Tubo de ensayo / Rene Delios

Haciendo un ejercicio honesto de la situación que guarda la educación en México, la verdad la secretaría de educación pública no sale bien librada.
En ésta desde que llegó la tecnocracia y con ellos la suficiencia, las determinaciones hegemónicas se impusieron y deslizaron la opinión del eje motor de la educación que en verdad es el maestro, cuya disidencia inició con el planteamiento de un sindicato democrático y a cuatro décadas de ello, aparece con diferencias por una reforma educativa que, desde luego, incide directamente en sus intereses, y por supuesto busca debilitar a la disidencia dentro del SNTE.
Eso ha retrasado por cuarenta años la discusión pedagógica que debe ser permanente en un mundo evolutivo, y en la deben –o deberían- participar SEP y magisterio de todas las corrientes, pues éste país es plural ¿o no?
Conociendo a los funcionarios del gobierno que hemos padecido todo un siglo, corporativista primero, clientelar después, institucional al final –lo que impidió de siempre la discusión entre pueblo y gobierno en tribunas legislativas en las entidades y la federación-, pues permite que el criterio impositivo siga vigente desde el poder ejecutivo federal, y hace lo necesario mediante sus instrumentos de estado –o sea el Pacto por México, digo-, sean las cámaras o la fuerza pública, para seguir en la misma: imponerse.
Por eso hay desconfianza en la CNTE: ¿y si reprueban bajo esa estratagema de la evaluación a todos los dirigentes incómodos para la SEP?
Que sepa toda acción de gobierno sino tiene como objetivo el pueblo, es estéril, aunque hay situaciones que si bien el pueblo no tiene porqué enterarse, en el intríngulis que sea, tiene que ser para bien colectivo o de la nación.
Sin embargo por años el beneficio se ha concentrado en unos cuantos, y esos cuantos no han respondido socialmente a la nación, sea Slim y sus altos costos en telefonía al consumidor, sea Azcarraga y la manipulación de la información a favor del estructuralismo que es resaca de aquel institucionalismo a ultranza que mencionaba líneas arriba.
Al unísono, miles de millones de pesos en las últimas dos décadas se han destinado de manera irresponsable al campo, a través de programas sangrados que solo buscan el clientelismo, el paternalismo y desde luego, la peor: la explotación populista de la pobreza, entre otros como el apoyo a adultos mayores y ese tipo de parafernalia, que no conllevan a nada, no hacen crecer a nadie, y solo es dinero tirado al fuego de lo improductivo.
Los programas sustentables fueron una demagogia y ahora les llaman como debió ser siempre, sostenibles, pero lo malo es que tienen el mismo método demagógico que incluye la foto, como si el empleado que es el gobernante, fuera la generosidad pura, cuando los beneficiados solo reciben los suyo, se supone, de manera organizada en esos programas –repito: demagógicos- en busca de su desarrollo.
Pero van décadas en vamos por la senda del progreso y creo vamos gateando.
Así que esto de satanizar al magisterio como uno de los eslabones principales del rezago nacional es un exceso, una cortina de humo mayúscula sobre el territorio nacional para no dejar ver lo real: el fracaso –al menos a corto plazo- de las reformas estructurales, cuyo tema da para más, en especial la económica, que se reciente en toda la nación como ejemplo cualitativo de lo aquí expuesto, y que ahora los altos mandos de la federación justifican con eso de la caída internacional de los petroprecios.
La verdad este será un sexenio más sin resultados.

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