Tubo de ensayo / Rene Delios

Los enormes problemas que a lo largo de los años ha significado la pulverización del campo, con ejidos repartidos sin medida de productividad, repercuten hoy en una realidad: la baja rentabilidad de la tierra y eso que no agregamos la falta de tecnificación.
En esto no se tiene que engañar a nadie, pues es claro que hay un campo pobre, sin técnica de vanguardia que incremente la producción, para colmo dividido por organizaciones campesinas de todas las tendencias políticas, algunas herederas de rencores sociales serios, como La Casa del Pueblo.
Pero esos nuevos problemas no concluyen; se registran ya en otra intensidad en la construcción de Chicoasén II, por ejemplo, cuando el embalse de ésta quinta presa en Chiapas inunde tierras cultivables, pues no se conoce su poligonal con exactitud informativa.
Y eso sin contar el pleito por los contratos de carga de materiales a través de volteos, que están fuera del dominio de las constructoras.
El punto es que la rentabilidad de la tierra es un problema; cada ejidatario a su parcela: se carece del concepto de cobertura amplia.
En otros puntos de la nación se propuso «romper los alambres», y extender los sembradíos sacando provecho promedio por hectárea, con tecnificación apropiada. No se pudo: cada organización se acusaba de robo; era dejar a los líderes sin dominio territorial, y un predio integrado por 20 0 30 ejidos, volvió a lo mismo: la parcela para cada quién, y que la produzca a mecapal, macana, punzón, machete, trinche, coa.
Los tractores y recolectoras se fueron.
En otros los dirigentes se hicieron de los negocios, compraron la maquinaria, las recogedoras –como en Pujiltic y la zona de Huixtla- y cada año monopolizan las cargas a los ingenios, ganando millonadas de pesos.
Las cooperativas fueron desplazadas de esos negocios, el campo fue usado y todo eso sigue siendo igual, en total descaro sin un control social, pero sí político.
Y ese es el problema.
El llamado sector primario es efectivo en volumen, pero no en lo individual; el campesino no crece, su figura pobre y de siempre dependiente de los apoyos gubernamentales es una constante y desde luego, eso es lo que genera el clientelismo, e incluso la llamada explotación de la pobreza.
Eso sin contar que sobre el paternalismo los campesinos ya aprendieron dejarse querer, y más si es época electoral federal, porque de las estatales no se fían, comose vio en las pasadas contiendas intermedias, y se verá en 14 entidades que el año entrante tienen elecciones para renovar gobernador.

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