmente, la fuerza que esto implica, no por un desayuno, un apúrate, un buenos días, un café en la oficina, no porque hagan falta realmente para el trabajo, sino porque son seres humanos que no tienen por qué ser violentadas, ni por los hombres ni por mujeres.
Hay que motivar sí, razones para luchar, una lucha de verdad, no para decir que el capitalismo es muerte, como si el socialismo no lo fuera, hoy esa lucha debe ser por la vida, la vida de todos, no por un sector o género, una lucha de vida, no de muerte, donde se castigue a los delincuentes, a los asesinos, mercenarios, a los que envenenan; no a los géneros, pues igual mata el hombre que la mujer, el niño ahora convertido en sicario y en las mujeres que con SIDA asesinan al hombre por su odio.
Necesitamos entonces, un gobierno salido del pueblo que, deje esos complejos que tiene, es hora de crear una revolución cultural que sepa defender al pobre como al rico, al campesino como al empresario, al indígena, las tradiciones y culturas, que defienda la propiedad privada, que tenga una postura firme a favor de la vida.
El problema, también está en que lo que hoy nace como un movimiento social a favor de las mujeres y en contra de la violencia, en dos o tres años más, se convertirá en un día de fiesta y negocio, porque es así como funciona el comercio, lograrán como lo han hecho siempre, un negocio para todo.
¿Quién gana con tantas muertes?, es una pregunta que parece no tener respuesta por el momento, el gobierno se favorece, porque solo así puede obtener beneficios, como lo ha sido siempre, cuando hay una erupción, un terremoto, una inundación, el gobierno gana, mientras el pueblo muere.
Don Quijote de la Mancha, decía: la libertad es uno de los más preciosos dones, por la libertad, se puede y debe aventurar la vida y, por el contrario el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres; ya en este 2020, vivimos así, en la dependencia, una sumisión hasta aplaudida.
Las muertes de mujeres, la creación de grupos, aunque no se crea o parezca, fue provocado por los poderosos, había incluso que matar para que se empezara a generar ese encono en contra del género opuesto, en otras palabras, que el pueblo dejara de señalar al gobierno y sus opresores, para enfrentarse pueblo contra pueblo.
Es hasta vergonzoso, pero tan real como lo ha mostrado la historia desde siempre, las mujeres en su razón protestan y lo hacen bien, pero sin saber que es el camino que les hacen creer que es correcto y único, para provocar esa división; si lejos de fragmentar, todos nos uniéramos, entonces el cambio se daría a favor del pueblo.
Cuando hablo de los poderosos no cito a los partidos políticos, ni a la Iglesia, digo claramente quienes están donde nadie los ve, pero están en cada uno de los países, por lo menos en tres cuartas partes del mundo, unos con más y otros con menos poder, pero poder al fin, para poder mandar y deshacer lo que ellos creen y consideran.
A veces hay que hacer cosas negativas como un juego, para poder entonces aparecer como el benefactor, como la parte buena, ese es asunto que ellos ven, pero que no se entiende ni desea de parte del pueblo, porque los muñecos son y serán los que siempre estén al servicio.
En síntesis, la muerte ahora de mujeres; no es nuevo, ha estado desde mucho tiempo atrás, pero toma vigencia hoy, con más fuerza, sin delicadeza, sin un futuro; pero más vale que se haga, para evitar que las cosas empeoren como ha sido siempre.

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