Se quema la tierra / Eduardo Torres Alonso

Apenas se cumplirá un mes de que el hemisferio norte entró en la primavera y las temperaturas son extremadamente cálidas. Al menos, en México en donde al problema del calor se suma la sequía, los incendios forestales y, ahora, la contaminación de agua en la capital del país. Un coctel perfecto para provocar inestabilidades sociales y políticas.

El 2023, de acuerdo con la NASA, fue el año más caluroso desde 1880, año en el que se inició el registro global de la temperatura. Esta situación, que está dejando de ser atípica en la medida en que la acción humana incide de forma dañina en el ecosistema, trajo consigo 25 catástrofes en Estados Unidos con un costo de 1,000 millones de dólares cada una. Los efectos del cambio climático son reales y no sólo afectan al planeta, sino que impacta en los bolsillos de grandes empresas como de ciudadanos de a pie. El régimen de incendios tiene relación con el calentamiento global y las emisiones de efecto invernadero.

En lo que va de 2024, en México se han registrado casi cien incendios afectando más de la mitad de las entidades federativas y más de 13,400 hectáreas. El Estado de México es la entidad que tiene el mayor número de incendios forestales activos; después, están Jalisco, Michoacán, Oaxaca y Puebla, Guerrero, Hidalgo, y Chiapas. Siguen Veracruz, Durango, Tamaulipas, Colima, Guanajuato, Nuevo León, Zacatecas, Morelos, Tabasco y Yucatán.

Las áreas naturales protegidas no están exentas de sufrir estos problemas, ya que en 14 de ellas se han registrado incendios forestales de magnitud diferenciada. Los efectos de estos eventos son: erosión de la tierra, degradación del suelo, pérdida de especies animales y vegetales; en fin, contaminación del agua.

Al inicio de este sexenio, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) –entidad de la administración pública federal relacionada directamente con la prevención de incendios forestales–, recibió un presupuesto de cerca de 4,400 millones de pesos; en este último año del gobierno de la República, la cifra es de 903 millones de pesos. La reducción es más que significativa.

Hay que insistir en que la austeridad mal practicada imposibilita a las instituciones cumplir con sus responsabilidades. En este caso, resulta evidente la incapacidad de la CONAFOR para atacar el problema. En el gobierno existen áreas sensibles en los que resulta muy difícil reducir el presupuesto porque sus tareas son estratégicas.

El planeta se encuentra en una crisis climática. Encontrar soluciones es urgente y, para ello, se requiere menos demagogia y más inversión en ciencia, tecnología, innovación y capacidad institucional, que no es lo mismo que más gasto corriente.

Apenas se está en primavera; viene el verano, meses de más sol y más fuego.

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