Tapachula deja morir a sus últimos veladores

Foto: Miguel Rojas / Diario del Sur
Abandonados por autoridades, los veladores patrullan colonias con machetes y radios viejos. Sin relevo generacional, su oficio se extingue lentamente

Aquínoticias Staff

Cuando el reloj marca las 10 PM y la ciudad se sumerge en silencio, Mauricio Rivadeneira (64 años) empieza su turno. Con una bicicleta oxidada, un machete y dos radios viejos, recorre la Central Norte durante ocho horas. Es uno de los últimos 150 veladores que sobreviven en esta ciudad de 350 mil habitantes, guardianes anónimos cuyo oficio se extingue entre el olvido institucional y la indiferencia social.

Armados de coraje y herramientas precarias

  • Equipo básico: Silbato, linterna, tolete y gas pimienta (el machete es «último recurso»).
  • Sin respaldo: «Cuando llamamos a patrullas, dicen que no es su sector», denuncia Mauricio.
  • Pago insuficiente: 1,400 pesos semanales por cooperaciones voluntarias de vecinos agradecidos.

Fernando Ancheita (56 años), otro velador, patrulla en motocicleta las colonias 5 de Febrero y Galaxias. Su arma más efectiva: un silbido característico que alerta a los vecinos. «Una vez me enfrenté a un ladrón con cuchillo. Terminé herido, pero ¿si no actúo yo, quién?», relata.

Un trabajo sin derechos, pero con riesgos

  • Sin contrato ni seguro: No existen prestaciones ni reconocimiento oficial.
  • Solo en diciembre: Algunos reciben una despensa como «aguinaldo».
  • Edad crítica: La mayoría supera los 50 años; no hay jóvenes que los releven.

«Ni uniformes nos dan», lamenta Mauricio. «A veces los vecinos nos regalan una chamarra o botas. Lo hacemos por necesidad y por amor al barrio«.

¿Por qué desaparecen los veladores?

  1. Inseguridad: Robos y agresiones los ponen en riesgo sin protección policial.
  2. Falta de incentivos: Sin salario fijo, muchos abandonan el oficio.
  3. Desgaste físico: Las noches de vigilia exigen resistencia que pocos mantienen.

«Cada día somos menos», confiesa Mauricio. «Muchos se van por el miedo, el frío o las noches sin comer. Este trabajo ya nadie lo quiere«.

Un símbolo de comunidad que se apaga

Los veladores no solo protegen propiedades; son tejido social vivo:

  • Previenen incendios y auxilian en accidentes.
  • Conocen cada calle y cada vecino por nombre.
  • Su silbato es un código de confianza, más rápido que el 911.

Lo que piden:

  • Uniforme, botas e impermeables básicos.
  • Radios con conexión directa a policía.
  • Reconocimiento legal de su labor.

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