Tubo de ensayo / Rene Delios

Y que el señor presidente Enrique Peña Nieto se avienta una de esas perlas que se le oyen a los mandatarios, y que el tiempo –como a José López Portillo o Carlos Salinas de Gortari- les desmiente estrepitosamente: «este 2015 ha sido un año en el que se ha avanzado y nos estamos preparando para el futuro».
¡Oooooorale!
Lo dijo en un encuentro de cuates: con servidores públicos de su gobierno, con motivo de fin de año.
¿Para qué?
Por toda la nación y desde todos los sectores se dice lo contrario, incluyendo la zozobra que se viven en algunas entidades otrora tranquilas como Guerrero, y su cifra espeluznante de 20 muertes violentas en solo 72 horas.
En centenares de municipios del país no hay para aguinaldos, en múltiples estados de la República, tampoco hay para liquidaciones a proveedores.
¿Cuál avance?
Neta que habla frente al espejo: sus empleados, los de alto nivel, que son los que tienen las bolsas repletas, y que pueden alquilar charters, helicópteros; lejos de las terminales aéreas –los que tienen varo- para ver si hay boletos, ni se diga que se les vea por los enjambres de las terminales de autobuses.
Hay un distanciamiento peligroso entre la realidad de esos señores de arriba –e incluyo a los de los estados-, y la base social que «gobiernan», me cae.

Matraz

La demagogia no puede con la historia; ésta es invisible, pero a la larga tangible: se expresa en toda su realidad y desnuda, los hechos del triunfalismo institucional.
Desde el cómo Francisco I. Madero se cobró gastos revolucionarios al llegar al poder, hasta esto de las reformas estructurales que los especialistas de fuera reconocen, pero que le auguran crecimiento directo para la economía interna hasta más allá del año 20, se sabe, aflora a la luz pública y hunde versiones pero sobre todo imágenes: ¿Quién es Gustavo Díaz Ordaz para México? Un asesino, cuyo acto es ya considerado de lesa humanidad, y guardando proporciones, lo que ha pasado en cada entidad del país, destacando al cierre del siglo pasado y en la apertura de éste, tanto Acteal como Ayotzinapa.
¿De qué sirvió toda la parafernalia de entonces y ahora para que no quedara esa idea en la memoria ya no pública -que es de paso- sino histórica?
Cuando un pueblo crece, se ve en su calidad de vida, en el beneficio de cobertura social, en una real presencia institucional y la aplicación expedita de sus leyes y la verdad en México aún luchamos –luego de décadas y décadas- contra flagelos de la pobreza como lo son el hambre, el analfabetismo, la insalubridad.
Desde ahí como hablar de que vivimos en democracia y disfrutamos de sus aliadas: la equidad y el beneficio social. Ante esto la población no apoya ni reconoce los logros de sus gobernantes.
Es por eso que se registra un rechazo sistemático a lo oficial, y en concreto se expresa en las no pocas manifestaciones diarias por todas las entidades del país, en el abstencionismo, en las redes.
En un claro resentimiento social.

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