Tubo de ensayo / Rene Delios

La verdad no sabemos cómo van a resolver desde el gobierno estatal la reducción presupuestal.
Luego de la catarsis pública sobre diputados que –supuestamente- no defendieron el varo chiapaneco -que no fue otra cosa que enviar la culpa a quienes nada tienen que ver-, la decisión federal deja en claro que en cada entidad tienen que reorientar esos dineros para cumplir con su plan estatal de gobierno.
Porque la realidad es que Chiapas no va a recibir lo que demandó, esto es 5 mil 200 millones menos, sino que con lo que venga, se tiene que cumplir los objetivos y, si se hace bien se puede trabajar y cumplir desechando excesos y excentricidades institucionales.
O sea sin acarreados y los gastos que generan: con los puros interesados.
Porque llevar a cientos a veces miles a eventos del ejecutivo –sumados a año ¡cuántos y a qué costo?- ya no debería ser cosa de uso en una entidad pobre.
Que se dé lo que corresponde o agendado a los beneficiados y vámonos.
Pero aún siguen costumbres políticas anquilosadas desde el siglo pasado, de hacer verbenas por lo que se va a entregar que no sucede en otras naciones como Francia o EU; los medios no están inundados de inauguraciones de esto y aquello por parte del gobernantes, y se centran en otras cosas de políticas coadyuvantes en el verdadero desarrollo cualitativo y desde luego cuantitativo de y en sus nacionales: el desarrollo social sin reflectores.
Es decir no se ubican en el culto a la imagen como lo es la foto entregando esto y aquello «al pueblo» pues, en esas naciones lo cuestionan como exceso de populismo y en el nuestro como un claro culto a la imagen que, además, no se disocia de las siglas del partido gobernante, y es por eso que, se instauraron esos blindajes electorales que no son más que candados que evidencian nuestro poco respeto por la democracia, y desde el gobierno mismo que –se supone- es el que debe garantizarlo con imparcialidad.
Cada entidad tiene la oportunidad de reducir los excesos, aportar lo necesario para cumplir con esa ley hueca de anticorrupción que, al final-final queda supeditada otra vez, al cómo quieran desde el poder ejecutivo.
Y es que como en toda casa el gobierno puede hacer más con menos; los mexicanos hemos vivido un deterioro del salario como no lo padecen en naciones que no están dentro del llamado Grupo de los 20, que son –otra vez se supone- las más altas economías del mundo.
Cuando en los medios dicen eso no lo creemos por el cómo vivimos, en la diaria, en la precariedad, en la pobreza y hasta extrema.
Porque en éste país y menos en éste estado, no se pudo cumplir con los objetivos del milenio planteados para el pasado 2015.
Hubo de prorrogarlos y con otro nombre, hasta el 2024, en medio de una falta de credibilidad –en cada nación por su motivos locales- en los gobiernos.

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