En Resumen… / Pascual Cruz Galdamez

¿Otra «alternancia en el poder» como en el 2000?

«No se fijen quién lo dice, fíjense en lo que dice; reza una frase que ya se ha vuelto popular. Lo que está pasando en el priismo a nivel nacional, y Chiapas no es la excepción, es lo que al final de cuentas están buscando los juniors que forman parte de la gavilla que comandan Enrique Ochoa Reza y Enrique Peña Nieto; entregar nuevamente el país a otro partido y que al final parezca como la alternancia del poder, que le vendría bien a México hoy que la olla está a punto de estallar y que los verdaderos dueños del pastel buscan una salida, porque esto de regresarle al PRI las riendas después que la tuviera el PAN por dos sexenios, con el proyecto televisa nomás no cuajó con el «copetón» y ahora están a punto de que llegue a Los Pinos alguien con el que la gran mayoría de los poderoso no están de acuerdo y es nada menos y nada más el archirrequete odiado personaje; Andrés Manuel López Obrador.
Lo ocurrido en la asamblea estatal del PRI el pasado seis de julio aquí en Chiapas, pone a ese instituto político en su exacta dimensión, es decir, que tanto a la dirigencia nacional como a la estatal, la militancia le vale un sorbete y que no existe un solo comentario a favor del ilegítimo dirigente estatal, Roberto Albores Gleason, tras haber realizado una asamblea a modo, con el favoritismo y con militantes comprados a su entero gusto, con los que pretende asaltar la silla que hoy ocupa Manuel Velasco Coello, sobre quien también pesa el que hoy la entidad y los partidos naveguen en un mar de ingobernabilidad e inestabilidad política, al coquetear con todos los actores y hacerles creer que «ellos son los buenos».
Ya no sólo se trata lo que Willy Ochoa, Arely Madrid, José Antonio Aguilar Bodegas, por mencionar a algunos de los priistas que han ganado elecciones en Chiapas y que tienen un peso específico en las filas del PRI y no únicamente aquí en su tierra sino a nivel nacional; sino al estatus en que Albores Gleason y Ochoa Reza, éste último que no ha sido ni jefe de manzana mucho menos regidor o algún cargo político, están llevando a su partido.
El priismo se encuentra en un estado de indefensión porque Enrique Ochoa Reza no quiere hacer caso al clamor de los militantes y Chiapas es una clara muestra de ello. Le están apostando a arrebatar el poder a quien gane legítimamente en el 2018, pero lo más seguro es que sólo provoquen una revolución.
El diputado Willy Ochoa, ex secretario general del CEN del PRI, en rueda de prensa en donde se hizo acompañar de la exsenadora y exdirigente del PRI en Chiapas, exdiputada federal y local, Arely Madrid Tovilla, entre otros cargos partidistas y de otras instancias gubernamentales, coinciden en señalar que «en política se suma y no se resta, lo sucedido en la asamblea estatal «es como una película de terror», dijeron; y aunque descartaron la violencia para recuperar al PRI en Chiapas, pidieron que sea el comité nacional quien tome de manera urgente cartas en el asunto y llame a la cordura del senador Gleason, quien debe deponer su actitud y dejar que se nombre ya a una dirigencia estatal.
El problema del PRI son sus dirigentes y esto debe poner a pensar a Enrique Peña Nieto, al menos que el objetivo primordial sea de una vez por todas entregar el poder al PAN y acabar con las aspiraciones de ser presidente de la república de AMLO, pues de ser candidato y perder en el 2018, se duda que pueda persistir para el 2024.
Como en el 2000 cuando Ernesto Zedillo entregó la banda presidencial a Vicente Fox, así en el 2018 Enrique Peña Nieto podría entregar la estafeta a Rafael Moreno Valle, quien se perfila más como el siguiente inquilino de Los Pinos, ya que en el PRI se requiere de un golpe de timón, pues con estos modernos politiquillos, sólo están dando bandazos.
Por hoy es todo, nos leemos en el próximo En Resumen…

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